¡Oh san José! Aquí está tu puesto como «Protector universalis Ecclesiae». Hemos querido ofrecerte a través de las palabras y documentos de nuestros inmediatos predecesores del siglo pasado, de Pío IX a Pío XII, una corona de honor como eco de las muestras de afectuosa veneración que ya surgen de todas las naciones católicas y de todos los países de misión. Sé siempre nuestro protector. Que tu espíritu interior de paz, de silencio, de trabajo y oración, al servicio de la Santa Iglesia, nos vivifique siempre y alegre en unión con tu Esposa bendita, nuestra dulcísima e Inmaculada Madre, en el solidísimo y suave amor de Jesús, rey glorioso e inmortal de los siglos y de los pueblos. ¡Así sea!
Juan XXIII, palabras finales de la carta apostólica «Le Voci»
en que proclama a san José patrono del Concilio Vaticano II, 19 de marzo de 1961