El ataque contra la vida y la familia en la actualidad es un hecho que debería saltar a la vista de cualquier persona. Pensemos, por ejemplo, que los únicos países del mundo que no permiten el divorcio son Filipinas y el Vaticano. O que tan solo en ocho países (Chile, El Salvador, Malta, Nicaragua, Honduras, República Dominicana, Sudán del Sur y el Vaticano) es ilegal el aborto. Y si nos fijamos en la eutanasia y el «matrimonio» homosexual, cinco estados han legalizado ya este tipo de asesinato y 22 países permiten las bodas entre personas del mismo sexo, cuando en el año 2000 aún no había ninguno que consintiera estas prácticas.
Y basta mirar algunos titulares aparecidos en los últimos meses en distintos medios de comunicación para comprobar que el ataque sistemático contra la vida humana y la familia creada por Dios continúa su curso imparable.
Filipinas. 15 de abril. Quieren legalizar el divorcio en el único país, junto con el Vaticano, donde está prohibido. La red nacional comunitaria y defensora del aborto, Gabriela Women’s Partylist, ha presentado por quinta vez desde 2005 su proyecto de ley para legalizar el divorcio en el país.
Chile. 25 de enero. Avanza el proceso legislativo para despenalizar el aborto. Por veinte votos a favor, quince en contra y dos abstenciones, el Senado aprobó en general el proyecto de aborto en tres supuestos que comenzó a debatirse ayer en un encendido y tenso debate.
El Salvador. 22 de febrero. Un nuevo debate por la despenalización del aborto se originó ayer después de que la ministra de Salud pidiera a la Asamblea Legislativa considerar la propuesta de la diputada del FMLN de incorporar al Código Penal como causal de aborto no punible el aborto terapéutico, eugenésico y ético.
Honduras. 25 de abril. El Congreso Nacional debate sobre la despenalización del aborto. Al penalizar el aborto, el Código Penal de Honduras es incompatible con los derechos humanos y debe ser modificado sin demoras.
República Dominicana. 31 de mayo. Los senadores en la República Dominicana tienen una oportunidad de oro para proteger la vida de millones de mujeres y niñas. Deben aprovechar esta oportunidad y desechar una de las leyes más restrictivas sobre el aborto, contenida en un Código Penal que data del siglo xix.
Perú. 14 de febrero. Congresistas de izquierda presentan proyecto de ley de «matrimonio» homosexual.
Taiwán. 24 de abril. La Justicia legaliza el «matrimonio» homosexual. La decisión de la Corte Suprema de Justicia convierte a la isla en el primer lugar de Asia en permitir las uniones de personas del mismo sexo.
México. 19 de mayo. Corte Suprema de México analizará la reforma que permite «matrimonio» gay en el estado de Morelos.
Este ataque contra la vida y la familia tan universal y reiterado, tan antinatural e irracional, sólo puede tener un origen preternatural, manifestación de aquel que se alza contra todo lo que lleva el nombre de Dios (cf. Pío XI, Miserentissimus Redemptor, 12). Ya que la lucha a la que estamos asistiendo no es simplemente contra la ley natural (no se ponen en cuestión las leyes de la física o de la química) sino contra la ley natural en cuanto reflejo en el hombre de algo sobrenatural.
Así, la introducción del divorcio, negando la indisolubilidad del vínculo matrimonial, pretende hacer imposible la unión fiel de Cristo con la humanidad redimida (cf. Ef 5, 32). La aceptación del aborto y la eutanasia, anulando la dignidad personal del hombre, quiere eliminar el carácter personal de Dios Trino (cf. Mt 28, 19). El «matrimonio» homosexual, cancelando el papel de la paternidad/maternidad, busca que el hombre se olvide que tiene un Padre en el Cielo que le ama (1Jn 3, 1). La ideología de género, disolviendo las diferencias entre hombre y mujer, quiere acabar con la imagen de Dios en el mundo (Gn 1,27). Porque cuando Jesús entró en Jerusalén montado en un asno mientras el pueblo le aclamaba como rey, los fariseos le instaron a reprender a sus discípulos y Él les contestó: «Os aseguro que si ellos callan, gritarán las piedras» (cf. Lc 19, 34-40). Ahora ni a las piedras quieren ya dejar gritar.
Y porque la defensa de la vida y la familia es parte importantísima de la defensa de los derechos, no sólo del hombre, sino de Dios, conviene recordar aquella exhortación del papa Pío XI en la encíclica citada: cuando por las maquinaciones de los impíos se llegó a despreciar el imperio de Cristo con leyes contrarias al derecho divino y a la ley natural, la voz de todos los amantes del Corazón de Jesús, oponiéndose acérrimamente, deben prorrumpir unánimes para vindicar su gloria y asegurar sus derechos: «Es necesario que Cristo reine. Venga su Reino».