El proceso para la erección de un monumento al Sagrado Corazón de Jesús en San Sebastián fue largo y laborioso. Ya durante las primeras décadas del siglo xx se planteó en varias ocasiones tal posibilidad, que quedó interrumpida por diversas razones. En mayo de 1939, y por iniciativa municipal, se aprobó la propuesta de construirlo en el monte Urgull, promontorio prácticamente rodeado por el mar, a cuyos pies se sitúa el centro de la ciudad.
No será hasta el mes de marzo de 1943 cuando, a petición de varios dignos regidores, y tras ser presentada por el concejal Señor Mugabure, el Ayuntamiento retome esta idea. Tras su aprobación plenaria, se estableció una nueva Junta, ajena al Consistorio. Fueron varias las razones que se adujeron para la construcción del Monumento: el compromiso adquirido por el Ayuntamiento en 1939; el hecho de que el padre Agustín de Cardaveraz, S.I, −uno de los promotores de la devoción al Corazón de Jesús en España− fuese natural de Hernani (Guipúzcoa); y a ejemplo de otras localidades españolas (Bilbao, Sevilla, Santander, Zaragoza…), donde las imágenes del Sagrado Corazón dominaban espacios públicos desde pocos años atrás.
Una vez constituida la Junta del Monumento al Sagrado Corazón de Jesús, el Director general de Arquitectura –Don Pedro Muguruza Otaño− presentó ante la misma un primer anteproyecto.
Durante el estudio del borrador de Muguruza por parte de la Comisión Especial de Edificación, surgió el natural debate acerca de la ubicación más adecuada para la figura, discusión que se trasladará, a su vez, a la calle. Fueron tres los emplazamientos que se plantearon fundamentalmente: el monte Ulía, el monte Urgull y la iglesia de Amara. A pesar de la dificultad en el acceso por carretera, el menor espacio físico y la existencia de una edificación considerada de interés histórico-arquitectónico –el castillo de la Mota−, el hecho de su magnífica visibilidad desde cualquier punto de la ciudad, incluyendo el mar, así como la propiedad municipal de los terrenos, inclinaron la balanza –con los informes favorables del Colegio Nacional de Arquitectos, de la Real Academia de Bellas Artes de san Fernando y del obispo de la diócesis− del lado de su actual ubicación: el Macho Roquero del monte Urgull («orgullo» en idioma gascón o bearnés).
El Ayuntamiento no ofreció reparo alguno a la hora de conceder el permiso, a condición de que el trazado fuese respetuoso con las edificaciones existentes, se mantuviese la armonía del entorno y se convocase un concurso de proyectos. El proyecto ganador experimentó algunos cambios, tanto estructurales como estéticos, a petición de la Real Academia de Bellas Artes de san Fernando, desde su fase de anteproyecto hasta su ejecución. Una vez realizadas estas modificaciones, la empresa «Construcciones Altuna S.A.» fue la encargada de levantar el monumento que hoy podemos contemplar sobre un basamento de 10 por 8 metros, provisto de una escalinata; de aquél surge una estructura trapezoidal, de 13,6 metros de altura, que acoge la capilla original. Sobre ella, un pedestal octogonal, de 2,5 metros, como transición a la forma cilíndrica de la imagen. Por último, la imagen del Sagrado Corazón, de 12,5 metros de altura, que mira a la ciudad mientras la bendice con su mano derecha, en tanto que la izquierda señala su corazón. En el frontal de la base trapezoidal, una placa con un relieve del corazón de María.
El hormigón con el que se llevó a cabo la estatua se revistió con chapa de piedra en la parte de la base y la estructura trapezoidal. Se añadieron áridos procedentes de mármol y cemento blanco en las zonas nobles (manos, pies, cabeza y pecho), mientras que el resto de la figura se revistió de piedra arenisca, ligeramente coloreada de amarillo.
De esta manera, tras un primer aplazamiento, se fijó el 19 de noviembre de 1950 como fecha para la inauguración del Monumento. Los actos comenzaron a las once de la mañana, con la bendición de la estatua y una misa oficiada por el Sr. Obispo. Seguidamente, intervino el presidente de la Diputación Foral de Guipúzcoa. A la una del mediodía, por medio de los altavoces instalados y a través de Radio Vaticano, el papa Pío XII envió su bendición apostólica al pueblo guipuzcoano, según se expone a continuación:
«Venerables hermanos y amados hijos que asistís a la inauguración de la monumental estatua dedicada al Sacratísimo Corazón de Jesús sobre la cima del monte Urgull, para recordar el quincuagésimo aniversario de la consagración del género humano al Corazón divino:
»A pesar de las no escasas ocupaciones que un Año Santo tan excepcional como el presente Nos impone, hemos querido acoger favorablemente vuestro deseo de que fuese Nuestra bendición y Nuestra palabra quienes clausurasen las piadosas solemnidades que han precedido y acompañado al acto que estáis celebrando y con el cual la ciudad de San Sebastián y la provincia de Guipúzcoa, movidas por el Apostolado de la Oración, han rendido un magnífico homenaje al Corazón sacratísimo de Jesús, alzándole un monumento en uno de los puntos más hermosos de España.
