Esta ha sido la primera Semana Santa que se ha celebrado en ciudades iraquíes como Qaraqosh, Mosul, Karamles o Bartella tras la derrota del Estado Islámico y la vuelta de cerca de 40.000 cristianos a su tierra milenaria después de cinco años de ser expulsada.
En su mensaje de Pascua Luis Sako, Patriarca de los Caldeos, manifestaba su esperanza de que la celebración de la Pascua de Resurrección ponga fin al sufrimiento de su pueblo, esperanza que han compartido los miles de iraquíes que han llenado los templos, muchos de ellos todavía dañados por el paso de los yihadistas, durante estos días.
Las imágenes de los templos llenos significan, a juicio del patriarca Sako, que «a pesar de la preocupante situación en la que vivimos en Irak, los cristianos mantienen viva nuestra memoria cristiana y nos dan una esperanza cierta. Jesús, el centro de estos acontecimientos, su cuerpo fue destrozado y luego resucitado. Esta es la fuerza que nos impulsa a una nueva vida. Incluso en las horas más oscuras, su resurrección como el sol se eleva sobre nosotros y sobre la humanidad».
El Nuncio de Su Santidad en Irak y Jordania, Alberto Ortega, se desplazó hasta el norte de Irak para acompañar a este pueblo cristiano, participando en la procesión del Domingo de Ramos en Qaraqosh y visitando muchas comunidades cristianas en Mosul, Karamles, Bartella, entre otros.
Desde la derrota del Daesh, en diciembre de 2016, poco a poco miles de familias desplazadas en el Kurdistán han ido volviendo a sus lugares de origen en la Llanura de Nívine. Ayuda a la Iglesia Necesitada está colaborando en la reconstrucción de más de trece mil casas y 350 edificios de las iglesias locales.
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