Como se ha recordado en varias ocasiones Cristiandad no es una revista de «actualidades», pero pretende modestamente que su contenido sea de permanente actualidad. Y con este propósito dedicamos el número del mes de marzo a honrar a san José siguiendo la costumbre tan arraigada en ambientes cristianos fervorosos de dedicar el mes de marzo a honrar a san José. Siempre es necesario tener presente el hecho de que junto con su esposa la Virgen María están íntimamente asociados al misterio de nuestra redención. Dios quiso encarnarse en una familia constituida por esposos virginales y a través de este hecho, tan grandioso y extraordinario, y a la vez sencillo y ordinario, redescubrimos la importancia de la familia en los planes de Dios. Por ello mismo en estos tiempos en los que la familia está sometida a los insidiosos ataques del demonio resulta de extrema actualidad la petición que el papa León XIII en la primera gran encíclica sobre san José «Quamquam pluries» incluyó en la oración dirigida al Santo: «Aleja de nosotros, oh padre amantísimo, este flagelo de errores y vicios… Asístenos propicio desde el Cielo en esta lucha contra el poder de las tinieblas…; y como en otro tiempo libraste de la muerte la vida amenazada del niño Jesús, así ahora defiende a la santa Iglesia de Dios de las hostiles insidias y de toda adversidad».
Son muchos los aspectos por los que la familia cristiana es motivo actualmente de ataques que la desnaturalizan profundamente y sin duda uno de ellos es el ejercicio de la paternidad. A este tema hemos prestado la atención en las páginas de este número desde la perspectiva que señalaba León XIII: «Los padres de familia encuentran en José la mejor personificación de la paternal solicitud y vigilancia». El ejercicio de la paternidad siempre es un ministerio que deber ejercerse con una actitud de servicio a los planes de Dios. Es el único modo de poder ejercerlo de forma adecuada; supera tanto las posibilidades meramente humanas que es necesario acudir a la protección divina para poder cumplir las exigencias de esta elevada misión. San José nos ofrece el modelo para comprender la importancia de la vocación a la que son llamados todos los padres y el camino para responder a esta llamada tan misericordiosa de Dios. San Juan Pablo II en su exhortación apostólica «Redemptoris custos» así recordaba: «San José ha sido llamado por Dios para servir directamente a la persona y a la misión de Jesús mediante el ejercicio de su paternidad; de este modo él coopera en la plenitud de los tiempos en el gran misterio de la redención y es verdaderamente ministro de la salvación. Su paternidad se ha expresado concretamente al haber hecho de su vida un servicio, un sacrificio, al misterio de la encarnación y a la misión redentora que está unida a él; al haber hecho uso de la autoridad legal, que le correspondía sobre la Sagrada Familia, para hacerle don total de sí, de su vida y de su trabajo; al haber convertido su vocación humana al amor doméstico en la oblación sobrehumana de sí, de su corazón y de toda capacidad, en el amor puesto al servicio del Mesías, que crece en su casa»
Un concilio providencial
Cuando se cumplían los cien años de la celebración del Concilio Vaticano I, Cristiandad se hacía eco con estas palabras del silencio que había rodeado el centenario, «no es de extrañar que el centenario del Vaticano I haya tenido...