Aunque la persecución y martirio que sufren la mayor parte de los cristianos en el mundo es a manos del islam, no hay que olvidar otras agresiones, en este caso perpetradas por hindúes. Nos referimos a la masacre en el estado indio de Orissa en 2008 desencadenadas a raíz de la misteriosa muerte del octogenario líder hinduista Swami Laxmanand, de la que se acusó sin prueba alguna a los cristianos. Esta calumnia fue aprovechada para desencadenar una ola de violencia que se saldó con alrededor de un centenar de cristianos asesinados, trescientas iglesias y seis mil domicilios saqueados y 56.000 personas obligadas a huir de sus casas, buscando refugio en los bosques para escapar a esta feroz persecución.
La investigación posterior, cuyas conclusiones se han dado a conocer ahora, ha exculpado a los cristianos de toda responsabilidad en la muerte de Laxmanand, que se atribuye a guerrilleros maoístas. Y sin embargo, siete cristianos fueron detenidos y condenados en 2013, sin pruebas concluyentes, a cadena perpetua, mientras que los responsables de las matanzas de cristianos viven en la más completa impunidad. El caso está ahora en manos del Tribunal Supremo, ante el que los cristianos han recurrido, aunque a estas alturas ni siquiera se ha fijado fecha para el nuevo juicio.
China se asegura la hegemonía continental
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