Ángela de Sainte Croix, joven estudiante en el internado del convento de Oiseaux en París, de la Congregación de Notre-Dame, tuvo la feliz «ocurrencia» de proponer la celebración de un mes dedicado a honrar al Sagrado Corazón, similar al mes de María que la Iglesia ya celebraba en mayo. La idea fue presentada por la Madre superiora a monseñor Quélen, arzobispo de París, aprovechando su presencia en el convento durante una fiesta escolar el 29 de mayo de aquel año. Éste, entusiamado, no sólo autorizó la nueva devoción sino que quiso indicar la intención: «El mes se hará por la salvación de los pecadores y la salvación de Francia».
Este nuevo mes del Sagrado Corazón se celebró ese mismo junio en el colegio cada día después de la misa de comunidad, comenzando por la consagración al Sagrado Corazón, realizando después una lectura o meditación piadosa y un cántico referente a Jesús y terminando con las jaculatorias: «Sagrado Corazón de Jesús, ten misericordia de nosotros. Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros».
Acabado el mes, una de las internas, inglesa, sacó una copia de todas las meditaciones leídas durante esta celebración y al volver a casa imprimió un pequeño librito parecido al mes de mayo y envió un ejemplar a las monjas. Viendo en ello la mano de Dios, las monjas revisaron y corrigieron los textos, publicándolos en un nuevo libro (Mes del Sagrado Corazón A.M.D.G.) en 1836 que, gracias al apostolado de las religiosas y de las alumnas del colegio, tuvo tal éxito que al finalizar el siglo se habían hecho 61 ediciones de 20.000 ejemplares cada una.
Religiosos de varias órdenes y congregaciones, principalmente jesuítas y franciscanos, también colaboraron activamente en la difusión de esta devoción, que fue introducida en Alemania, Viena y Roma por la condesa Anhalt-Coethen, hermana del rey de Prusia. De hecho, no pasaron muchos años sin que todos los conventos y comunidades religiosas lo hicieran suyo, adaptándolo cada país a sus propias costumbres, de manera que hoy en día ya forma parte de la vida de toda la Iglesia universal. Así lo hemos podido ver también este mes de junio –cuando se cumplían los 125 años de la consagración del mundo al Corazón de Jesús realizada por el papa León XIII– en la cantidad de actos de homenaje al Corazón de Jesús que han tenido lugar en los cinco continentes.
Numerosos países se consagran o renuevan su consagración
Como informa la agencia Fides, en China, por ejemplo, que cuenta con más de doscientas parroquias, iglesias o capillas dedicadas al Sagrado Corazón, la pequeña comunidad católica de Chaizhuangcun, en la provincia de Hebei, ha adelantado este año dos días la celebración de la festividad del Corazón de Jesús con el fin de poder compatibilizar esta fiesta con los trabajos de la cosecha de grano. Durante la Santa Misa, concelebrada con cinco sacerdotes más, monseñor Joseph Sun Jigeng, obispo de la diócesis de Yongnian (ahora Handan), afirmó: «Somos pocos pero habéis hecho preparar el nuevo altar, el ambón, el tabernáculo y también el nuevo baptisterio para expresar nuestra fe y nuestro deseo de obrar siempre según la voluntad del Señor Jesús y según su Sagrado Corazón». O en la parroquia del Sagrado Corazón de Quxi (Ouhai), en la diócesis de Wenzhou, donde cada domingo de junio más de 350 bautizados, después de la solemne procesión desde el convento de las religiosas de Santa Teresita, participan en la Eucaristía y rezan juntos el rosario, compartiendo además encuentros y catequesis dedicados a la devoción del Sagrado Corazón.
