La creciente acogida de refugiados procedentes de Oriente Próximo en la Unión Europea acrecienta los deseos de abandonar la zona entre los cristianos sirios e iraquíes. Según los datos de la Iglesia en Irak, al menos quince familias cristianas –unas 75 personas– consiguen salir del país cada día y hay unos dos millones de desplazados internos. La situación en Siria es peor, con cuatro millones de sirios refugiados fuera del país y nueve millones más desplazados internos. Debemos ayudarles y acogerles. La Iglesia en Oriente Medio también pide prudencia, necesita apoyo para que los cristianos no desaparezcan y reclama ir a la raíz del conflicto.
Las voces de la Iglesia
Los obispos de las comunidades cristianas de Irak y Siria ven alarmados el aumento de personas que quieren irse de la región. Su postura es de ofrecer ayuda para que no se vayan, pues puede ser el fin del Cristianismo en Oriente Medio. El patriarca católico melquita de Antioquía, Gregorio III ha recordado el deber de atacar la causa central de la emigración para dar una auténtica solución al drama de las familias, «para evitar estas tragedias el punto es hacer la paz, garantizar la salvación y el futuro del Oriente Medio».
«Yo les digo que el enfoque no debe ser dar la bienvenida y acomodar a los refugiados, sino detener el conflicto desde sus raíces. Todo el mundo debe participar», ha denunciado el Patriarca. «Esto es lo que esperamos, la paz… no palabras sobre los emigrantes y discursos de bienvenida. Nunca más la guerra».
Existe una gran preocupación por las nuevas generaciones, que son la esperanza de un futuro mejor. «Una Iglesia sin juventud no está viva», ha alertado el prelado. Sin embargo el llamamiento realizado es simplemente una invitación, dadas las graves condiciones actuales. «No queremos prohibir que se vayan, les pedimos que tengan paciencia y confianza, y que, si parten, nosotros estaremos cerca».
Por su parte, Mons. Luis Sako, patriarca católico caldeo de Irak, ha destacado en declaraciones recientes a Vatican Insider que el efecto llamada de la crisis de refugiados es alarmante. El patriarca asegura que muchos de sus fieles están pidiendo a la Iglesia que les ayude a huir, cuando en muchos casos, no existe una necesidad humana y económica para hacerlo. «Puedo confirmar que los desplazados no son los únicos que se van. Los sacerdotes me cuentan que se están yendo hasta los que están bien económicamente. Gente que no necesitaría irse. Sienten que ahora se abrió una ocasión, temen que esta ventana se cierre dentro de poco.»
Se produce así un nuevo drama de desigualdad entre los que pueden y no pueden marcharse. «Mientras tanto los que son más pobres no piensan en irse. Es una pérdida para todos. Se van las mejores fuerzas, las únicas que habrían podido tratar de reconstruir todo lo que ha sido destruido en estos años».
Ayuda para los refugiados
El padre Andrzej Halemba, director del departamento de Oriente Próximo en la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, durante una visita a los proyectos en Siria ha constatado la preocupación por las personas que se marchan. «Aquí se siguen los debates que se mantienen en Europa. Por ello, muchas personas –y en particular cristianos– quieren abandonar el país. Me han preguntado en muchas ocasiones si les puedo ayudar para emigrar, por ejemplo a Alemania. Pero nuestra labor tiene como objetivo facilitar un futuro a las personas en su propio país».
«Después de varias visitas en lo que va de año, mi impresión es que está creciendo el miedo a una inestabilidad aún mayor en Siria. Los éxitos militares del Daesh (Estado Islámico) despiertan el pánico, especialmente entre los cristianos. El futuro de la ciudad de Alepo, donde siguen viviendo muchos cristianos, es incierto», ha asegurado el padre Halemba.
Un aspecto positivo, según el sacerdote, es la labor que desarrollan in situ los socios que colaboran en los proyectos financiados por Ayuda a la Iglesia Necesitada. «Trabajan cada vez más eficaz y coordinadamente a favor de las personas. Así lo ven también los propios afectados. Por ejemplo, cuando estuve en la población cristiana de Marmarita, cerca de la frontera libanesa, decían que nuestros benefactores les hacen posible sobrevivir. En un encuentro, un muchacho solo exclamaba, en árabe: shukran, gracias».
Marmarita alberga actualmente a numerosos refugiados dentro del propio país, tanto cristianos como musulmanes. «El pueblo está absolutamente saturado, apenas queda espacio para viviendas para refugiados», dice el padre Halemba. Una joven dentista, Sana, dirige un equipo de voluntarios apoyados por AIN en Marmarita.
«Marmarita es un lugar seguro. Aquí no oímos ni bombas ni explosiones, pero la vida se ha vuelto muy cara y apenas hay trabajo. Por ello, nuestra labor se centra en ayudas para pagar el alquiler, pero también en atención médica y becas de estudio. Proporcionamos subvenciones para pagar el alquiler a casi trescientas familias. Unos ciento cuarenta estudiantes reciben ayudas para sufragar los gastos de transporte a sus universidades, que están muy lejos».
Sana, cristiana sirio-católica, dice que los sufrimientos de cada refugiado le llegan al corazón. «Estamos ayudando a una familia que ha perdido a un hijo en una explosión en Damasco. El segundo hijo ha enfermado ahora de cáncer y necesita urgentemente atención médica». También les conmocionó –dice Sana– lo que le sucedió a una madre joven, que ha perdido a su marido, también en una explosión en Damasco. «Ahora tiene que arreglársela ella sola para salir adelante con dos niños pequeños, y sin embargo encuentra fuerzas para ayudar a otros refugiados en nuestro equipo. Es un auténtico ejemplo de caridad cristiana».
El padre Halemba subrayó que para Ayuda a la Iglesia Necesitada, además de la ayuda humanitaria de emergencia, es importante el apoyo de proyectos pastorales. «En la ciudad de Qusayr, por ejemplo, hemos apoyado la reforma de una iglesia destruida por los yihadistas. Ahora puede utilizarse de nuevo para la liturgia. Esto da a las personas la esperanza de que la vida sigue.» Desde el estallido de la guerra hace cuatro años, Ayuda a la Iglesia Necesitada ha prestado en Siria ayudas por más de ocho millones de euros. Actualmente se están financiando unos ciento cuarenta proyectos humanitarios y pastorales. En Irak, AIN ha enviado en el último año, desde la irrupción del Daesh (Estado Islámico) en Mosul y la Llanura de Nínive, un total de ocho millones de euros en proyectos de emergencia y apoyo pastoral.