ALBERT Cortina, es el autor de este libro que, a lo largo de sus 175 páginas, nos introduce en una de las nuevas ideologías surgidas a finales del siglo pasado, el transhumanismo. El autor es uno de los grandes conocedores del transhumanismo y destaca por su actitud crítica, basada en una cosmovisión
cristiana, frente a esta ideología que exalta la aplicación de los avances de la biotecnología para superar la naturaleza humana en su visión más materialista. Ha participado en múltiples coloquios y conferencias sobre el tema, advirtiendo de su peligro.
El filósofo transhumanista de la universidad de Oxford y uno de los fundadores de la asociación mundial transhumanista Nick Bostrom define el transhumanismo como un movimiento cultural, intelectual y científico que afirma el deber moral de mejorar las capacidades físicas y cognitivas de la especie humana, y aplicar al hombre las nuevas tecnologías, a fin de que se puedan eliminar los aspectos no deseados y no necesarios de la condición humana: el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento e, incluso, la condición mortal. En las sociedades occidentales, que han abandonado a Dios y están subyugadas por la tecnología, la vida en este mundo puede devenir un sinsentido, siendo el mayor de ellos la propia muerte. En este contexto el transhumanismo se presenta como nueva salvación, como la nueva religión gnóstica del siglo XXI.
Siendo consciente de la situación social en la que nos encontramos en Occidente no nos puede extrañar que el autor, en el subtítulo del libro, la defina como «La ideología que desafía a la fe cristiana». En los treinta y tres capítulos en los que está dividido el libro, va desgranando, poco a poco cada una de las ideas en las que se sostiene y descansa el transhumanismo y, al mismo tiempo, las confronta con la cosmovisión y humanismo cristianos y con la doctrina de la Iglesia para mostrarnos las múltiples
contradicciones y falsedades de esta atractiva ideología.
Las ideologías de los siglos XIX y XX buscaban transformar la sociedad a través de la política. El vacío
provocado por la decadencia del comunismo, a finales del siglo XX, ha favorecido el desarrollo de las
llamadas bioideologías que están transformando, rápidamente y sin grandes obstáculos, la base y tradición cristiana de las sociedades occidentales.
Una de las razones por las que su expansión está siendo tan rápida se debe a que las ideas que contienen son de carácter transversal, infiltrando el resto de las ideologías o pensamientos políticos. La mayoría de los partidos políticos occidentales, que han perdido su verdadero fin que es la búsqueda del bien para la sociedad, están siendo permeados por estas ideas que son aceptadas sin un debate intelectual verdadero y riguroso. Así, el matrimonio, la paternidad, la familia o la naturaleza humana, entre otros, están siendo vaciados de su sentido cristiano y verdadero para ir gestando un nuevo
hombre, una nueva humanidad.
En el conjunto de estas bioideologías podríamos establecer tres grandes categorías: la ideología de
género, el transhumanismo y el ecologismo.
La ideología de género es la más extendida y financiada. Afirma que el sexo fisiológico y nuestro cuerpo no nos constituye. Por el contrario, éste puede ser elegido, modificado y vivido en contra de la propia naturaleza de la persona. Creen que la naturaleza y el sexo de la persona, no solo son una construcción social, sino un mal al proponer la sociedad como debe comportarse un hombre o una mujer.
La consecuencia es una liberación sexual que desemboca en un hedonismo desaforado y en un feminismo radical entre otros.
La segunda sería el ecologismo. Éste nace de excesos provocados en la naturaleza, ya condenados por la Iglesia, recordando que la creación es obra de Dios y que el hombre es garante de ella, pero no duda en proclamar que el ser humano es el mayor enemigo de la naturaleza y que su desaparición, total o parcial, sería lo mejor para la naturaleza. Se iguala al hombre con el resto de los animales de la creación para, a continuación, rebajarlo y desposeerle de su filiación a Dios. Una de las consecuencias
más inmediatas es el animalismo. Dotar a la naturaleza y los animales de unos deberes y derechos, que no tienen, es la falacia que permite el desarrollo de leyes contra el hombre como, por ejemplo, para el control de la natalidad. Este nuevo ecologismo está a favor de todos los animales exceptuando al hombre.
