Tal y como venían anunciando las encuestas, en las recientes elecciones regionales de los distintos Lander alemanes el partido “Alternativa para Alemania” (AfD), ha experimentado un espectacular ascenso. En los tres Lander que ya han pasado por las urnas, Turingia, Sajonia y Brandeburgo, AfD ha cosechado la victoria en Turingia, y ha obtenido la segunda posición en Sajonia y Brandeburgo. Su ideario político, en líneas generales, puede resumirse en un nacionalismo alemán (no-religioso), con una firme postura de aumento del control migratorio, y de euroescepticismo, con especial énfasis en la oposición a las regulaciones climáticas.
Este ascenso electoral ha sacudido tanto el panorama político alemán como europeo. Lejos de ser un fenómeno aislado o anecdótico, parece que el éxito de AfD es un reflejo ya innegable de la frustración acumulada por parte de un amplio sector de la sociedad que siente que los partidos tradicionales han fracasado. Este partido, que surgió como una fuerza política minoritaria en 2013, ha logrado consolidarse como la principal alternativa política en varios estados alemanes, especialmente en el este del país.
Los resultados de AfD en los estados de Turingia, Sajonia y Brandeburgo han sorprendido por su magnitud. En Turingia, AfD alcanzó un 31% de los votos, lo que le permitió consolidarse como la primera fuerza política en el estado. Este resultado refleja un cambio radical en la estructura política de la región, tradicionalmente dominada por los partidos del centro y la izquierda. En Sajonia, AfD también logró un notable 28%, mientras que en Brandeburgo obtuvo el 24%, quedando en una destacada segunda posición muy cercana a los socialistas del SPD, partido al que pertenece el actual canciller alemán Olaf Scholz.
En contraste con el éxito de AfD, los partidos tradicionales, como la CDU (democracia cristiana) y el SPD (socialistas), han visto cómo su base electoral se erosionaba considerablemente. En Turingia y Sajonia, los partidos que forman la actual coalición de gobierno nacional (los Verdes, el SPD y los Liberales) lograron resultados desastrosos, obteniendo apenas un 17% de los votos en Sajonia y un 13% en Turingia.
La situación es indicativa del profundo malestar que sienten muchos alemanes ante la situación a la que los partidos tradicionales han llevado al país. El mensaje cada vez más descafeinado de la democracia cristiana ha ido perdiendo fuelle y la aleja de la posición dominante que ha gozado tantos años en Alemania (Ángela Merkel fue capaz de gobernar el país como líder del CDU durante 16 años). Por otro lado, la actual coalición tripartita de gobierno ha sido incapaz de contener el avance de AfD. Más pendientes de lidiar con las disputas internas y las diferencias que les separan, han ahondado en la tendencia multicultural y han sido incapaces de frenar la inmigración irregular. Una parte sustancial de los votantes han respondido apoyando a un partido que promete políticas más firmes y claras, especialmente en los temas que más preocupan a la ciudadanía, como la inmigración y la seguridad.
El vuelco y contraste se ha dado de manera especial entre los jóvenes. En Sajonia, el 38% de los votantes entre 18 y 24 años apoyaron a AfD, De manera similar, entre los votantes menores de 34 años, un tercio de ellos apoyó a AfD en Turingia y Brandeburgo.
Otro de los hechos llamativos de estas elecciones ha sido el crecimiento de BsW. Este partido, de izquierda radical, defiende también un fuerte rechazo a la inmigración irregular y a la Unión Europea, abogando también por interrumpir las ayudas militares a Ucrania. BsW ha logrado la tercera posición tanto en Turingia, y Sajonia como en Brandeburgo, con un 16%, 12% y 13% de los votos, respectivamente. Parece bastante evidente que muchos votantes de izquierdas no se sienten ya apelados por la agenda woke y las promesas vacías con las que los bombardean a diario los partidos de izquierda tradicionales, y priorizan a la hora de orientar su voto los problemas reales que sufren en el día a día, como la inseguridad social, el estancamiento de los salarios o la dificultad creciente de acceder a una vivienda.
La situación en Alemania no es única. Su vecina Austria acaba de situarse en un escenario similar tras sus elecciones nacionales, en las que el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), considerado el homólogo de AfD en términos de postura anti-inmigración y nacionalismo, ha logrado ser el partido más votado. Este éxito refleja un fenómeno creciente en Europa: los partidos tradicionales, con un mensaje cada vez más acomplejado entre los de derechas, y más radical y woke entre los de izquierdas, están dejando escapar a un electorado que huye hacia nuevos partidos que capitalizan el descontento hacia las políticas que los partidos tradicionales han impulsado.