Para todo cristiano la Sagrada Escritura es la fuente en la que, juntamente con la Tradición, bebe su fe. En este sentido la devoción al Sagrado Corazón, que ha sido presentada por los papas de los siglos xix, xx y xxi como la «síntesis de la religión cristiana y la norma de vida más perfecta», tiene que tener su fundamento en la revelación transmitida en la Sagrada Escritura.
Sin embargo, a un nivel superficial esto no aparece de un modo evidente. Pues, si hacemos una búsqueda simplemente de la palabra corazón (en griego kardia) referida a Jesús, vemos que en el Nuevo Testamento tiene una única referencia (Mt 11,29). Si por otra parte buscamos las palabras reparación (en griego plēmmeleía), consuelo (en griego paráklēsis o parēgoría) o consagración (en griego hagiasmós) referidas a nuestra respuesta al Corazón del Señor no encontraremos nada. ¿Cómo reconocer, pues, la devoción al Corazón del Señor en la Sagrada Escritura?
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