También en Turquía el pasado viernes 7 de junio de 2024, fiesta del Sagrado Corazón, el nuncio apostólico monseñor Marek Solczyński, rodeado por casi todos los obispos de las cuatro comunidades católicas del país –latina, armenia, siríaca y caldea–, presidió la ceremonia en la que la Iglesia católica en Turquía fue consagrada al Corazón de Jesús en la catedral de San Juan en Esmirna tras la celebración eucarística, un rato de adoración y el rezo de las letanías del Corazón de Jesús. La iniciativa partió del padre Amprino, canciller de la archidiócesis de Esmirna, con el objetivo de conseguir para Turquía los frutos espirituales que esta consagración trajo consigo a Ecuador, primer país en consagrarse al Sagrado Corazón, y que el papa Francisco recordó en su viaje apostólico a ese país en 2015: «Pienso que se lo debo decir como un mensaje de Jesús: todo esto de riqueza que tienen ustedes, de riqueza espiritual, de piedad, de profundidad, viene de haber tenido la valentía –porque fueron momentos muy difíciles–, la valentía de consagrar la nación al Corazón de Cristo, ese Corazón divino y humano que nos quiere tanto. Y yo los noto un poco con eso: divinos y humanos. Seguro que son pecadores, yo también pero… pero el Señor perdona todo y… ¡custodien eso! Y después, pocos años después, la consagración al Corazón de María. No olviden: esa consagración es un hito en la historia del pueblo de Ecuador y de esa consagración siento como que les viene esa gracia que tienen ustedes, esa piedad, esa cosa que los hace distintos».
También Ecuador se ha vestido de fiesta este año para conmemorar aquel 25 de marzo de 1874 en que el presidente de la República, Gabriel García Moreno, y el arzobispo de Quito, monseñor José Ignacio Checa y Barba, consagraron su país al Sagrado Corazón de Jesús. La celebración de este 150 aniversario comenzó el año pasado con diversas actividades religiosas y tuvo su momento central en la renovación de esta consagración nacional el pasado 25 de marzo en una ceremonia presidida por monseñor Alfredo José Espinoza Mateus, arzobispo de Quito y primado de la Iglesia en Ecuador, en la basílica del Voto nacional de Quito, quien durante la homilía afirmó que «con la renovación de la consagración, Ecuador pone su corazón en el Corazón de Jesús para amar, para servir, para abrir sus brazos, para mirar la realidad y para crear fraternidad. (…) [De nuevo es momento de] volver a decir de una vez y para siempre: “¡Todo es tuyo, salva al Ecuador!”». Monseñor Espinoza, en el contexto del tema del 53° Congreso Eucarístico Internacional que tendrá lugar en Quito del 8 al 15 de septiembre, también hizo alusión a la necesidad que tiene el mundo actual de sentirse amado, la necesidad que tienen todos los hombres de sentir que no están solos sino que tienen hermanos que se preocupan por ellos y pueden ayudarlos a sanar sus heridas.
Por su parte, la arquidiócesis primada de México fue consagrada de nuevo al Sagrado Corazón de Jesús el pasado 26 de mayo, solemnidad de la Santísima Trinidad, tras la santa misa en la basílica de Guadalupe en la Ciudad de México. Esta consagración es fruto de las solicitudes de diferentes grupos de laicos recordando las arraigadas manifestaciones populares de esta devoción, tanto en la Iglesia universal como en México. «La Iglesia –recuerda el cardenal Aguiar, arzobispo primado de México–, a lo largo de la historia, ha acudido al auxilio divino a través de actos de consagración al Sagrado Corazón en momentos especialmente difíciles de falta de paz para las familias, para la sociedad, para el Pueblo de Dios, para las naciones, ocasionados por diversos conflictos». Con el fin de revivir la devoción al Sagrado Corazón en cada familia mexicana y considerando las tiempos complicados que vive su país y el mundo, monseñor Aguiar decidió realizar esta renovación de la consagración al Corazón de Jesús, pidiendo perdón a Dios «por todas las transgresiones, violaciones y ofensas, que se han cometido en contra de tu santo nombre, de tus mandamientos, de nuestra fe».
El papa Francisco, en su catequesis del pasado 5 de junio, también recordó que el mes de junio la Iglesia lo dedica especialmente a honrar al Sagrado Corazón y anunció que, con ocasión del 350° aniversario de la primera manifestación del Sagrado Corazón de Jesús a santa Margarita María de Alacoque, está preparando «un documento que recoja las valiosas reflexiones de los textos magisteriales anteriores y de una larga historia que se remonta a las Sagradas Escrituras, para volver a proponer hoy, a toda la Iglesia, este culto lleno de belleza espiritual.