De rodillas, con el Santísimo en la custodia sostenido por sus manos y rodeado de policías, mientras numerosos fieles coreaban «Cristo ayer, Cristo hoy, Cristo siempre». Esta es la imagen del obispo de Matagalpa (Nicaragua), Rolando Álvarez, que dio la vuelta al mundo el 4 de agosto de 2022, día en que fue encarcelado por el régimen sandinista de Daniel Ortega después de sufrir semanas de asedio policial en su residencia.
Aquel día, los fieles de Matagalpa estaban invitados en la catedral a una misa y una Hora Santa de oración por la situación del país, pero la policía impidió al obispo salir del palacio episcopal. Por eso decidió sacar a Jesús sacramentado a la calle. «Miedo y de rodillas, sólo ante Dios», exclamaba.
Nicaragua, Venezuela, Cuba y Haití son los cuatro países latinoamericanos donde existe una persecución o discriminación hacia los cristianos, según el Informe de libertad religiosa de 2023 de Ayuda a la Iglesia Necesitada. Chile, México y Argentina están «en observación» debido a diversos episodios de violencia. En general, la Iglesia en Latinoamérica sufre desde hace más de dos décadas una persecución más incruenta que cruenta, que ha ido creciendo conforme los partidos de inspiración socialista y marxista han llegado a los gobiernos de distintos países. Miembros de antiguos grupos revolucionarios y guerrilleros de ideología marxistas-leninista han ocupado cargos de poder e impulsado reformas legislativas intervencionistas.
El Foro de Sao Paulo, impulsado en 1990 por Lula da Silva (Partido de los Trabajadores de Brasil), ha tenido un papel muy importante en el resurgir de estas corrientes políticas, con el apoyo del régimen cubano. La llegada al poder de Hugo Chávez en Venezuela, en 1998, marcó un hito para la formación de un eje bolivariano y antiimperialista en el continente. Desde sus inicios, Chávez buscó una Iglesia controlada y sometida a sus dictados. Consciente de la religiosidad del pueblo venezolano, recurrió a los discursos de tinte mesiánicos plagados de referencias espirituales en un intento de mostrarse como un elegido por Dios. El choque con los obispos venezolanos no tardó en llegar, en especial en 1999 con el anuncio de un referéndum para una nueva constitución. «Los que disientan de Hugo Chávez tendremos que escondernos o callarnos, porque cuando habla él nadie puede disentir», declaró entonces el arzobispo de Coro, monseñor Roberto Luckert. Unas palabras proféticas visto el devenir del país.
Tras la muerte de Chávez en 2013, su sucesor, Nicolás Maduro, promovió una especie de divinización y culto a la figura del mandatario. Llegó a afirmar: «Nunca hubo aquí en Miraflores (palacio presidencial) un hombre que practicara la honestidad y el amor a Cristo como Hugo Chávez». El actual régimen bolivariano y populista de Maduro ha mantenido un constante acoso con la Iglesia del país y permite que grupos afines al gobierno amenacen a sacerdotes y religiosos, interrumpan misas y saqueen iglesias y centros parroquiales. A pesar de ello, la Conferencia Episcopal Venezolana ha sido valiente denunciando la situación de pobreza y la represión contra los opositores políticos. Destaca el comunicado emitido por los obispos el 4 de febrero de 2019. «Experimentamos en todas las comunidades en las que servimos una dolorosa situación de injusticia y sufrimiento por la carencia de lo necesario para una vida digna y productiva, y la indefensión ante la injusticia», señalaban en la nota. En su punto final, la Conferencia Episcopal expresó: «Confiemos en el Dios de la historia. Él es el Dios de la salvación, en Jesús libertador que nos dice: «No tengáis miedo. Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt, 28, 20)».
En cuanto a Cuba, el Partido Comunista mantiene el control total sobre todos los aspectos a través del Departamento Ideológico, que supervisa a la Oficina de Asuntos Religiosos. Esta oficina aprueba o deniega las visitas de extranjeros a las asociaciones religiosas, autoriza la construcción, reparación o adquisición de lugares de culto, concede los permisos para celebrar servicios religiosos públicos, supervisa la importación de literatura religiosa.
Por su parte, Haití es desde hace una década un estado fallido, sumido en la pobreza y dominado por las bandas armadas. La Iglesia ha sido víctima de esta violencia, con el secuestro de decenas de sacerdotes y religiosos y el asesinato de un párroco, André Sylvetre, en 2021 y de una monja misionera, Luisa del Orto, en 2022. Chile todavía sufre coletazos de la violenta protesta anticlerical que se levantó en 2019, con el saqueo y quema de iglesias.
