Corría el año 700 de nuestra era, cuando san Gil oriundo de Atenas, llegó a Nuria desde la Provenza, donde había fundado un monasterio. Su objetivo era vivir la paz y la tranquilidad de la vida eremítica. Se entregaba a la oración y a la fabricación de iconos, entre ellos, el de la Virgen de Nuria. Llevó consigo una cruz. Vivía en una pequeña cueva, que ahora lleva su nombre y dedicaba gran parte de su tiempo a convivir con los pastores que llevaban sus rebaños a la montaña. Con ellos compartía su comida, que consistía en grano cocinado en una olla de cobre. Cuando tenía la comida preparada hacía sonar la campana para avisar a los pastores. Su estancia en los valles de Nuria duró cuatro años, pasados los cuales tuvo que volver a la Provenza, parece ser que perseguido por los arrianos. Antes de marchar, san Gil escondió la imagen de la Virgen que él mismo había realizado y también su cruz, la olla y la campana.
Más de tres siglos después, exactamente en 1072, un ángel se apareció en sueños a Amadeo, un pastor que, según algunos, vivía en Dalmacia, aunque en realidad parece que era oriundo de Damasco, capital de Siria. El ángel le pidió que fuera hasta Nuria y allí edificara una capilla en honor a la Virgen. También le indicó, señalando el lugar con una piedra blanca de gran belleza, dónde estaban escondidos los valiosos objetos de san Gil. Amadeo construyó un templo sencillo y un pequeño albergue para los feligreses con la ayuda de los pastores. Se fue de allí sin encontrar la herencia de su predecesor, no sin antes encargar a la gente del lugar seguir buscándola después de su partida.
Amadeo se fue de Nuria sin conocer el tesoro allí escondido pero dejó un lugar donde poder cobijarse los pastores, quienes acudían con frecuencia a la humilde capilla dedicada a la Virgen buscando protección para ellos y para sus rebaños. Siete años después de la llegada de Amadeo, un toro brioso de pelo rojo empezó a escarbar con su pezuña en una pared. Los pastores vieron en este acto del animal un signo de lo alto, por lo que con ayuda de sus herramientas perforaron la roca. Tras el muro de piedra apareció una luz resplandeciente que procedía de la bellísima imagen de la Virgen. Junto a la Virgen encontraron también la cruz, la olla y la campana. Más tarde, se construiría en ese lugar la ermita de san Gil.
La imagen de la Virgen de Nuria es una representación de María como Virgen Majestad y como Trono de Sabiduría. El cabello y las orejas al descubierto denotan un alejamiento del hieratismo; la mano izquierda en la espalda del Niño Jesús expresa humanización de las figuras. Su mano derecha sostiene al Niño Jesús, que levanta el brazo derecho en actitud de bendecir, como Señor del Universo.
La Virgen de Nuria se ha convertido en un referente de la fertilidad. Los fieles piden su intercesión para que los haga fértiles en su descendencia, también le piden los ayude a descubrir la verdadera vocación y dar los mejores frutos. Es por ello que, desde hace años, muchos matrimonios llegan a Nuria con peticiones y súplicas para la Virgen, volviendo muchos de ellos al santuario a darle gracias, después de obtener su ayuda, atendiendo sus oraciones. La Virgen de Nuria también es patrona de los pastores y de los esquiadores.
A partir de 1460, la capilla se convirtió en un pequeño santuario y los vecinos y un rector de Queralbs pasaron a encargarse del mantenimiento y la conservación del santuario de Nuria y del nuevo hospital contiguo. A pocos metros del Santuario, junto al camino que desciende hacia Queralbs, se construyó en 1615 la primera ermita dedicada a san Gil, en el mismo lugar donde se encontró la imagen de la irgen. Una vez la ermita empezó a recibir fieles, todo el valle en general experimentó un aumento notable de visitantes, obligando a convertir en albergue el pequeño hospital (entre 1640 y 1648) a la vez que se reconstruía el Santuario (en 1728 se añadiría un camarín para la Virgen).
Al estallar la Guerra Civil, el sacerdote que custodiaba la Virgen, por miedo a que se perdiera, la cogió y la llevó al norte de Catalunya. Posteriormente la llevó a Francia y por último fue trasladada a Suiza, donde permaneció hasta el año 1941, cuando finalmente fue devuelta a su lugar de origen.
En el centro de Barcelona, concretamente, en Plaza Cataluña encontramos una obra de Enric Monjo que lleva por título «Dona amb Mare de Déu». La figura femenina lleva en la mano una estatua de la Virgen que puede identificarse con la Virgen de Nuria. Durante la Guerra Civil, los fieles, cuando pasaban por la plaza, se detenían delante de la estatua y rezaban disimuladamente, sin levantar sospechas pidiendo a la Virgen su ayuda, auxilio e intercesión en aquellos momentos difíciles y dramáticos.
En el año 1956 el papa Pío XII proclamó a la Virgen de Nuria patrona de la diócesis de Urgell. En el año 1965 el papa Pablo VI autorizó la coronación canónica de la imagen.
En Nuria se celebran varias festividades a lo largo del año, cada una de ellas con su historia, su significado, su tradición, etc.
La festividad de la Virgen de Nuria se celebra el 8 de septiembre junto a todas las Vírgenes encontradas. Tal festividad es conocida como la Diada de la Mare de Déu de Nuria, siendo el acto central de la jornada la celebración de la Santa Misa, que ese día goza de una solemnidad especial. Finalizada ésta, comienza la procesión hasta la ermita de san Gil, llevando en andas la imagen de la Virgen de Nuria todas las mujeres presentes en la celebración que llevan el nombre de la Virgen. Generación tras generación, mayores o pequeñas, todas ellas se mantienen esta piadosa tradición llevando a la Virgen a cuestas hasta la ermita. Después pueden firmar en El Llibre de les Núries, que se encuentra en la iglesia.
El santuario de Nuria es un lugar de peregrinación y recogimiento donde año tras año cientos de personas, acuden para orar, encomendarse a la Virgen y dar las gracias por todos los beneficios obtenidos de ella. Y todo, enmarcado en un espectacular paisaje que acompaña al peregrino en la travesía. Es grande la devoción que los catalanes tienen a la Mare de Déu de Nuria, lo que empuja a muchos, generación tras generación, a visitarla en su santuario implorando su ayuda y su protección.