De un signo completamente opuesto a las que llegan desde Irlanda son las noticias de Polonia, en concreto el resultado de las elecciones presidenciales que han dado como ganador a Andrzej Duda, el candidato del partido Ley y Justicia, fundado por los fallecidos hermanos Kaczynski.
En esta ocasión Duda partía también de unas expectativas de voto netamente inferiores a las de su contrincante, el presidente saliente Komorowski, de la liberal Plataforma Cívica, que hasta ahora controlaba tanto el gobierno como la presidencia del país, además de haber colocado al actual primer ministro, Donald Tusk, como presidente del Consejo de Europa. Y sin embargo, contra todo pronóstico, Duda ha vencido en la segunda vuelta de las presidenciales polacas con un 51,5% de los votos emitidos (Komorowski inició la campaña con el 68% de la intención de voto, para desplomarse más de veinte puntos y acabar con el 47% de los votos reales).
Duda se une así al club de los vencedores contra pronóstico, que últimamente ha visto engrosar sus filas con el israelí Benjamín Netanyahu y el inglés David Cameron. Se trata de un joven profesor de Derecho Administrativo de la Universidad Jagellonica de Cracovia que entró en política de la mano del antiguo presidente polaco Lech Kaczynski, trágicamente fallecido en 2010 en el accidente aéreo de Smolensk. Duda se ha presentado como un candidato reposado pero a la vez con convicciones, crítico con la burocracia europeísta, favorable a una mayor subsidiariedad y a primar los intereses nacionales, receloso ante la Rusia de Putin y, en consecuencia, favorable a una mayor integración de Polonia en la OTAN y dispuesto a que Estados Unidos instale bases militares permanentes en territorio polaco. Su política exterior se completa con la propuesta de un mayor apoyo al régimen de Kiev y un estrechamiento de los vínculos con los países que comparten intereses geopolíticos con Polonia y pueden servir de freno a una Rusia expansionista, los países del área conocida como «intermarium», del Báltico al Mar Negro, esto es, Suecia, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, la República Checa, Eslovaquia, Hungría y Rumanía.
Además, ha puesto en el centro de su campaña su propuesta de una nueva política familiar que aspira a incrementar sensiblemente las ayudas a las familias con hijos, y es contrario a la fecundación in vitro y al matrimonio entre personas del mismo sexo. En lo que se refiere a su programa económico, aspira a rebajar la edad de jubilación, proteger la agricultura polaca y garantizar una casa de propiedad para cada familia polaca. No es de extrañar que, en el lenguaje de los medios de comunicación dominantes, Duda haya sido definido como nacionalpopulista, rusófobo, clerical, reaccionario…
Ahora tendrá que luchar para sacar adelante su programa con la oposición del gobierno y el Parlamento, en manos de la Plataforma Cívica. No obstante, su mayor y más complicado reto será frenar el proceso de secularización intensa que está viviendo Polonia y fortalecer la institución familiar. La intensa caída de la tasa de fertilidad, que se mueve entre los 1,25 y los 1,39 hijos por mujer durante la última década, es un claro indicador de que la tarea a realizar en Polonia será titánica y requerirá de todos los apoyos posibles.
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