Se ha creído oportuno dedicar, de nuevo, este segundo número de Cristiandad del presente año a la encíclica Dilexit nos sobre el Sagrado Corazón de Jesús, con el fin de completar las glosas realizadas en los artículos del anterior mes. La encíclica nos ofrece la oportunidad de ir profundizando en las riquezas inagotables que encierra la devoción al Corazón de Jesús y además creemos que puede ser un modo muy adecuado de continuar celebrando el 350 aniversario de las apariciones de Paray-le-Monial.
Hace ya unos años durante el pontificado de Benedicto XVI, las palabras del Papa dirigidas a la curia romana comentando las encontradas interpretaciones de que había sido objeto el Concilio Vaticano II dieron lugar a numerosos y diversos comentarios. Recordemos aquellas palabras del Papa: «Por una parte existe una interpretación que se podría llamar “hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura”; que a menudo ha contado con la simpatía de los medios de comunicación y también de una parte de la teología moderna. Por otra parte, está la “hermenéutica de la reforma”, de la renovación dentro de la continuidad del único sujeto-Iglesia, que el Señor nos ha dado; es un sujeto que crece en el tiempo y se desarrolla, pero permaneciendo siempre el mismo, único sujeto del Pueblo de Dios en camino» (22/12/2025).
Hemos recordado estas palabras porque pueden ayudarnos a valorar la importancia tan singular de la Dilexit nos.
Cuando el papa Francisco anunció la publicación de una exhortación apostólica (que más tarde fue una encíclica), inmediatamente se escribieron comentarios que reflejaban la situación eclesial en que vivimos. En este caso los partidarios de la ruptura explícita guardaron un silencio significativo, dejaron caer que sería un documento de circunstancias o que no iba a aportar ninguna novedad, o que iba a plantear la devoción al Corazón de Jesús en unos términos totalmente distintos a lo que hasta entonces había hecho el magisterio pontificio. Una vez publicada la encíclica optaron, en general, por el silencio: no tenían otra posibilidad.
No sé si en términos absolutos aunque creemos que así es, ninguna encíclica había hecho tanta insistencia explícita en la continuidad doctrinal en la historia de la Iglesia. No solamente subraya cómo la Iglesia ha nosiderado la contemplación del Corazón abierto de Jesús como el medio más adecuado para alcanzar, dentro de los limites humanos, a comprender lo que es el amor infinito de Dios, sino que además ha querido subrayar el Papa como esta comprensión se ha ido enriqueciendo a través del testimonio de tantos santos apóstoles del Corazón de Jesús. Este testimonio ha sido confirmado por el magisterio pontificio especialmente a partir de Pio IX al establecer la solemnidad litúrgica del Sagrado Corazón de Jesús como obligatoria para toda la iglesia en 1856 y en todos los pontificados posteriores con las encíclicas, cartas, alocuciones, homilías, dedicadas al Corazón de Jesús. Así lo recoge la encíclica Dilexit nos, esta continuidad confirmada en muchos momentos de la encíclica, sirvan de ejemplo estas palabras: «Allí podemos encontrar el Evangelio entero, allí está sintetizada la verdad en que creemos, allí está cuanto adoramos y buscamos en la fe, allí lo que más necesitamos» (Dilexit Nos, 89). «A veces tenemos la tentación de considerar este misterio de amor como un admirable hecho del pasado, como una bella espiritualidad de otros tiempos, y necesitamos recordar una y otra vez, como decía un santo misionero, que “este Corazón divino, que toleró ser atravesado por una lanza enemiga para derramar por esa sagrada abertura los sacramentos con los que se formó la Iglesia, de ningún modo ha dejado de amar”» ( Dilexit Nos, 149)
Pero como decía Benedicto XVI, frente a la hermenéutica de la ruptura, el magisterio de la Iglesia propone la hermenéutica de la reforma que es renovación dentro de la continuidad. Esta encíclica es un ejemplo de ello. Nos podemos fijar en dos aspectos muy enriquecedores en el modo que el Papa actual ha propuesto la práctica de la devoción al Corazón de Jesús. Las repetidas referencias a la espiritualidad de santa Teresita del Niño Jesús son un ejemplo de ello. Misericordia como raíz y fundamento de la confianza tan intrínsecas en la devoción al Corazón de Jesús han sido afirmadas en los escritos y en la vida de nuestra santa de un modo providencial para nuestros tiempos. Finalmente la reparación, el aspecto a menudo más discutido o peor entendido de esta devoción, ha sido subrayado por el Papa con especial énfasis, presentándolo con un doble modo: responder a la petición del Corazón de Jesús de corresponder a su amor, consolándolo y además ofreciendo la vida a la acción misionera de hacer amar al Amor.