EL politólogo argentino Marcelo Gullo Omodeo a través de su libro Madre patria se propone librar la batalla por el relato de la historia. Considera que la Leyenda Negra antiespañola es una elaborada
operación para lograr una imagen distorsionada de nuestra patria común, con el objetivo de perjudicar a
España y obtener rédito por aquellos que ponen en marcha la manipulación.
Y es en este punto donde Gullo entra con toda la caballería, dispuesto a tomar partido en el combate.
Los principales países que «han obtenido beneficios» esparciendo hispanofobia han sido Gran Bretaña,
EE.UU. y la Unión Soviética.
El imperialismo cultural anglosajón
La Leyenda Negra de la conquista española en América ha constituido el principal ingrediente de Gran Bretaña para derrotar a España y dominar a Hispanoamérica. El método fue fácil y eficaz. Gullo concreta las medidas en tres.
1. Inculcar a las elites criollas el librecambio. Que los nuevos estados hispanoamericanos adoptaran el libre comercio y se incorporaran al mercado mundial –cuyo centro era Inglaterra– como simples productores de materias primas.
2. El «nacionalismo de campanario » (p.52) para que nunca se pudiera pensar en la construcción de
la unidad perdida, haciendo de cada república un apéndice de Gran Bretaña. Este «nacionalismo de la fragmentación » hizo creer al común de la población que Argentina, Chile, Ecuador o Perú eran naciones totalmente distintas unas de otras, es más, eran naciones enemigas. Algo similar a lo que ocurrió con la desmembración del Imperio austro-húngaro, que no se disolvió por la propia voluntad de los pueblos que componen el Imperio sino que fue orquestada por los aliados.
Entre los datos que Gullo trae a colación podemos destacar como la diplomacia inglesa estuvo implicada en el proceso de fragmentación territorial de las Provincias Unidas de Río de Plata en la segregación de la banda oriental de Uruguay. Igualmente apostó por la fragmentación de Brasil y fomentó rebeliones separatistas como la de Pernambuco en 1824, que dieron como resultado la conformación de la Confederación de Ecuador.
3. Y en tercer lugar que cada uno de los nuevos estados se endeudara con la banca inglesa para que la
deuda constituyese «el lazo invisible» que atara a la nuevas repúblicas a la voluntad de Inglaterra.
Gullo afirma que el éxito de la política británica en América fue absoluto. Terminado el proceso independentista, Hispanoamérica se fragmentó en 16 repúblicas impotentes.
En 1825 la deuda externa de las jóvenes repúblicas con la banca inglesa era de más de 17 millones
de libras. Culpables de esta balcanización de Hispanoamérica son las clases altas hispanoamericanas
a las que únicamente les interesaba el libre comercio con Gran Bretaña y la incapacidad de Fernando VII, que llevó a muchos a luchar por la independencia.
Actualmente numerosas ONG con apoyo de los grandes centros de poder mundial promocionan a «los
pueblos originarios» como los mapuches, en lo que se ve claramente la mano de Gran Bretaña a través de Enlace Mapuche Internacional.
EE.UU, padre del nacionalismo mexicano
Joel Pointsett (1779-1851) agente del gobierno de EE.UU., descendiente de una familia de hugonotes
de Francia, acérrimo antiespañol, fue el principal promotor de la Leyenda Negra en México. Recién
consumada la independencia (1821)
Pointsett trabajó para consolidar una fórmula republicana y federal de México pues ésta permitía una
mayor influencia de EE.UU. sobre México y así desplazaba también la influencia inglesa. Dio apoyo a los líderes mexicanos que en 1823 hicieron caer al emperador Itúrbide, de orientación hispanista. Pointsett tuvo mucho que ver en la obra que Prescott publicó en 1843. La conquista de México, cinco años antes de que EE.UU. arrebatara a México la mitad de su territorio (2.378.539 km2). Ese mismo año se descubrió oro en California y al poco tiempo pozos de petróleo en Texas, convirtiendo a EE.UU. en uno de los principales exportadores de oro y de petróleo del mundo. Ironías de la vida, según Gullo, que cada 12 de octubre los políticos mexicanos se lamentan del oro que les robó España pero ninguno se queja del que les robó EE.UU. al arrebatarles México por la fuerza. El control de la clase política
mexicana por parte de EE.UU. continuó a través de presidentes agentes de la CIA y puede decirse que el departamento de Estado de EE.UU. fue el que escribió la historia oficial de la conquista española de México repetida hoy sin cesar por los más prestigiosos intelectuales mexicanos de derecha e izquierda.
