LA CONVIVENCIA TIENE QUE FUNDARSE EN EL ORDEN MORAL ESTABLECIDO POR DIOS

La paz en la tierra, suprema aspiración de toda la humanidad a través de la historia, es indudable que no puede establecerse ni consolidarse si no se respeta fielmente el orden establecido por Dios.
(…) Sin embargo, este orden espiritual, cuyos principios son universales, absolutos e inmutables, tiene su origen único en un Dios verdadero, personal y que trasciende a la naturaleza humana. Dios, en efecto, por ser la primera verdad y el sumo bien, es la fuente más profunda de la cual puede extraer su vida verdadera una convivencia humana rectamente constituida, provechosa y adecuada a la dignidad del hombre. A esto se refi ere el pasaje de santo Tomás de Aquino: «El que la razón humana sea norma de la humana voluntad, por la que se mida su bondad, es una derivación de la ley eterna, la cual se identifi ca con la razón divina… Es, por consiguiente, claro que la bondad de la voluntad humana
depende mucho más de la ley eterna que de la razón humana».

Juan XXIII, Pacem in terris