Los viernes de la Misericordia», iniciados el pasado mes de enero, se han convertido en unos de los acontecimientos más originales del Jubileo de la Misericordia, y con ellos el Papa pone en práctica cada una de las obras concretas, materiales y espirituales, del amor cristiano. Después de algunos días de la canonización de la Madre Teresa, que desarrolló un extraordinario servicio en favor de la vida, el papa Francisco visitó, por sorpresa, el viernes 16 de septiembre dos lugares con un fuerte significado: el área de neonatología del Hospital San Giovanni en Roma, y después un hospicio en el que residen treinta enfermos terminales.
En la clínica pediátrica, que se haya muy cerca del Vaticano, están en este momento doce bebés con diversas patologías neonatales. Cinco de ellos, de los cuales dos son gemelos, «están muy graves y se encuentran intubados en terapia int»»ensiva. En la parte superior del área se encuentra una sección donde se recuperan otros niños». «Acogido con admiración y sorpresa por parte del personal, al entrar en esta área el Papa tuvo que colocarse una mascarilla como todos los demás y cumplir con todas las precauciones higiénicas para mantener los ambientes asépticos», señaló una nota oficial vaticana. Además de la mascarilla, Francisco se colocó, sobre la sotana blanca, la bata propia del personal sanitario.
El obispo de Roma se acercó a cada una de las incubadoras y saludó a los padres presentes, a quienes consoló y alentó, así como al personal que atiende este servicio de neonatología.
Posteriormente, el Papa se dirigió al hospital «Villa Esperanza», también en Roma, donde residen treinta pacientes en fase terminal. La estructura pertenece a la Fundación Policlínico Universitario Gemelli, de la Universidad Católica del Sacro Cuore.
A su llegada, los responsables dieron la bienvenida al Papa, que quiso saludar uno por uno a cada paciente. La visita supuso una gran sorpresa por parte de todos, pacientes y familiares, que vivieron momentos de intensa emoción, entre lágrimas y sonrisas.
Con este «Viernes de la Misericordia» el Santo Padre ha querido dar una señal fuerte de la importancia de la vida, desde su primer instante hasta su final natural. La acogida de la vida y la garantía de su dignidad en todo momento de su desarrollo es una enseñanza subrayada más de una vez por el papa Francisco, que con estas dos visitas ha señalado de forma concreta y tangible cuán fundamental sea– para vivir la misericordia– la atención a los hermanos en situaciones más débiles y precarias.
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