La guerra de Ucrania ha desestabilizado aún más si cabe el panorama internacional y sus efectos se dejan sentir en lugares alejados de los combates.
Como por ejemplo en el Cáucaso, donde la incapacidad de Rusia de someter a Ucrania y la imposibilidad de abrir otros frentes ha provocado una nueva ofensiva de Azerbaiján sobre el territorio disputado de población armenia de Nagorno-Karabaj.
Se repite lo que ya sucedió en 1920, cuando el ejército islámico del Cáucaso, creado bajo la supervisión del vecino turco-otomano, intentó completar el genocidio de los armenios iniciado en 1915. Volvió a suceder en 1992, cuando los azeríes intentaron tomar el enclave armenio que se niega a formar parte de Azerbaiján, siguiendo el criterio impuesto por Stalin reformulando las fronteras dentro de la Unión Soviética, y por último sucedió de nuevo en septiembre de 2020, cuando la ofensiva azerí se hizo con el control de tres cuartas partes de Nagorno-Karabaj.
Ahora, con Rusia enzarzada en la guerra de Ucrania, los armenios han quedado huérfanos de protección, oportunidad que el presidente azerí, Ilham Aliev, aliado de Turquía y amigo de su presidente Erdogan, ha aprovechado para lanzar una nueva ofensiva y dar un paso más hacia el objetivo de reconstituir un espacio túrquico continuo desde Istambul hasta el Xinjiang chino.
La guerra es abierta y los drones turcos del ejército azerí están haciendo estragos entre los armenios.
Pero estamos ante una guerra de la que los medios no hablan. Poco importa que la más antigua nación
cristiana esté siendo atacada por un agresor musulmán que no duda en emplear armas prohibidas o en reclutar a mercenarios yihadistas para sus fuerzas irregulares.
¿Y cómo es posible que la Unión Europea, tan movilizada en solidaridad con Ucrania, no haga ni el más
mínimo gesto de apoyo hacia los armenios que sufren una agresión análoga? Quizás sea que los cristianos agredidos por musulmanes no forman parte de la agenda, o quizás tenga que ver el hecho de que Ursula von der Leyden acaba de firmar un acuerdo con Azerbaiján que prevé doblar las importaciones de gas azerí a la Unión Europea.
Clausura del Año Jubilar del Corazón de Jesús
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