«Este libro nace con el deseo explícito de ser una contribución positiva al importante diálogo entre el teísmo y la cultura occidental actual, que se caracteriza por una evidente ausencia de Dios».
Con esta intención el profesor Marmelada acomete la compleja tarea de entablar conversación con un mundo –«la sociedad posatea» europea– en el que la idea de Dios parece estar totalmente ausente de la vida cotidiana de la mayoría de sus ciudadanos.
La falsa convicción, animada desde las estructuras sociales y políticas de Occidente, de que los ateos teóricos de los siglos XIX y XX habían logrado encontrar argumentos racionales que demostraban la inexistencia real de Dios ha hecho que para una gran parte de la sociedad el «problema de Dios» resulte algo irrelevante, estéril e incluso fútil, abocando al hombre actual –como consecuencia lógica y
deseada de aquel ateísmo– hacia una indiferencia religiosa, que se presenta como una apuesta por la libertad y la tolerancia.
En todas las épocas, señala Marmelada, han habido personas ateas o agnósticas pero siempre habían sido actitudes aisladas y poco comunes.
Sin embargo, en nuestro siglo XXI asistimos al extraño fenómeno de un indiferentismo de masas, de un
ateísmo práctico que «no es solo una actitud psicológica o una experiencia personal sino que se trata más bien de una situación social, una especie de atmósfera en la que todo sucede como si no existiera la cues tión de Dios» y que llega a unos límites que, ni de lejos, jamás han sido conocidos en ninguna otra época. Cómo dialogar, pues, con esta indiferencia es el punto crucial al que se enfrenta nuestro autor en este libro.
«El cristiano que quiera dialogar con la cultura contemporánea, afi rma el autor, no sólo deberá conocer
muy bien los fundamentos de su propia fe, sino que también deberá examinar cuidadosamente las instancias que le interrogan y que le cuestionan». Este análisis lo ha venido desarrollando Marmelada a lo largo de diferentes libros publicados anteriormente (El origen del hombre [2008], Darwin y el mono [2009], El dios de los ateos [2014], En busca de nuestros orígenes [2017]) y ahora profundiza con gran acierto sobre una de las raíces más profundas del indiferentismo teológico que se ha impuesto en nuestra sociedad: el indiferentismo ontológico.
La escisión ser-pensar obrada en el siglo XIV por la escolástica decadente llevó al «olvido del ser» en la
fi losofía moderna, como denunciará Heidegger en el siglo XX, vaciándose de contenido hasta identifi car el ser y la nada. Pero si Dios es el mismo Ser subsistente, como afirma santo Tomás de Aquino, se comprende que Hegel identifique a Dios con la nada, que Bakunin considere a Dios como el «vacío absoluto» o que Nietzsche proclame la muerte de Dios. Y al considerar la nada como el fundamento de todo (como se pretende hacer en nuestros días, por ejemplo, con las distintas teorías de la evolución y las nuevas teorías cosmogónicas), al hombre actual no le queda más que sumergirse en el tranquilo discurrir de una cotidianidad indiferente a todo o suicidarse. «La indiferencia por el ser –afi rma
Marmelada– lleva a la indiferencia por Dios (…) [y] se pierde la noción de una fundamentación trascendente del orden ontológico y axiológico».
Por eso, tras analizar «el problema esencial del hombre esencial», relacionado con el orden ontológico, Marmelada también se enfrenta al único argumento contra Dios que, pensando seriamente, aún queda en pie: el escándalo del mal (su existencia, su naturaleza, su causa y el papel de la libertad humana en él).
El libro concluye proponiendo algunos temas concretos desde lo que establecer un diálogo auténtico con el indiferente en orden a una nueva evangelización del Viejo Continente e invita a superar los prejuicios que contra el cristianismo tiene la sociedad actual. Libro muy recomendable a todo el que quiera hacer presente a Dios en nuestra secularizada sociedad posmoderna.
Santo cura de Ars: «Dios es todo misericordia»
Dios es paciente con todos nosotros, su amor nos invita a salir del pecado y su misericordia nos recibe entre sus brazos. El Señor es paciente con el pecador porque desea que se convierta y se vuelva a Él...