Estamos acostumbrados a que cada vez que tiene lugar una votación sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo los medios generalistas recogen la información entre alabanzas por el triunfo de la democracia que, se supone, implican esas votaciones, habitualmente tomadas por parlamentos sin mandato claro para ello.
Pero resulta que un país, Eslovenia, sí decide preguntar a sus ciudadanos, y estos deciden, por amplia mayoría, negar que el matrimonio se pueda desvirtuar hasta el punto de convertirlo en una palabra vacía. Un gran triunfo del pueblo esloveno… que casi todo el mundo ha preferido silenciar.
Los partidarios del «no» al matrimonio homosexual se han impuesto en el referéndum celebrado en Eslovenia sobre la anulación de la ley que en marzo concedió ese derecho a las parejas del mismo sexo.La Comisión electoral informó de que, con el 93 por ciento de los votos escrutados, el «no» había recibido el 63,02 por ciento de los apoyos frente al 36,98 del «sí», un dato que, unido al de la participación, puede suponer la anulación de la ley.
El referéndum se ha podido llevar a cabo gracias a la gran movilización de la sociedad civil y pese a las enormes trabas y dificultades que han encontrado en el camino al enfrentarse al lobby gay. Para ello la coalición cívica Za Otroke gre! (¡Por los niños!) consiguió recoger más de 48.000 firmas en tan sólo cuatro días. Según la legislación eslovena, cualquier grupo que recoja más de 40.000 firmas puede introducir la moción de un referéndum. Además, el Tribunal Constitucional tuvo que intervenir para que se permitiera realizar la votación ya que los grupos de presión homosexualista afirmaban que el referéndum «era discriminatorio y contrario a los derechos humanos».
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