Como ya dijimos, Margarita se había ofrecido como víctima por las faltas de observancia de sus hermanas en el convento de Paray y tras la aparición de los dos cuadros entre los cuales tenía que escoger Margarita, el divino Corazón la tomo por víctima de la Divina Justicia. EL motivo de ello fue la existencia de algunas faltas de observancia que había en la Comunidad de Paray. Aquel día, víspera de la renovación de votos de la comunidad, el divino Corazón quiso que la Justicia divina traspasara las carnes de su esposa Margarita.
Jesús le dijo a Margarita que dijera ante toda la Comunidad, solicitado el permiso de la M. de Saumaise, que estaba descontento por el comportamiento de algunas hermanas. Margarita, al recibir el encargo, tuvo miedo y vergüenza en hacerlo, y Jesús se le apareció de nuevo y le dijo: “Muy duro te es luchar contra los estímulos de mi justicia; pero, puesto que te has resistido tanto para evitar las humillaciones, que te convenía sufrieras en este sacrificio, te las daré duplicadas. No te pedía sino un sacrificio secreto; ahora lo quiero público fuera de todo racionamiento humano en cuanto a la manera y el tiempo y acompañado de tan humillantes circunstancias, que te servirán de materia de confusión para el resto de tu vida ante ti misma y ante las creaturas, a fin de que comprendas lo que es resistir a Dios.”
Tras esta reprimenda, Margarita ya no retrasó más el encargo y pidió el permiso a la M. Superiora. La M. Saumaise, que estaba enferma, concedió el permiso, ya fuera para humillar más a Margarita o ya para satisfacer los deseos del Sagrado Corazón, y Margarita, reunida la comunidad, se puso de rodillas ante la misma y les comunicó el encargo que tenía del Sgdo. Corazón respecto a la falta de observancia de algunas hermanas. Este acto le causó a Margarita derramar abundancia de lágrimas, dice ella: Creo poder asegurar que nunca había sufrido tanto; aun cuando hubiera podido reunirse todos los sufrimientos que hasta entonces había tenido y aún cuando todos ellos juntos hubieran sido continuos hasta la muerte. Dice Margarita que el Señor quiso favorecer a su miserable esclava para honrar la noche dolorosa de su Pasión, si bien no fue sino una pequeña partecilla.
Ello le proporcionó múltiples desprecios y humillaciones por parte de las hermanas que la llevaron, con insultos, arrastrándola y golpeándola hasta su habitación, dejándola medio muerta.
Al día siguiente tuvo lugar la renovación de los votos de las religiosas y Jesús se le mostro con el rostro benigno y le dijo que su santidad de justicia estaba satisfecha.
A partir de entonces aquel cuadro de la Crucifixión se debía proyectar constantemente ante la vida de Margarita. También le afectaron estas tribulaciones a la salud física, y no podía comer nada, pues lo devolvía todo, solo podía comer pan y agua. Ante esta situación la M. de Saumaise, le pidió que fuera a comulgar y el Medico divino le volviese la salud. Y así fue.
A mediados de 1678, finalizado su superiorato la M. de Saumaise deja el convento de Paray le Monial convencida de la veracidad de las apariciones del Sagrado Corazón a la hermana Margarita. Ella será a partir de ahora un apóstol de la devoción al Sagrado Corazón.
Para sustituir a la M. Saumaise llegó la M. Rosalía Greyfié que llegó para poner todavía más a prueba a la hermana Margarita. Nada amiga de las vías extraordinarias, le obligó nuevamente a consultar a directores espirituales, le prohibió las Horas santas pedidas por el Sgdo. Corazón y todo ello le llevó a perder la paz interior. La muerte de una hermana de la comunidad fue tomada como un castigo de Dios a la comunidad, lo que hizo que la M. Superiora revocara la prohibición.
Convencida ya la M. Greyfié, de la situación de la H. Margarita, como víctima del Sgdo. Corazón, se confirma un testamento entre los dos en el que la M. Superiora hace de notario: “Mi H. Margarita María declara que se desprende de todo libre y absolutamente, excepto de la voluntad de estar por siempre unida al Divino Corazón de Jesús y amarle puramente por amor del mismo. En fe de lo cual ella y yo firmamos este papel. Escrito el último día de diciembre de 1678. H. Petronila Rosalía Greyfié, actual Superiora… H. Margarita María, discípula del Divino Corazón de Jesús”. Al día siguiente, Jesús le daba a leer, escrito en su Corazón, la donación que Él hacía a su vez de todos sus tesoros. Ella lo transcribió con sangre de sus venas: “Yo te constituyo heredera de mi Corazón y de todos sus tesoros en el tiempo y en la eternidad, permitiéndote usar de ellos según tus deseos; te prometo que no dejaré de socorrerte sino cuando mi Corazón carezca de poder; tu serás para siempre su discípula muy amada, el juguete de su beneplácito y el holocausto de sus deseos; y Él será para ti el único regocijo de tus deseos que reparará y suplirá tus defectos y desempeñará tus obligaciones”. Margarita grabó sobre su corazón el santo nombre de JESUS.
Todo ello no acabó de convencer a la M. Greyfié de todo prejuicio contra Margarita, la cual decía que la amaba porque la sustentaba “con el delicioso pan de la mortificación y humillación”. Poco después llegaba el P. de la Colombière a Paray de regreso de Londres en donde había sido encarcelado y expulsado. Al hablar con Margarita la encontró “muy humilde y sumisa y con profundo amor a la cruz y a los desprecios”. Además, pudo hablar con la M. Superiora y le confirmó que, “según todos los visos, lo que le pasaba a la referida Hermana era cosa de Dios”. La M. Superiora tras esto le mostró un cariño maternal, pero no dejó de probarla fuertemente.