La reacción a las caricaturas de Mahoma en la revista satírica francesa Charlie Hebdo en 2015 ha vuelto a sacudir Francia. Esta vez ha sido un profesor, Samuel Paty, quien ha sido decapitado tras haber mostrado a sus alumnos las famosas caricaturas mientras impartía un curso acerca de la libertad de expresión. Las investigaciones posteriores han sacado a la luz diversos hechos incómodos, como que fueron varios alumnos quienes dieron indicaciones para que su asesino lo identificara o que varios padres de alumnos estaban en contacto con el terrorista que perpetró la acción.
Pocos días después, aún conmocionados por esta decapitación, un nuevo terrorista islamista atacaba,
esta vez en la basílica de Nuestra Señora de Niza, donde decapitaba a una anciana, degollaba a una joven
madre con dos hijos pequeños y asesinaba al capellán, un laico a punto de cumplir los cincuenta años.
Estos terribles atentados plantean múltiples y cruciales cuestiones. Entre ellas la del fracaso para integrar en Francia a miles de jóvenes musulmanes, un hecho reforzado por la reacción de un número
increíblemente alto de ellos que justifican los actos terroristas si son para castigar a aquellos que ofenden al islam. ¿Fallo de Francia o imposibilidad de integrar al islam? Respecto a lo segundo, lo cierto es que no se conoce caso de integración cuando los musulmanes alcanzan un porcentaje considerable de la población y no viven en un régimen islámico.
En cuanto a lo primero, no parece que el derecho a la blasfemia, reivindicado por el presidente francés Emanuel Macron, sea ni algo justo ni menos el mejor modo de unir a una comunidad, ofendiendo tanto a cristianos como a musulmanes en el desprecio gratuito y soez hacia aquello que más aprecian.
En esta dialéctica entre laicismo agresivo e islamismo terrorista, quedan atrapados los cristianos,
que son en muchas ocasiones las víctimas de esta lucha. Y es que, por mucho que la laica Francia haya renegado de su herencia católica, para los musulmanes radicales sigue siendo una nación cristiana. Sus mártires dan testimonio de que quizás no sea del todo erróneo.
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