Dios es paciente con todos nosotros, su amor nos invita a salir del pecado y su misericordia nos recibe entre sus brazos. El Señor es paciente con el pecador porque desea que se convierta y se vuelva a Él con la penitencia; por su amor tan grande hacia nosotros no desea que el pecador se condene en el infierno, sino que se convierta y tenga vida eterna en su santo reino; sus entrañas se conmueven al ver que tantos hijos de Él se pierden irremediablemente en el Infierno, a pesar de toda la ayuda que se le ha dado al hombre para que acepte su gracia y deje el pecado; muestra paciencia hacia el pecador porque sabe que por muy pecador que sea se encuentra extraviado en los caminos del vicio y del pecado y que si supiera el horrible destino que le espera en el averno le serviría por temor y se convertiría a Él, pero Dios quiere que lo amemos como Él nos ama y nos muestra su amor y misericordia, no desea tenernos en el Cielo por temor al castigo.
Jesucristo tiene un gran placer en perdonarnos. Por numerosos que sean nuestros pecados, como las hojas del bosque, siempre encontraremos su perdón si nos dirigimos a Él en la confesión con un corazón contrito: verdadero arrepentimiento por haberlo ofendido pecando, aborrecer dicha falta y deseos de nunca más cometerla. En el Evangelio encontramos un hermoso ejemplo de la misericordia de Dios: la parábola del hijo pródigo; dicho hijo a pesar de ser un ingrato con su padre y de despilfarrar su herencia viviendo una vida disoluta, al verse golpeado por el infortunio y la pobreza extrema se ve obligado a reflexionar y decide ir a pedirle perdón a su padre; el amoroso padre no duda en perdonar al hijo que ya tenía por perdido y volvía a él, lo restituye en su amor y posición y hace una gran fiesta para regocijarse por haberlo recuperado…Así es Dios con todos sus hijos que se arrepienten de su vida de pecado y le piden perdón.
Dios es todo misericordia desde el comienzo del mundo hasta la llegada del Mesías, siempre derramando sus gracias y llenando de beneficios a todos los hombres que se apartaban del mal y vivían con justicia. Dios, por su gran misericordia, fue capaz de sacrificar a su único Hijo, al enviarlo a una cruenta muerte para que nos reconciliara con Él, abrirnos las puertas del Cielo y así la raza humana encontrará el único camino seguro de salvación eterna: Jesucristo. Nuestro Señor Jesucristo muestra un gran amor hacia nosotros al hacer la voluntad de su Padre celestial, su cruenta muerte y tantos tormentos no son capaces de alejarlo de cumplir la misión que Dios le tenía encomendada. Jesús hizo todo para cumplir la misión de redención del género humano, sin descuidar el anuncio de su palabra y la salvación de las ovejas descarriadas; muestra gran amor y misericordia hacia grandes pecadores: la Samaritana, la Magdalena, san Mateo, Zaqueo, la mujer adúltera, la hemorroísa, el padre del endemoniado, etc. No nos debe asustar ni la grandeza de nuestros pecados ni su número, sino la disposición que tengamos para recurrir siempre a la misericordia de Dios, con verdadero arrepentimiento y dolor para no hacer burla de Dios, siempre la encontraremos. Jesucristo nos alcanzó el premio de la vida eterna, desea nuestra salvación y a nosotros nos cuesta tan poco para salvarnos… nadie debería ir al Infierno si se acoge en vida a la misericordia divina.
Dios es tan bueno y nos ama tanto, que aun así no debemos cansar su paciencia haciendo mofa de Él, al pensar que siempre tendremos su misericordia cuando podamos o queramos apartarnos del pecado; nos pide verdadera conversión a Él y siempre fidelidad… no se puede tener la misericordia de Dios si continuamos pecando. Sermón Santo Cura de Ars: «Sobre la Misericordia de Dios»
Mamá y papá unidos por siempre en el Paraíso
Desde que mi amadísimo «papá de oro» voló al Paraíso al alba del Sábado Santo, 3 de abril de 2010, lo imagino unido para siempre a su adorada esposa y mi amadísima y santa madre; los siento siempre cerca,...