Stephen es un futuro sacerdote ugandés y Sylvie, catequista de adultos en Burkina Fasso. Ellos son dos cristianos ejemplos de la fe y la esperanza que renace en tierras africanas, la misma que se manifiesta en una Iglesia católica que ha cuadruplicado hasta los 214 millones el número de fieles, en los últimos 35 años. Ayuda a la Iglesia Necesitada ha estado acompañando a estos hermanos durante más de cinco décadas y cada vez ha ido aumentando la ayuda a todas las naciones de este continente.
Y es que África es un inmenso pulmón espiritual, como dijo Benedicto XVI. A pesar de la pobreza, las desigualdades, la explotación, corrupción, los conflictos étnicos, las guerras de poder y el terrorismo islámico; existe una fuerza mayor, la del amor de Dios, que hace que los cristianos den testimonio heroico de su fe.
Stephen Kilama, secuestrado en su época de seminarista y obligado a ser niño soldado en Uganda, logró escapar y ahora espera su ordenación sacerdotal con esta convicción: «Mi fe ha crecido. Vi cosas que pensé que nunca habría soportado ver. La oración era mi única esperanza, era todo lo que tenía. Puede haber personas que no han experimentado a Dios, pero yo lo experimenté».
Esta ha sido la prueba que ha pasado Kilama, porque ser sacerdote en esta región del planeta supone muchas veces sobrevivir a tales desafíos. Sin embargo cada día las vocaciones se multiplican como el pasado año 2016 cuando se produjo un incremento de 1.089 nuevos presbíteros respecto al año anterior. Ayuda a la Iglesia Necesitada ha financiado proyectos para su formación y sostenimiento. Y catorce mil de ellos viven con la ayuda de los estipendios de misas.
África también se ha caracterizado por una religiosidad que es el centro de la vida, y durante siglos cristianos y musulmanes han vivido en profunda paz y armonía. Por ejemplo, Sylvie, originaria de Burkina Fasso, es hija de padres musulmanes y fue educada en el islam. Ella misma confiesa haber estado «activa en la asociación de musulmanes estudiantes de secundaria». Pero el amor por un chico cristiano hizo que su vida cambiara completamente. Se convirtió al cristianismo y ahora es catequista de adultos y madre de familia.
Le había tocado primero convencer a sus padres de que quería casarse con un cristiano. Luego buscar respuestas a las preguntas que venían a su mente cuando miraba la cruz fija al lado del altar. Y por último, ver en las señales de Dios que le hablaba a través de sueños, su deseo de hacerla hija suya mediante el sacramento del Bautismo. Y así fue como esta africana se convirtió, y tanto ella como su familia recibieron el bautismo. Justo en ese momento comenzaba otra historia que no estaría lejos de cargar con la cruz y sufrir la persecución tal como Jesucristo muchos siglos atrás.
Ahora debido al fundamentalismo islámico, miles de cristianos en África son perseguidos, y la convivencia entre estos y los musulmanes está en vilo, especialmente en la región subsahariana. Sylvie ha sido testigo de esta discriminación a causa de la fe. «Después del bautismo, he experimentado una gran persecución en mi familia de origen», cuenta. «Mis hermanos han cortado todos los lazos conmigo. Pero yo los comprendo y perdono. Una vez le dije a mi padre: “Soy cristiana, puede aceptarlo o no, pero no va a cambiar nada en mi decisión de vida. Tengo siempre el mismo cariño y el mismo respeto hacia usted”. Y añadí: «Soy el primer convertido bautizado en nuestra familia, y nada puede impedir que continúe».
Decidida a seguir los caminos de Jesucristo, Sylvie ha aceptado una nueva misión. Ahora ella es una de las catequistas dispuestas en primera línea a la evangelización de Burkina Fasso y al mismo tiempo de su continente.
La Iglesia joven en África necesita de estos laicos comprometidos para mantener, alentar y fortalecer la fe de las comunidades. Y a su vez, ellos requieren de nuestro apoyo para su formación. AIN ha colaborado en la de 4.372 catequistas en 2016 y para este año mantiene sus proyectos para que puedan realizar talleres de desarrollo espiritual, para financiar las publicaciones y material catequético, así como para el sostenimiento de agentes pastorales.
Conscientes de que el mejor mensaje de paz para este pueblo africano es el Evangelio mismo, Ayuda a la Iglesia Necesitada, quiere seguir apoyando a las iglesias locales en sus necesidades, con más de dos mil proyectos este año. Ya sea en la construcción de un centro de catequesis, vehículos para la parroquia o en el sostenimiento de casi la mitad de sacerdotes de toda África. Esta ayuda constante y generosa de tantos benefactores supone un bien para cada comunidad, en cada país del continente que san Juan Pablo II llamó «el de la esperanza».
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