La Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA) inauguró el pasado miércoles 18 de marzo la iglesia del Corazón de Jesús, templo principal del Campus, que ha sido el «sueño de los primeros docentes de la universidad y de la Conferencia Episcopal que la fundó» y que responde a la petición del papa Francisco de una mayor espiritualidad y encuentro con Jesucristo también en los centros académicos.
La solemne misa inaugural fue presidida por el cardenal Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires y Gran Canciller de la Universidad, y contó con la participación del papa Francisco a través de un video-mensaje dirigido a toda la comunidad universitaria en el que expresaba su alegría por el acontecimiento: «Hasta ahora eran las pequeñas capillitas las que de alguna manera iban alimentando nuestra oración, nuestro encuentro con Jesús, con la Virgen, con san José. Ahora este templo es el centro de toda la universidad, que tiene que estar orientada hacia él; es decir, la universidad orientada hacia Dios, hacia Jesús que está ahí en el sagrario. De ese templo tiene que salir la fuerza de la universidad, las ideas de la universidad, la enseñanza de la universidad. No es un templo separado, es el corazón de la universidad, está dentro de la universidad, es parte de la universidad; es mucho más importante que el Rectorado, que el Consejo Superior, que los Decanatos y que las Asambleas, ¡mucho más importante! Ahí está el corazón y está el centro. Me alegro con ustedes con esta inauguración de la iglesia de la Universidad Católica y deseo que esté siempre llena. Que Dios los bendiga».
El nuevo templo, con designación de «iglesia» y no de «capilla», se convierte así en el lugar central del culto de la Universidad porque en ella «la vida espiritual no puede entenderse como un parche, como una actividad secundaria o tolerable. En nuestra concepción de la vida y la sabiduría –destacaba el arzobispo rector de la UCA, Mons. Víctor M. Fernández en una carta dirigida a la comunidad universitaria– el «espíritu» es indispensable, esencial, fundamental, y debe penetrarlo todo». Para la Universidad, recordó Mons. Fernández durante la celebración, no ha habido un hecho más importante que éste en la última década, y seguramente es uno de los momentos más importantes de la historia de la Universidad; y rogó que «todos los que puedan se anoten media hora fija por semana de adoración al Santísimo Sacramento. Pueden hacerlo de a dos por si uno tiene un imprevisto. También pido a cada facultad y a cada dependencia que tome una hora por semana, cubriéndola con distintas personas. (…) Basta que siempre haya dos personas aquí, en oración, para que la vida de la universidad cambie».