La promoción de la Leyenda Negra y del indigenismo recibió un nuevo impulso con la creación en 1940, del instituto indigenista interamericano del que EE.UU y Canadá, junto con México fueron los principales promotores. Finalmente EE.UU. a través del cine (Hollywood) y la tv renovó a nivel planetario la
hispanofobia.
La Leyenda Negra resurge en el Caribe
A partir de 1929 la Unión Soviética fomentó en Hispanoamérica un fundamentalismo indígena con la
idea de crear repúblicas indígenas provocando la fragmentación de los estados existentes para desestabilizar lo que la URSS creía que era el patrio trasero de EE.UU. La Leyenda Negra como doctrina oficial se estableció en Cuba con la revolución. Se encargaron de promover, divulgar y
difundir cualquier ensayo histórico, cualquier artículo con pretensión científica que denigrara la obra de
España en América.
¿Y cuáles son las verdades políticamente incorrectas que los agentes de la Leyenda Negra han querido
ocultar? Siguiendo a Gullo podemos resumirlas en tres.
Los pueblos originarios estaban contra la independencia
Es un error pensar que en los prolegómenos de la emancipación de España, prevalecía en las provincias americanas el sentimiento antiespañol. Chile, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela, a pesar de la torpeza de Fernando VII, se mantuvieron fieles a la Corona. Bolívar tuvo que apoyarse en fuerzas militares extranjeras (5000 soldados británicos) para vencer el rechazo popular… Y cuando el general San Martín desembarcó en las costas de Perú los indios no se adhirieron a las fuerzas revolucionarias
y siguieron fieles al virrey… Gullo se pregunta: si España solamente sembró en América desolación y muerte, ¿cómo se explica que los indios se mantuviesen fieles a la Corona?
En México la situación fue algo distinta ya que los indios mexicanos participaron –aunque no de forma
masiva– en el movimiento insurgente conducido por los curas Hidalgo y Morelos. Ahora bien, en ningún momento buscaban la independencia de la Nueva España, sino que se levantaron en armas contra el mal gobierno, pero desvinculando al rey de cualquier responsabilidad. Gullo recuerda que los campesinos sublevados gritaban: «¡Viva la religión! ¡Viva el rey, mueran los gachupines!» Es decir, los españoles que controlaban el comercio de exportación junto con la burocracia virreinal. Una vez lograda la independencia de España, la situación de las masas indígenas empeoró notablemente. «Les fueron adversas las nuevas leyes emanadas de la República. Mediante las leyes de desamortización de bienes eclesiásticos y comunales, impuesta por la ley Lerdo de 1856 y la Constitución de 1857, como parte
del programa liberal republicano de los gobiernos de Ignacio Comofort y Benito Juárez, se disolvieron las repúblicas de indios y las llamadas parcialidades o entidades indígenas situadas dentro de algunas ciudades; se suspendió el régimen jurídico especial de que gozaban, que incluía la existencia de juzgados para los indios, y, lo más grave, se abolió la propiedad comunal de la tierra».
Abolida la propiedad comunal de la tierra, por arte de magia, las tierras indias pasaron a ser propiedad
de los criollos, que conformaban la clase alta de México. No sin razón José de Vasconcelos afirmaba que la conquista de México la hicieron los indios, y la independencia de México, los españoles.
España fundó un imperio, no una colonia
Marcelo Gullo se sincera con el lector y se pregunta «¿Podríamos imaginarnos a la reina Victoria de Inglaterra “sugiriendo’’ al gobernador de Hong Kong que algunos ingleses se casasen con hombres chinos?»
