La Iglesia en Nicaragua abre un nuevo capítulo en su historia. La población nicaragüense inició en abril de 2018 una serie de manifestaciones contra las reformas del gobierno al sistema de seguridad social, lideradas inicialmente por los jóvenes.
La represión por parte del gobierno de Ortega y la policía nacional a dichas protestas, han provocado una crisis nacional con alrededor de 300 fallecidos. Aunque es casi imposible tener cifras fidedignas, en los últimos meses hemos sabido por los medios de comunicación que sacerdotes y obispos habían sido atacados y resultaron heridos. Hay unos 600 presos políticos en toda Nicaragua. Y aunque resulta difícil estimar el número de desaparecidos, solo en Costa Rica se concentran 70.000 refugiados nicaragüenses, según la Asociación Nicaragüense pro Derechos Humanos.
Las imágenes del entonces obispo auxiliar de Managua Mons. Silvio Báez y del cardenal Leopoldo Brenes, en junio de 2018, levantando la custodia del Santísimo entre multitudes para proteger a su pueblo de las turbas en Masaya, dieron la vuelta al mundo.
Un equipo de AIN ha visitado el país para acompañar, consolar y ayudar en todo lo posible a este pueblo nicaragüense. La Iglesia allí está gritando socorro. Es un país convertido en un régimen autoritario y personalista, donde la sociedad está amordazada y en muchos casos perseguida hasta la muerte.
La olla de presión social contra el régimen de Ortega explotó y la represión fue implacable, algunos sacerdotes relatan que en su día no pararon de llenar sus camiones de universitarios para esconderlos y salvar sus vidas.
Policías, francotiradores y paramilitares tomaron las calles para disuadir las protestas. Ir a Misa o a la reunión semanal en la parroquia suponía jugarte la vida. En algún caso «los militares entraron en misa y les dispararon a matar, apuntando a las cabezas, al cuello o al pecho», comenta un sacerdote roto de dolor, que prefiere quedar en el anonimato.
«El Evangelio nos enseña que tenemos que abrir las puertas a los que son perseguidos y eso fue lo que hicimos. Nuestras iglesias se convirtieron en refugios, no en casas de planificación de la oposición, como el gobierno pretende indicar», añade.
La Iglesia de Nicaragua nunca lideró una protesta política o social. Sólo salió a acompañar al pueblo, codo con codo. También estuvo para evitar daños mayores. Según otra fuente del país, «nos pusimos rápidamente donde debíamos estar, por el pueblo».
Por un futuro para los pobres
Sor Sandra López es la superiora del convento Nuestra Señora de la Caridad del Cobre de las Albertinianas de la Realeza de Cristo, orden nicaragüense de la diócesis de Estelí, muy comprometida con la evangelización de la comunidad.
Estas religiosas vestidas de negro y blanco son fieles a su misión de servir a los enfermos y a los más necesitados y lograr que Dios forme parte de sus vidas.
Trabajan en una zona muy pobre donde la mayoría de las familias están formadas por madres solteras con varios hijos, sin posibilidad de escolarizarlos y con falta de formación profesional que les permita sacar adelante a sus pequeños. De ahí que sor Sandra lleve años intentando poner en marcha proyectos de desarrollo para que estas madres puedan educar y alimentar a sus hijos y darles valores cristianos para que salgan del ciclo de pobreza y violencia doméstica en el que se encuentran.
Después de algunos proyectos solidarios fallidos como hornos de pan, cursos de costura y otros, por fin han dado al clavo: criar y ordeñar cabras para vender la leche y sostener a sus familias. Las familias están ilusionadas y sor Sandra nos lo cuenta con orgullo de madre. «De momento once familias se han comprometido con el proyecto se han formado en la crianza de estos animales, pero después de un año y con solo una familia de baja, el proyecto avanza.»
Entre toda la comunidad, han construido un colegio parroquial inaugurado en febrero de 2019. Sor Sandra cree en el valor de la educación. La religiosa también colabora en la universidad católica de Estelí y junto al obispo, Mons. Mata, lidera un gran proyecto de formación y futuro para los jóvenes de Estelí. A ningún joven que lo solicita se le niega una beca.
«Nunca nos han defraudado, completan sus estudios con buenas notas hasta el fin de su ciclo de formación». En medio de la crisis, Sor Sandra entrega su vida para que las familias puedan seguir adelante. Es la llamada que Dios le ha hecho.
Mediadores y artífices de paz
El sacerdote nicaragüense Cristóbal Gadea, de la parroquia de la Inmaculada Concepción en Wiwilí, cerca de la frontera con Honduras, es otro rostro de la Iglesia de Nicaragua. Este sacerdote también sirve a las comunidades indígenas más remotas del río Coco, a las que accede gracias a una pequeña embarcación, financiada por Ayuda a la Iglesia Necesitada. «Doy gracias a Dios por vuestra ayuda, porque promovéis la caridad entre los hermanos y permitís que todos estemos unidos en la oración».
El padre Gadea ha sido mediador, en los últimos meses en la región de Wiwilí, entre la oposición y los grupos afines al presidente Daniel Ortega. Como él, otros muchos miembros de la Iglesia están trabajando activamente para apoyar a los más necesitados por la crisis, y su labor está evitando que la violencia crezca.
ACN apoya en los últimos meses hasta 17 proyectos de construcción y reconstrucción de iglesias, conventos y centros parroquiales, por un total de 256.000 euros. Otro valor fundamental es la formación del clero. Por eso ACN destina, por ejemplo, 24.350 € a la formación de los seminaristas del Seminario Mayor San Pedro Apóstol de la Diócesis de Granada, y 30.000 € para becas de estudio de los seminaristas en Juigalpa.