Y dijo Dios:
«Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como
semejanza nuestra, y manden
en los peces del mar y en las aves de
los cielos, y en las bestias y en todas
las alimañas terrestres, y en todas las
sierpes que serpean por la tierra.
Creó, pues, Dios al ser humano
a imagen suya, a imagen de Dios le
creó, macho y hembra los creó.
Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios:
«Sed fecundos, multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad
en los peces del mar y en las aves de
los cielos y en todo animal que serpea
sobre la tierra.»
Dijo Dios: «Ved que os he dado toda
hierba de semilla que existe sobre la
haz de toda la tierra, así como todo
árbol que lleva fruto de semilla; para
vosotros será de alimento.
Y a todo animal terrestre, y a toda
ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento.»
Y así fue.
Vio Dios cuanto había hecho, y
todo estaba muy bien. Y atardeció y
amaneció: día sexto. (Génesis 1, 26-31)