Oh, José, honor de los bienaventurados,
esperanza cierta de nuestra vida,
amparo y protector del mundo, acoge
benignamente las alabanzas con las que,
llenos de júbilo, te cantamos.
De la estirpe de David, el Creador te
constituyó Esposo de la Virgen, y queriendo
que fueras llamado padre del
Verbo, te hizo también instrumento de
la Redención.
Gozoso al contemplar, reclinado en
un pesebre, al Redentor, que los Profetas
anunciaron venidero, resultas ser
también junto a María, el primero en
adorarlo.
Aquel a cuyo imperio tiemblan los Infiernos,
y los Cielos obedecen con reverencia,
quiso someterse a ti, sin dejar de
ser Rey de reyes y Señor del universo.
Para Vos, oh, excelsa Trinidad, nuestra
incesante alabanza, y, ya que otorgaste
a José honor tan alto, concédenos
también a nosotros, por sus méritos, la
alegría de la vida eterna. Amén.
Himno litúrgico de Laudes de la
solemnidad de san José