Ya antes de su canonización, durante el mes de noviembre de 2013, una reliquia de la sangre del beato Juan Pablo II visitó durante tres semanas la archidiócesis de Miami y las diócesis de Orlando, San Agustín y Peoria (Illinois) gracias a la fe y devoción de las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María (SCTJM). Al año siguiente, entre noviembre de 2014 y enero de 2015, la reliquia del ya proclamado santo Juan Pablo II volvió a recorrer América del Norte, deteniéndose de nuevo en la archidiócesis de Miami y Orlando y siendo veneradas también en la archidiócesis de Washington, la diócesis de St. Petersburg y la archidiócesis de Toronto (Canadá).
Ahora el relicario –compuesto por una pequeña ampolla con algunas gotas de sangre del santo colocada sobre un libro de los Evangelios con sus páginas abiertas (similar al que se colocó encima del ataúd del papa Juan Pablo II durante la misa de su funeral) que tienen esculpidas la imagen del báculo del Papa santo en un lado y su escudo de armas con las primeras palabras de su pontificado («No tengáis miedo») al otro– vuelve a peregrinar por América desde el pasado mes de marzo. Y esta vez, tras visitar las archidiócesis de New York, de Portland y de Chicago, dejó los Estados Unidos para pasar por Guatemala, donde fue venerada por cientos de fieles en el marco del bicentenario de la construcción de la catedral metropolitana, y Cuba, que lo recibió «con el deseo de que el paso de estas santas reliquias por nuestra archidiócesis dé fruto de santidad y aumento en la devoción entre nosotros.»
De vuelta a los Estados Unidos y tras ser veneradas en la diócesis de Delaware, la reliquia partió hacia El Salvador, país que la recibió con gran alegría entre banderas blancas y amarillas, repicar de campanas, explosión de cohetes y al son de «Juan Pablo II, te quiere todo el mundo». Ya en mayo, el relicario se detuvo en Perú donde una larguísima hilera de fieles rodeó el santuario archidiocesano Señor de la Divina Misericordia de Lima a la espera de su turno para orar y pedir la intercesión de san Juan Pablo II. De Perú han pasado a Panamá, siendo visitadas por cientos de feligreses procedentes de parroquias, iglesias, capillas, conventos y comunidades religiosas en respuesta al llamamiento de su arzobispo y presidente de la Conferencia Episcopal Panameña, José Domingo Ulloa Mendieta, que exhortaba a manifestar la honra, la admiración, el respeto y la devoción de corazón del pueblo panameño hacia san Juan Pablo II.
Y tras Panamá, el turno le ha tocado a Nicaragua, donde la catedral metropolitana de Managua se quedó pequeña para recibir a los miles de fieles que acudieron a venerar la reliquia. «Esto ha desbordado nuestras expectativas», dijo Boanerges Carballo, vicario episcopal de Pastoral, quien ha organizado para estos días unas jornadas bajo el lema «Santos y apóstoles del tercer milenio. No tengamos miedo».
La peregrinación de la reliquia de san Juan Pablo II seguirá por Méjico, Ecuador y Uruguay hasta finales de junio.