Confesad al Señor, hijos de Israel,
y en presencia de los gentiles alabadle.
Que por esto os dispersó entre las gentes que le ignoran,
para que contéis sus maravillas y les anunciéis
que no hay fuera de Él otro Dios omnipotente.
Proclamad allí su magnificencia,
enaltecedle delante de todo viviente,
pues Él es nuestro Señor y nuestro Dios,
Él nuestro Padre por todos los siglos.
Él nos castigó por nuestras iniquidades,
y Él nos salvará por su misericordia,
y nos recogerá de entre todos los gentiles,
entre los cuales hayáis sido dispersados.
Cuando vosotros os volviereis a Él
con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma
para obrar verdad en su presencia,
entonces Él se volverá a vosotros,
y no os esconderá ya más su rostro.
Tobías 13,3-6