De nuevo en este Año de la Misericordia nos hacemos eco de distintos acontecimientos eclesiales muy entrañablemente unidos a lo que es más nuclear y querido de nuestra revista. En primer lugar el congreso Cor Iesu,Vultus Misericordiae que ha tenido lugar recientemente en Barcelona del que el lector encontrará una extensa crónica así como un resumen de las principales conferencias y ponencias. Los actos del congreso tuvieron la gozosa y extraordinaria compañía de las reliquias de santa Teresita del Niño Jesús y de sus santos padres Luis Martin y Celia Guérin. Para los redactores de Cristiandad el congreso ha constituido una nueva ocasión para renovar su vocación originaria, dada por su fundador el padre Orlandis, de querer ser apóstoles del Corazón de Jesús, en un mundo que, como ha repetido tantas veces el papa Francisco necesita descubrir que Dios derrama continuamente sobre sus hombros su misericordia. Nuestra pequeña y gran doctora santa Teresita nos lo ha enseñado: sólo si nos hacemos pequeños, podremos salir airosos frente a la llamada insistente de la modernidad que proclama la necesidad de conquistar una engañosa autonomía que oculta la soberbia de la antigua serpiente que quiere separarnos de la mirada del Dios de infinita clemencia y misericordia.
Las consecuencias frustrantes y dolorosas de esta actitud de la modernidad se aprecian en todos los ámbitos, pero de un modo muy especial en el ámbito de la familia. En nuestros días, la familia, a pesar de la experiencia gozosa de la mayor parte de los que han podido disfrutar de una familia a lo largo de su vida, es objeto de una taimada persecución, que consiste en pretender llamar familia a realidades totalmente ajenas a lo que Dios ha dispuesto para el bien de los hombres. El camino ordinario para entender y vivir el precepto evangélico: «si nos hicierais como niños no entraréis en el Reino de los Cielos», es experimentar el amor que desde niño se recibe en el seno de una familia santamente constituida. La vida de los padres de santa Teresita es un ejemplo de la importancia de la familia para descubrir el amor misericordioso de Dios. Así lo manifiesta Teresita en sus escritos cuando afirma: «que en las rodillas de mi padre aprendí todos los tesoros de indulgencia y compasión que se esconden en el Corazón de Jesús».
El otro acontecimiento eclesial del que nos hacemos eco en estas páginas es la celebración del tricentenario de la muerte de san Luis María Grignion de Montfort, el santo que predicó la gozosa esclavitud mariana, el santo que nos enseña que María es el camino fácil, seguro, directo, alejado de todo error que nos lleva a Jesús: por ella nos vino la Encarnación por ella vamos al encuentro de su Hijo Jesucristo. El santo que anunció el triunfo del Reino de Cristo en la historia, reinado que vendría precedido por el triunfo de María, manifestación consumada del amor misericordioso de Dios.
En este mes de Mayo los redactores, haciéndonos eco de estos gozosos acontecimientos eclesiales renovamos nuestro propósito de fidelidad al lema que encabeza nuestra revista: «Al Reino de Cristo por los Corazones de Jesús y María»
Razón del número
De nuevo dos aniversarios de naturaleza muy distinta nos dan ocasión para el contenido del presente número. El pasado mes de diciembre se cumplieron los cien años del nacimiento del escritor ruso Alexander Solzhenitsyn, que tuvo la valentía de...