Efectivamente el mestizaje fue una política de estado por parte de la Corona española, pues sabían que
cuando dos pueblos se mezclan profundamente dejan de ser enemigos y se transforman en un mismo pueblo, además de ser el mejor medio para la cristianización. Para valorar correctamente la recomendación de los Reyes Ccatólicos es preciso recordar que los matrimonios interraciales no fueron legalizados en EE.UU. hasta 1967.
Una parte importante del libro se dedica a mostrar que España nunca consideró que América fuera
una colonia sino que formaba parte del mismo imperio en igualdad de condiciones. El autor da cuenta de las numerosas ciudades que se fundaron en el interior (no en la costa como meras colonias) del continente, donde se construyeron iglesias, hospitales, colegios y universidades (temática a la que dedica varios capítulos) que rápidamente se llenaron de mestizos. Ciudades pobladas de industrias: industria textil, de seda, algodón y lana. «La temprana industrialización de la América española,
totalmente ignorada por la historia falsificada demuestra que entre España y América no existía
la típica relación colonia-metrópoli donde la metrópoli se encarga de la elaboración industrial y la colonia de la elaboración de materias primas.
Industria que desapareció cuando las repúblicas adoptaron el libre comercio, solo deseado por las elites
criollas de Buenos Aires, Caracas y Guayaquil. Así fue como sobrevino el desempleo, la miseria y el hambre para la mayoría de la población hispanoamericana».
Los aztecas: el imperialismo antropófago
Duras pero verdaderas son las palabras que utiliza Gullo para describir el imperialismo azteca «como la lucha constante e incesante para conseguir carne humana». La manipulación histórica ha hecho creer a los mexicanos que son todos descedientes del Imperio azteca, y se les hace olvidar que muchos descienden de los pueblos que los aztecas capturaban para realizar sus sacrificios humanos.
Respecto a los incas desde la escuela primaria se ha creado la idea de que los pueblos indios que acompañaron a Pizarro en la toma de Cuzco traicionaron a Perú. De ese modo hacen que los pequeños se identifiquen con los incas, cuando la verdad es que gran parte de ellos son descendientes
de los pueblos brutalmente oprimidos y sojuzgados por los incas.
En este sentido afirma que la labor de Cortés fue la de hacer posible que los indios de América dieran fin al imperialismo antropófago de los aztecas. Estos sacrificios humanos que han sido muchas veces negados, ocultados e incluso a veces justificados por los historiadores, han quedado patentes por los hallazgos arqueológicos. Para ir concluyendo, podemos decir que Gullo considera única en la historia la obra de España en América y su exitoso libro escrito con un estilo cuidado y directo al mismo tiempo
consigue lo que quiere demostrar «que América nunca fue considerada el botín de España». España dio lo mejor que tenía a América, sus mejores profesores, conquistadores, misioneros y España fundió su sangre con la de los vencidos y con la de los liberados. Y fueron más los liberados que los vencidos. Y que los mestizos llegaron a sentir que su patria era el Imperio: por eso podemos encontrar a algunos de ellos combatiendo contra los moros en Granada.
Actualmente la contraofensiva a la Leyenda Negra ha tomado fuerza gracias a la obra de Roca Barea, Ricardo García Cárcel, Jaime Contreras, Nigel Townson, Enriqueta Vila Vilar, Stanley G. Payne, Fernando García de Cortázar, el filósofo Pedro Insua y muchos otros… Sin embargo una gran amenaza, la del fundamentalismo indigenista ha envenenado el alma de los hispanoamericanos.
Gullo muestra también su preocupación por la «madre patria» a la que conoce bastante bien, amenazada por el independentismo y por la falta de ideales en los que creyeron sus antepasados; la baja natalidad es una muestra de ello. Es por eso que considera que la única salida para que España
siga siendo España y no pierda su identidad es la inmigración masiva de hispanoamericanos a España. Es necesario que nuestros compatriotas lleguen a la península libres de resentimiento y de odio. Y que los españoles los reciban como hermanos de un Imperio común.