»Habéis deseado que sea magnífico, acaso para darle una prueba tangible de la generosidad que le reserva vuestro amor; lo habéis puesto bien en lo alto como para profesar, con gesto muy expresivo, franca y abiertamente, vuestra fe. Habéis hecho, por fin, que desde él domine vuestra hermosa Donostia y casi toda la provincia, seguramente que para colocarla así bajo su celestial y amoroso patrocinio.
»Esto es lo que habéis hecho vosotros. Pero la Providencia ha hecho al mismo tiempo que desde esa altura se domine, además de vuestro encantador litoral —Orio, Guetaria, Zaráuz, Zumaya y Motrico— una parte de la nación vecina; como si deseara poner bajo la protección del Corazón divino la hermandad fraternal de ambas naciones. Ha hecho que desde esa atalaya se descubra también parte de ese ancho mar, a través del cual gente vuestra– un Elcano, un Urdaneta, un Legazpi– abrieron para el mundo las rutas de la civilización y de la fe; como si quisiera prometeros su protección para todas vuestras empresas futuras. Ha hecho, finalmente, que desde ahí, volviendo la mirada tierra adentro, casi se adivine el valle escondido que fue cuna del más grande de los hijos de esa provincia, del gran patriarca de Loyola; como si intentara recordaros que solamente la fidelidad a la bandera por él con tan robusta mano enarbolada os hará en el futuro dignos de vosotros mismos.
» Guipúzcoa, que fue patria del gran apóstol del Corazón de Jesús padre Agustín de Cardaveraz, es un rincón bendito donde el espíritu de Jesucristo reina de veras en la pureza incontaminada de sus hogares, en el anhelo social de sus modernos centros fabriles, en la austera laboriosidad de sus fuertes hijos, en la abundancia de vocaciones sacerdotales y religiosas y en la piedad sencilla y espontánea que se entremezcla con todas sus tradiciones familiares y sociales.
» Nos, invocando la intercesión del Inmaculado Corazón de María, cuya imagen tenéis también en estos momentos ante los ojos, queremos colocar a esa nueva diócesis dentro de ese “Fornax ardens caritatis”, mientras que, con toda la efusión de Nuestro afecto paterno, os bendecimos a todos.»
Con respecto a la financiación de la obra, puede asegurarse que el Ayuntamiento de San Sebastián, ya en 1939, acordó la donación de 100.000 pesetas y que la Diputación Foral de Guipúzcoa contribuyó con idéntica suma. A partir de 1944 se decidió abrir una suscripción popular para participar económicamente en la erección del Monumento, pero no será hasta 1949 cuando ésta comience, precisamente el día de la solemnidad del Sagrado Corazón, fecha en que el obispo apeló a la generosidad de donostiarras, guipuzcoanos y fieles. La tarea resultó enormemente exitosa gracias a las aportaciones de particulares, comercios, entidades bancarias, empresas, congregaciones religiosas y ayuntamientos. En marzo de 1954 se dio por finalizada la campaña después de haberse recaudado 1.798.591,52 pesetas.
Una vez finalizada la construcción del Monumento, la Junta instituida a tal efecto quedó disuelta, creándose el Secretariado del Apostolado de la Oración, organismo que se encargaría de su conservación material y espiritual merced al culto a los Sagrados Corazones de Jesús y María.
Una de las primeras actuaciones del Secretariado radicó en la construcción de una nueva capilla, adosada al Monumento y de mayores dimensiones que la original, entre los muros de la que otrora fuera residencia del gobernador del Castillo. En su interior destaca una blanca imagen dedicada al Inmaculado Corazón de María.
Con objeto de impulsar el espíritu que dio motivo a la erección del Monumento, el día 16 de mayo de 1990 se constituyó la «Asociación de Amigos del Monumento al Corazón de Jesús y Santo Cristo de la Mota y del Monte Urgull», en la actualidad formada exclusivamente por fieles laicos que se ocupan de su mantenimiento y culto, y con la que puede contactarse para recibir información o realizar reservas:
Página web: http://sagradocorazonurgull.com