Cuando en 1571 el papa san Pío V organizó la Liga Santa frente a los otomanos, encargó a Juan de Austria que dirigiera la Armada española y a cuantos colaboraran en la contienda. Por su parte Felipe II propuso a Luis de Requesens, Comendador Mayor de Castilla de la Orden de Santiago, como Vicealmirante y hombre de confianza de Juan de Austria que contaba con la edad de veinticuatro años.
»Luis de Requesens, nacido en Barcelona, tenía su sede como Comendador Mayor en Villarejo de
Salvanés y había sido embajador de España ante la Santa Sede en Roma. Concluida la batalla de Lepanto
era tanta la gratitud a la Santísima Virgen María, que él llevaba en la proa de su propio barco, que suplicó
al papa san Pío V la concesión de erigir un convento en Villarejo de Salvanés y entronizar allí una imagen
de la Virgen que, según la tradición le regaló el mismo Papa. El convento se confió a los franciscanos y
la imagen de la Virgen llevó el nombre de Nuestra Señora la Virgen de la Victoria de Lepanto.
»Desde entonces fue creciendo en Villarejo de Salvanés, y en otros pueblos de la diócesis de Alcalá
de Henares, la devoción a la Virgen de la Victoria y se propagó el rezo del Santo Rosario y las Cofradías
que tenían como objetivo su difusión. Como dijo el ingenio de las letras Miguel de Cervantes, nacido
en Alcalá de Henares, la batalla de Lepanto fue «la más alta ocasión que vieron los siglos». Hoy nuestro
combate para la nueva evangelización tiene características muy diferentes. Pero del mismo modo que
en aquella ocasión se invocó a María para salir vencedores en la batalla, nosotros queremos promover
en toda la diócesis, y para cuantos nos visiten, un gran movimiento orante sirviéndonos del rezo del
Santo Rosario. Esta es la mejor estrategia para ganar el corazón de quienes, con humildad, invoquen a
María para alcanzar la salvación que sólo su Hijo Jesucristo, nos puede lograr».
Con estas palabras introducía la Penitenciaría Apostólica el decreto en nombre del papa Francisco por el que se ha concedido a la diócesis de Alcalá de Henares la gracia de un Año Jubilar Mariano, con el don de la indulgencia plenaria, con motivo del 450 aniversario de la Virgen de la Victoria de Lepanto venerada
en Villarejo de Salvanés.
Dicho Año Santo fue inaugurado el pasado 28 de noviembre con la apertura de la Puerta Santa de la Catedral Magistral, en un solemne acto presidido por el obispo de Alcalá de Henares, monseñor Juan Antonio Reig Pla, y acompañado por las autoridades civiles, representantes de la Armada, de la Comisaría y de la Hermandad de la Virgen de la Victoria, junto con un número representativo de fi eles.
Al día siguiente, una jubilosa procesión acompañada de volteo de campanas se dirigió al Convento de
Nuestra Señora de la Victoria de Lepanto, en Villarejo de Salvanés, para dar comienzo a este Año Jubilar
Mariano a los pies de dicha Virgen con la celebración eucarística. Durante la homilía monseñor Reig Pla
dio la enhorabuena a su querido Villarejo de Salvanés «porque son 450 años desde ese acontecimiento
que fue defi nitivo para la salvación de lo que entonces se llamaba la Cristiandad y que trajo aquí, como
alguno ha dicho, una estrella del cielo plantada en el mar de Castilla: la Virgen de la Victoria de Lepanto»
e hizo una emotiva memoria de los prolegómenos y desarrollo de la crucial batalla en que «se estaba decidiendo la conservación y perseverancia en la fe» y que fue «la respuesta agradecida al don inmenso de que Dios se ha hecho carne». «Hoy –continuó obispo de Alcalá de Henares– la lucha y el combate continúan porque vivimos en unos espacios que, habiendo sido cristianos, ahora lo que están haciendo es robar el alma de los cristianos. Hoy el combate se realiza, primero, invocando a Dios y reconociendo que
Él es el único Redentor (…), un combate de la vida cristiana que se decide personalmente y se decide de
manera particular en nuestras familias. Yo os invito a todos a recuperar la dimensión de la vida cristiana en cada una de las personas y la dimensión cristiana de la familia. Y para eso, lo que entonces se organizó, el rezo del santo Rosario, que es un monumento de la oración y que este año tiene que volver a resonar en el seno de vuestras familias y tiene que ser enseñado a los niños que se inician en la vida cristiana y tiene que ser algo que identifique lo que es la dimensión orante de la parroquia. (…) Esta es la mejor estrategia para ganar el corazón de quienes, con humildad, invoquen a María para alcanzar la salvación que sólo su Hijo Jesucristo, nos puede lograr».
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