LOS virreinatos de la Corona española dieron lugar a lo que se ha llamado una «primera globalización» en la que tuvo gran importancia la imagen y en concreto
el arte, que se caracterizaba por la confluencia de tres tradiciones culturales, la autóctona prehispánica, la europea y la oriental. Una producción artística de la que incluía el arte con función religiosa, política y civil; y se manifestaba en todos los ámbitos: arquitectónico, escultórico, pictórico, suntuario, artesanal…
El arte al servicio de la evangelización
Desde sus primeros siglos la Iglesia ha atribuido una doble función al arte: didáctica, pues, en palabras de san Gregorio, el arte, la imagen, es la Biblia de los iletrados; y de acercamiento a Dios mediante la via pulchritudinis. Esta doble función se manifiesta en el arte religioso del Nuevo Mundo, empleando la denominación con la que se le conocía en el siglo XVI.
Un ejemplo destacado de la función didáctica del arte religioso lo encontramos en el Catecismo indígena o Códice Testeriano, siglo XVI, de fray Jacobo de Testera .
En cuanto a la atracción de la belleza por medio de las bellezas, o via pulchritudinis, encontramos tanto la influencia europea como la representación mestiza.
De España, en particular de Sevilla, llegaron influencias italianas y flamencas, con nuevas técnicas como la pintura al óleo, modelos renacentistas y barrocos, que respondían a los paradigmas del Concilio de Trento y su visión llamada contrarreformista.
Así sucede mediante la importación de obras de arte, que se incluían de modo habitual en el ajuar de los virreyes, de los obispos, por ejemplo Francisco de Lorenzana,
Manuel de Mollinero, Antonio de Monroy y Juan Antonio de Vizarrón, y también en las pertenencias de las órdenes religiosas. Además, había una importante demanda popular, que se pone de manifiesto, por ejemplo, en que en el siglo XVII Zurbarán envió 63 lienzos a un comerciante de Buenos Aires, que los distribuyó por Potosí, Charcas, Cuzco y Lima.
Asimismo, las oportunidades que brindaba el Nuevo Mundo, atrajeron a artistas europeos que descubrían un espacio en el que abrirse camino. Y, en particular, las órdenes religiosas fomentaron que se enviasen frailes con dotes pictóricas como sucedió con el jesuita Bernardo Bitti, enviado a Perú en 1575 a petición del padre provincial, por sus cualidades como pintor y su conocimiento de la obra de grandes artistas italianos, como Vasari, Zucchi o los Zuccari. Un ejemplo del arte de este autor es la Asunción de la Virgen (1575-1582), en la iglesia de San Pedro, en Lima .
Además, se crearon escuelas de arte, por ejemplo las impulsadas tempranamente por fray Pedro de Gante y el venerable Vasco de Quiroga, en las que a la temática religiosa y técnicas europeas se unieron las técnicas autóctonas, de las que hablaremos.
Como consecuencia, nació un arte mestizo cuya manifestación más destacada es la iglesia barroca mexicana de Santa María de Tonantzintla .
El arte al servicio de la Corona española
Como la historia muestra con continuidad, la autoridad vigente en cada época se sirve del arte para sus propios fines. También sucedió así en los virreinatos españoles, en los que encontramos símbolos tales como escudos de armas, retratos de reyes y virreyes, representaciones con eventos triunfales y lúdicos, etc. El valor simbólico que se atribuía a las imágenes era tal que, cuando los jesuitas fueron expulsados de España, las autoridades locales encargaron 30 retratos de Carlos III que colocaron en
sus antiguas misiones para recuperar el prestigio de la monarquía que consideraban que estos religiosos habían «enfriado» entre los indígenas.
El ejemplo más destacado de este arte político es el Biombo de la conquista de México y de la muy noble y leal Ciudad de México (1675-1692) .
Un arte propio: técnicas y materiales desconocidos en Europa
A la influencia europea y autóctona se unió la del arte oriental, traído por el Galeón de Manila que incorporó múltiples objetos suntuarios con estilo y técnicas orientales. El resultado fue una multiplicidad de técnicas y nuevos objetos que se implantaron en todos los órdenes de la vida cotidiana, dando lugar a una nueva manifestación artística, como iremos viendo. En este apartado, expondremos las técnicas del enconchado, plumaria, caña de maíz y lacados . Comenzaremos con los enconchados, cuya técnica consistía en la utilización del nácar para realizar todo tipo de representaciones, en particular religiosas e históricas.
El arte plumario era un alarde técnico porque se concebía como un mosaico de plumas de aves tropicales con el que se recreaban cualidades cuasi pictóricas y se captaban los detalles más minuciosos. Sus penachos, mantas, collares y tapices se emplearon como regalos diplomáticos, y fueron muy apreciados y demandados por los reyes, nobles y eclesiásticos europeos.
La pasta de caña de maíz, conocida como pasta de Michoacán era un material con dos características: el maíz tenía carácter sagrado en las culturas indígenas y con él se elaboraban las imágenes de las deidades propias, que se llevaban a los campos de batalla, lo que era posible debido a su escaso peso; de aquí que los evangelizadores, comenzando por Vasco de Quiroga, la empleasen para representar la imaginería católica a tamaño natural, lo que le da mayor realismo
.Fue encargada por Vasco de Quiroga, que impulsó esta técnica a través de la Escuela escultórica de Pázcuaro y de un taller de imágenes de caña de maíz fundado en el hospital de Santa Fe de la Laguna.
Otras técnicas, conocidas como lacado por analogía con las lacas chinas y japonesas, son el maque mexicano y el barniz de pasto.
Reinterpretación de las temáticas y formas estilísticas europeas
Además de la apertura a nuevas técnicas, la temática y formas europeas se reinterpretaron, dando lugar a variantes locales, entre las que podemos señalar las siguientes; la Virgen del Cerro , el retrato de Sor Juana de la Cruz y El ángel
arcabucero
Un nuevo paradigma cultural y artístico El mestizaje de la cultura indígena y española dio lugar a una cultura autóctona que se implantó en todos los órdenes de la vida, de lo que son manifestaciones artísticas las siguientes.
Los objetos específicos de uso cotidiano. Ya nos hemos referido a los biombos y las bateas. Otro objeto representativo es la jícara (vaso) para tomar chocolate, mezcla de tradiciones chinas y aztecas, y la mancerina (plato) para evitar que se derrame,
-diseñada por el marqués de Mancera, virrey de Perú .
Los retablos ayacuchanos (de Ayacucho) o cajones de San Marcos. Su función era devocional y derivaba del uso de retablos portátiles para la satisfacción de la necesidad de imágenes religiosas en misiones itinerantes. Su peculiaridad resulta de que, con el tiempo, incorporaron representaciones de personajes populares, costumbres locales, animales, etc. .
La expresión más conocida de esta pluriculturalidad son las pinturas de castas, en las que se representan toda suerte de tipos sociales y de mezclas interraciales y escenas
cotidianas .
Para cerrar este tema debemos hacer referencia a la Virgen de Guadalupe, en la que confluye la cultura indígena representada en el indio san Juan Diego, la europea en el obispo fray Juan de Zumárraga y la religiosa. Esta imagen ha sido y es un elemento central en la religiosidad latinoamericana.