La mundanidad es uno de los «enemigos» contra los que el santo padre Francisco más nos exhortó a lo largo de su pontificado. Él lo veía como una de las grandes amenazas para la Iglesia siguiendo la reflexión de un teólogo al que citaba a menudo: «el padre Henri de Lubac, en algunas páginas de un texto que os invito a leer, definió la mundanidad espiritual como “el peligro más grande para la Iglesia” – para nosotros, que somos Iglesia – la tentación más pérfida, la que siempre renace, insidiosamente, cuando las otras son vencidas». Y ha añadido palabras que me parecen muy acertadas: «Si esta mundanidad espiritual invadiera a la Iglesia y trabajara para corromperla socavando su mismo principio, sería infinitamente más desastrosa que cualquier simple mundanalidad moral».
De Evangelii Gaudium. Cap. II Núm II. [93-97] No a la mundanidad espiritual
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