El Papa, citando a su santo predecesor, recuerda que «el amor siempre da vida. Por esta razón, el amor conyugal no se agota dentro de la pareja (…). Los cónyuges, mientras se dan entre ellos, donan más allá de sí mismos la realidad del hijo, vivo reflejo de su amor» (Amoris laetitia 165). Toda pareja, sea cual sea la circunstancia en la que se ha engendrado el hijo, se da cuenta de que el amor y los hijos son realidades naturales e intrínsecamente vinculadas. Los hijos buscados, esperados y amados desde el acto de la concepción, son una alegría y una bendición. Pero también los que aparecen inesperadamente llegan para ser amados.
El Papa, afirmando la belleza de las familias numerosas, recuerda que tener hijos es una aventura que requiere unos padres maduros. Esto no nos debe hacer pensar que la procreación ha de llegar tarde en la vida esponsal: cuando los esposos se aman se alegran de que su amor generoso y sencillo culmine con la sorpresa gozosa de un hijo. Ellos aprenden a amar a los hijos que crecen en las entrañas de la madre. La naturaleza le da nueve meses para realizar este aprendizaje tan emocionante.
El Santo Padre afirma que «todo niño tiene derecho a recibir el amor de una madre y un padre, ambos necesarios para su maduración completa y armoniosa» (Amoris laetitia 172). En un tiempo como el nuestro, es necesario revelar que es muy difícil el crecimiento sereno y equilibrado si faltan unos padres que ejerzan su función educadora desde la identidad maternal femenina y paternal masculina. Es saludable y clarificador leer el número 175 de Amoris Laetitia que concluye diciendo: «Hay roles y tareas flexibles, que se adaptan a las circunstancias específicas de cada familia, pero la presencia clara y bien definida de las dos figuras, femenina y masculina, crea el ámbito más apropiado para la maduración del niño». Me pregunto si el fenómeno creciente de la confusión en la orientación sexual de muchos chicos adolescentes no será debido al hecho de que «en la cultura occidental, la figura del padre estaría simbólicamente ausente, desviada, desdibujada. ¿Incluso la virilidad estaría cuestionada?
Xavier Novell, obispo de Solsona, Full diocesà, 21 de mayo de 2017