La persecución en Nicaragua
Pero sin duda, la situación más difícil se vive en Nicaragua, con el gobierno del sandinista Daniel Ortega y su mujer, Rosario Murillo. En estos cinco años han llevado una estrategia de acallar la voz de la Iglesia. En septiembre de 2022, el presidente Ortega calificó a la Iglesia católica de «dictadura perfecta» y acusó al papa Francisco de utilizar a los obispos de Nicaragua para dar un golpe de Estado.
El 12 de marzo de 2022, el gobierno retiró su beneplácito al nuncio apostólico, el arzobispo Waldemar Stanisław Sommertag, obligándole a abandonar inmediatamente el país, a pesar de las protestas de la Santa Sede. El personal de la Iglesia se ha visto obligado a abandonar el país debido a las decisiones del Gobierno de cancelar la personalidad jurídica de muchas ONG. En julio, religiosas de las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta fueron expulsadas del país. También las Hermanas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús.
Tal como explica Ayuda a la Iglesia Necesitada en su informe, los sacerdotes han sufrido reiterados asedios durante su labor pastoral. El obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, decidió iniciar un ayuno hasta que el régimen se comprometiera a «respetar su integridad y la de su familia». La Conferencia Episcopal Católica de Nicaragua respaldó esta determinación de monseñor Álvarez. Sin embargo, durante la madrugada del 19 de agosto, el obispo de Matagalpa fue arrestado junto con otros ocho religiosos y un laico. Monseñor Rolando fue enviado a prisión en agosto de 2022 y condenado a 26 años de cárcel. En enero de 2024, el prelado y quince sacerdotes fueron expulsados del país tras las negociaciones entre el gobierno de Ortega y la Santa Sede. La abogada nicaragüense Martha Molina, exiliada en Estados Unidos, ha contabilizado 176 sacerdotes y religiosas expulsados del país. El régimen de Ortega despoja de la nacionalidad nicaragüense a los acusados de «traición a la patria». Les retira el pasaporte y les convierte en apátridas sin opción de regreso.
Entre 2021 y 2022, el gobierno sandinista suspendió todos los medios de comunicación católicos, entre ellos el canal de televisión de la Conferencia Episcopal de Nicaragua. La educación ha sido uno de los principales frentes de batalla de Daniel Ortega. En agosto de 2023 fue cerrada e incautada la UCA, la Universidad Centroamericana, adscrita a la Compañía de Jesús desde hace seis décadas. También fueron incautadas las viviendas de los jesuitas en Managua. La UCA era la única universidad privada que seguía en activo después de que el Gobierno clausurara otros 26 centros de estudios, muchos de ellos vinculados a la Iglesia. Esta universidad acogió en 2018 una protesta juvenil contra la deriva autoritaria del gobierno sandinista.
Daniel Ortega tomó el control de la UCA, que se ha convertido en un centro de adoctrinamiento del Frente Sandinista. Ahora se llama Universidad Casimiro Sotelo Montenegro. Este personaje fue en la década de 1960 un líder estudiantil del Frente Sandinista que dirigió las protestas contra la dictadura de Anastasio Somoza, de corte liberal. Sotelo fue estudiante de la UCA, que entonces mantenía en su claustro a importantes defensores de la teología de la liberación. Paradójicamente, este centro de enseñanza ahora es víctima de aquellas personas que supuestamente iban a luchar contra las injusticias y opresiones del pueblo.
Tal como resume Jorge Soley Climent, colaborador de Cristiandad, «Hispanoamérica, socavada por la teología de la liberación, el indigenismo, el bolivarianismo y unas élites que han abrazado el liberalismo más ramplón y han abandonado la lucha por las ideas por un enriquecimiento rápido, vive en permanente sobresalto y con unas negras expectativas que amenazan con acabar disolviendo también su tesoro más preciado: la fe popular». Esa piedad popular que tanto enfada a las ideologías postmarxistas en Latinoamérica es lo que ha mantenido la fidelidad de las comunidades católicas. Una muestra de ello es la multitudinaria peregrinación, el 28 de mayo de 2018, a la catedral de la Inmaculada Concepción de María de Managua. Su objetivo, pedir a la Virgen que interceda a favor de la paz en el país.
Cabe recordar las palabras de Pío XII en su encíclica Haurietis aquas sobre el culto al Sagrado Corazón: «Pudiendo, pues, observar que, por desgracia, el número de los que se jactan de ser enemigos del Señor eterno crece hoy en algunas partes, y que los falsos principios del materialismo se difunden en las doctrinas y en la práctica; y oyendo cómo continuamente se exalta la licencia desenfrenada de las pasiones, ¿qué tiene de extraño que en muchas almas se enfríe la caridad, que es la suprema ley de la religión cristiana, el fundamento más firme de la verdadera y perfecta justicia, el manantial más abundante de la paz y de las castas delicias? Ya lo advirtió nuestro Salvador: por la inundación de los vicios, se enfriará la caridad de muchos».