León XIII gobernó la Iglesia en una Europa fragmentada por las revoluciones liberales y los designios de las sociedades secretas. A esto se le sumaron los embates de los nuevos socialismos y del anarquismo, reacciones contra el liberalismo económico, aunque provienen de su misma fuente. Ya desde finales del siglo xviii, las revoluciones industriales habían provocado un cambio profundo en las dinámicas económicas y sociales del mundo. Además de un inmenso y exponencial desarrollo y competitividad económica sin límites, desató una carrera imperialista por las materias primas, alimentó la naturalista idea del progreso ilimitado, y provocó la aparición de la llamada «cuestión social». A pesar de ello: «El peligro no estaba tanto en la fuerza del socialismo, como en la debilidad de la sociedad. Y esta debilidad era hija de la confusión de ideas a que había conducido al olvido de los principios católicos.»
La «cuestión social» es también lo que preocupa al papa León XIV hoy en día. Pero en estos 150 años las ideas han evolucionado mostrando nuevos rostros y formas, aunque sigue siendo correcto afirmar que la confusión social que existe en nuestra sociedad es proporcional a su alejamiento de los principios católicos, que ya no empapan lo natural para ordenarlo, pacificarlo y conducirlo a su plenitud.
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