Tras la primera guerra mundial, el Imperio alemán quedó abolido y tras la firma del Tratado de Versalles, Alemania quedó regida por lo que se llamó la República de Weimar.
El emperador Guillermo II se retiró a Holanda, que siempre fue el espejo donde se miraron los reyes prusianos, en su política y en su religión, el calvinismo.
Entre los diversos países que formaban Alemania continuaba la tensión entre las regiones católica y protestante y los católicos intentaron volver a separarse, pero los aliados, vencedores de la guerra, no lo permitieron. Dentro de dichas regiones, Prusia era la mayor y después de la caída del Imperio, el Reino de Prusia fue reconstituido con un gobierno republicano como el Estado Libre de Prusia. Berlín y sus poblaciones adyacentes fueron separadas del Estado de Prusia.
En la República de Weimar, con una constitución muy democrática, se formaron dos grupos importantes. En primer lugar, un partido socialdemócrata (SPD) se fue dividiendo a lo largo de los primeros años, llegándose a formar un partido comunista, según lo que iba sucediendo en Rusia, unos partidos conservadores, que añoraban la monarquía y la antigua clase política imperial (DVPN) y los liberales. La recién nacida república logró el acuerdo entre sindicatos y patronales, tranquilizando así a la burguesía, aunque no faltaron intentos comunistas, que esperaban la ayuda de Rusia para poder dar el golpe. Tan sólo el católico y centrista (ZP) conservó su denominación anterior. En 1919 se formó el Partido Obrero Alemán, que fue en sus inicios un partido pequeño de ideas contradictorias, hasta que en octubre de 1919, un veterano cabo de guerra llamado Adolf Hitler se les unió asumiendo la dirección del movimiento hasta convertirlo en el Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP).
La unidad triunfó sobre los particularismos locales, pero al igual que en la época de Bismarck, también en la República de Weimar, los principales poderes de la administración civil eran ejercidos por los antiguos gobiernos de los estados que formaban el Reich. Prusia era el estado más extenso y rico, el de población más numerosa, y su predominio era aplastante en el Reichsrat (similar al Senado): gobernar Prusia era gobernar el Reich, sin necesidad de tener en cuenta a los demás estados. El presidente de Alemania, a partir de 1925, fue también un prusiano, el mariscal Otto von Hindenburg.
La Gran Depresión mundial (1929-1931), dejó en Alemania más de cinco millones de parados y el partido nazi de Adolf Hitler explotó este descontento, de forma que en las elecciones de 1930 pasó a ser el segundo partido. En Prusia se tenía miedo al partido del llamado «cabo bohemio» aludiendo a la nacionalidad de Hitler. Con solo su partido, Hitler dominó a la coalición de partidos prusianos que no podían comprender que un austríaco dominara Alemania.
El partido nazi fue el más votado en las elecciones federales de noviembre de 1932 y tras varios meses intentando los otros partidos que Hitler no subiera al poder, no lo pudieron conseguir y en enero de 1933, Hitler era nombrado canciller, aunque sin mayoría absoluta. En las elecciones del 5 de marzo, Hitler no pudo conseguir los dos tercios suficientes del Reichstag para modificar la Constitución, pero aprovechó el incendio del edificio del Reichstag (el cuerpo legislativo), provocado por un izquierdista holandés y acusó a los comunistas de su realización. Hitler apartó a los comunistas y a algunos socialdemócratas de sus escaños y así pudo obtener dos tercios de votos favorables para modificar la Constitución.
El 21 de marzo de 1933, la Iglesia de la Guarnición, fue el cuadro de la ceremonia de la nueva Alemania de Adolf Hitler, con ocasión de la inauguración del nuevo Reichstag, después de las elecciones del 5 de marzo. Esta iglesia construida por Federico Guillermo I, en 1735, era un memorial elocuente del poderío militar de Prusia: en su punto más alto, además de estar el águila prusiana estaban las iniciales del rey, FWR. En ella estaban la tumba del rey soldado y de su hijo Federico II, el Grande. Todos los estandartes y banderas del poderío de la Gran Prusia estuvieron presentes en la ceremonia. El presidente Hindenburg eligió esta fecha porque el 21 de marzo de 1871 se abrió el primer Reichstag de la Alemania Imperial. En Potsdam está el palacio de Sanssuoci, construido por Federico el Grande, para su vida poco ejemplar.
Entre los asistentes a la apertura estaban el príncipe heredero, Wilhelm, invitado de honor y representante de la dinastía Hohenzollern, y sus tres hermanos sobrevivientes, los príncipes Eitel Friedrich y Oskar, ambos miembros de los Cascos de Acero, y August Wilhelm, inscrito en las SA. El príncipe Adalberto fue el único hermano que no quiso asistir a la ceremonia.
Con esta ceremonia, Hitler quiso ganarse al pueblo prusiano, que no veía con buenos ojos la llegada de un austríaco, nacionalizado alemán a última hora. Hitler admiraba a Prusia y especialmente a los reyes que la hicieron grande, a su ejército y sus acciones de guerra rápida (Blitzkrieg), de manera que, con su forma de gobernar, fue seguido con entusiasmo por los prusianos, aunque tras el desastre de la invasión de Rusia, de 1942, cambió el signo de la postura prusiana.
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