«Considerando todo esto, hay una buena razón para temer que esta perversión de las almas pueda ser una prueba y, tal vez, una anticipación de los males que han sido previstos para el final de los tiempos; y que «el Hijo de la Perdición» de que habla el Apóstol (2Tes 2, 3) tal vez está en este mundo. Con suma audacia y furor se persigue en todas partes la religión, se ponen en duda los dogmas de la fe, se intenta obstinadamente suprimir y borrar cualquier relación entre el hombre y Dios! Mientras tanto, con una actitud que según el Apóstol es propia del Anticristo, el hombre, con inaudita temeridad, ocupa el lugar de Dios, elevándose por encima de todo lo que lleva el nombre de Dios, de modo tal que aunque no pueda extinguir totalmente en sí mismo la noción de Dios, rechaza sin embargo su majestad y, como si tal cosa, hace de este universo un templo en el que él pueda ser adorado por los demás: “hasta instalarse en el templo de Dios, proclamándose él mismo Dios”» (2Tes 2, 4)
San Pío X, E Supremi apostolatus, 1903
«La cola del demonio está llevando a cabo la desintegración del mundo católico. La oscuridad de Satanás ha entrado en el mundo católico, difundiéndose hasta llegar incluso a sus niveles más altos. La apostasía, la pérdida de la fe, se están difundiendo en el mundo y en los niveles más altos de la Iglesia».
Pablo VI, Discurso con ocasión del sesenta aniversario
de las apariciones de Fátima, 13 de octubre de 1977
«Hermanos y hermanas, hoy estamos delante de una manifestación del mal, descarada, agresiva y destructiva. Detrás y dentro de esto está el espíritu del mal que en su orgullo y en su soberbia se siente el señor del mundo y piensa que ha vencido. Esto quisiera decíroslo con la autoridad de hermano y de padre, ciertamente pequeño y pecador, pero que es el pastor de la Iglesia que preside en la caridad: en estos casos dolorosos veo la mano del mal que no perdona ni siquiera la inocencia de los pequeños».
Francisco, La protección de los menores en la Iglesia, 24 de febrero de 2019