El transhumanismo, mediante la aplicación de los avances biotecnológicos ya presentes y los que promete en el futuro, busca ser como Dios, el Homo Deus. Para ello niega el origen divino de la creación, que el hombre sea hijo de Dios y que Dios sea nuestro Padre. El hombre no es más que materia, imperfecta, defectuosa, que debe ser modificada o, como ellos dicen, mejorada. Esta
tentación no es nueva. El cientificismo en el que vivimos, que se ha visto acelerado como consecuencia de la aparición de la Covid, aparece como una salvación a nuestros problemas. En este ambiente es donde el transhumanismo encuentra todas las facilidades para desarrollarse. Muchos no somos conscientes del problema del planteamiento transhumanista al ver solamente las bondades de la tecnología sin ser conscientes de la amenaza que supone para la vida humana. Nuestra sociedad está fascinada por la tecnología, provocando una falta de crítica frente a los avances que nos va proporcionando, aceptándolos sin más debate, como si todos estos avances fueran inocuos. Nada más lejos de la realidad. Cualquier avance tecnológico puede ser utilizado para el mal, para ir en contra de la naturaleza del hombre, para atacar y posteriormente destruir al hombre. Esta falta de actitud crítica denota la anestesia que padece nuestra sociedad, consecuencia de la pérdida de la capacidad para buscar la verdad, y demuestra lo fácil que es su manipulación. Las ideas que plantea el transhumanismo, descritas por el autor en los distintos capítulos del libro, son contrarias a la concepción cristiana del hombre. Para que seamos conscientes de ello, el autor confronta, al final de cada capítulo, cada una de estas ideas con la cosmovisión cristiana y la doctrina de la Iglesia junto con referencias a escritos y encíclicas de los papas.
En la contraportada del libro nos dice que el transhumanismo se presenta como la religión gnóstica del
Nuevo Orden Mundial del siglo XXI. Esto se debe a que esta bioideologíahombre que se realizará a través de la técnica. Los distintos avances de la biotecnología y de la informática nos permitirán una mejora, enhancement, de nuestra materia corporal y un aumento de nuestras capacidades cognitivas. El resultado final es el ofrecimiento a ser como dioses. Este planteamiento es altamente atractivo en nuestra sociedad moderna y supone la superación de todos los problemas corporales que son intrínsecos a la naturaleza humana: ausencia de dolor o de envejecimiento, superinteligencia, superlongevidad, superbienestar y para fi nalizar, la victoria sobre la muerte.
La consecuencia nefasta para el hombre es que, en el transhumanismo, al igual que en el resto de bioideologías, la víctima es el propio hombre. La concepción materialista que sustenta al transhumanismo conlleva, como nos enseña el autor, el desprecio hacia la creación y hacia la naturaleza humana. Todo puede ser mejorado, modifi cado, aumentado. En último término la materia también acabará siendo superada, con la desaparición del hombre como ser biológico. Esta superación culminará con la aparición del cyborg (cybernetic organism) o la posibilidad de transferir nuestra
conciencia a un sustrato digital.
Así nos plantea el transhumanismo nuestra inmortalidad. En cada capítulo Albert Cortina nos recuerda que el transhumanismo choca de frente con el catolicismo. La salvación que plantea se opone a la Redención de Cristo. Dios nos envió a su Hijo, perfecto Dios y hombre, para nuestra salvación, asumiendo nuestros pecados, los de toda la humanidad y muriendo en la cruz para nuestra redención. Las limitaciones que tenemos en esta vida (dolor, enfermedad, envejecimiento, muerte…)
son debidas al pecado original, que ha sido lavado con la sangre de Jesucristo con su muerte en cruz.
Son la gracia santifi cante de los sacramentos y la misericordia de Dios el camino para alcanzar la verdadera plenitud del hombre.
Como dice el autor: «la revolución transhumanista nos propone desbaratar la creación, la redención y la
salvación para instaurar el reinado social de Satanás, un infi erno sobre la Tierra que prefi gura el de la eternidad, así como el reinado social de Cristo prefi gura el reino eterno del Paraíso celestial. (…) La revolución transhumanista tiene su esencia en la disolución de la naturaleza humana, la eliminación de la ley natural y la ley divina de nuestras vidas, mientras que la civilización cristiana aspira al orden perfecto, como una obra maestra donde Dios Padre es el compositor, Dios Hijo Jesucristo es el director, Dios Espíritu Santo el maestro inspirador y María, nuestra Madre, la primera ejecutora. (…) Al gran reinicio propuesto por las elites impulsoras del Nuevo Orden Mundial y de la bioideología del transhumanismo, corresponde oponer un humanismo cristiano, basado en la vuelta al orden querido
por Dios. Este orden, basado en una adecuada antropología, la ley natural, el humanismo cristiano y
en la doctrina social de la Iglesia, no es otro que la restitución por la acción de Jesucristo del orden creado ». Para terminar Cortina nos recuerda que, como ya se profetizó en Fátima en 1917, dicha restitución se hará realidad por medio de María, a través del triunfo de su Corazón Inmaculado.
En nuestra sociedad, impregnada de nihilismo y secularización, el libro de Albert Cortina nos permite, no
solo conocer esta ideología que desafía la fe cristiana, sino proveernos de argumentos para su refutación.
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