No es sólo mala teología: la aversión al culto mariano tiene raíces gnósticas, según afirma monseñor Luigi Negri, uno de los más combativos obispos italianos, a Benedetta Frigerio en una entrevista concedida La Nuova Bussola Quotidiana, que recoge Cari Filii News:
«Esta Navidad cientos de estatuas de la Virgen han sido destruidas y nacimientos profanados. El ataque a los signos de la fe preocupa, y aún más porque se llevan a cabo ante la resignación de los cristianos, como si el ataque a la Virgen no fuera un ataque sustancial al contenido de la fe. Pero una cultura que ataca a la Virgen de este modo, o mediante la herejía, no puede tener una vida larga y feliz. También porque María, como la describe Alessandro Manzoni en el hermosísimo himno que le dedica, es “terrible como enemiga, alineada para la batalla”. Ahora que el vómito diabólico y anticristiano está sobrepasando todo límite, la esperanza está puesta en la victoria de su Corazón Inmaculado».
«María molesta a los gnósticos, es decir, a todos los que piensan que basta el conocimiento para salvarse, eliminando la encarnación y, por lo tanto, concibiendo la ascesis como un esfuerzo moralista. Es la antigua pretensión del hombre de salvarse a sí mismo por sus propios medios»
La estadística que avergüenza a los políticos católicos
Matthew Schmitz, desde las páginas del Catholic Herald, pone el dedo en la llaga en una cuestión, de enorme gravedad, que provoca sonrojo: «Si a los católicos se les prohibiera ostentar un cargo público, nuestra vida política podría mejorar...