«No hay gloria más grande para un padre que ver la realización de los suyos; no hay satisfacción mayor que verlos salir adelante, verlos crecer y desarrollarse. (…) La misericordia rechaza siempre la maldad, tomando muy en serio al ser humano. Apela siempre a la bondad de cada persona, aunque esté dormida, anestesiada. Lejos de aniquilar, como muchas veces pretendemos o queremos hacerlo nosotros, la misericordia se acerca a toda situación para transformarla desde adentro. Ese es precisamente el misterio de la misericordia divina. Se acerca, invita a la conversión, invita al arrepentimiento, invita a ver el daño que a todos los niveles se está causando. La misericordia siempre entra en el mal para transformarlo.
»Dios envía a su Hijo que se metió en el mal, se hizo pecado para transformar el mal. Esa es su misericordia. (…) La misericordia de Dios entró en el corazón revelando y manifestando lo que será nuestra certeza y nuestra esperanza: siempre hay posibilidad de cambio, estamos a tiempo de reaccionar y transformar, modificar y cambiar, convertir lo que nos está destruyendo como pueblo, lo que nos está degradando como humanidad. La misericordia nos alienta a mirar el presente y confiar en lo sano y bueno que late en cada corazón. La misericordia de Dios es nuestro escudo y nuestra fortaleza». (Santa Misa en la feria de Ciudad Juárez, 17/2/2016).
Aprobado el milagro que permitirá la canonización de los padres de santa Teresita
Si la curación en 2002 de un niño italiano aquejado de una grave malformación pulmonar fue el milagro que permitió la beatificación de Luis Martin y Celia Guérin, la curación en 2008 de una niña española, nacida prematuramente con...