Andrés de Phú Yên fue beatificado por el papa san Juan Pablo II el 5 de marzo del 2000. Se trata de un joven vietnamita que fue martirizado a mediados del siglo xvii.
El comienzo de la actividad misionera en Vietnam se debe, principalmente, a la Compañía de Jesús, que a partir del 1615 envió a los primeros misioneros. Uno de aquellos primeros jesuitas fue Alexandre De Rhodes, considerado uno de los padres fundadores de la Iglesia católica en Vietnam.
Desde los inicios de la presencia de la fe cristiana en Vietnam, muchos lo consideraron como algo extraño a la cultura vietnamita y lo juzgaban como instrumento del colonialismo.
En estas circunstancias nació Andrés, entre 1625 y 1626, en la localidad de Phú Yên, en el seno de una familia pagana. No fue hasta 1641 cuando, precisamente el padre Rodhes, los bautizó a él, que debía tener unos quince años, y a su madre. Después de un año de formación religiosa se convirtió en uno de los más estrechos colaboradores del padre Rhodes, y en 1643 fue admitido en una asociación de catequistas, fundada por el jesuita, llamada Maison Dieu. Al pertenecer a esta asociación, el joven Andrés prometió consagrar su vida sirviendo a la Iglesia dando asistencia a los sacerdotes y dando a conocer el Evangelio.
La provincia donde vivía Andrés, Quang Nam, había sido receptiva a la predicación del padre Rhodes y contaba con numerosos cristianos. Esta expansión del cristianismo llegó a oídos del rey de Annam, una de las tres provincias vietnamitas, quien no dudó en enviar a un gobernador de confianza para poner fin a esta situación. El padre Rhodes, sin conocer la misión del gobernador, le visitó al llegar a la provincia. En la visita se le comunicó al jesuita que debía abandonar el país de inmediato y dejar de predicar la doctrina cristiana. Mientras, varios soldados apresaron a un anciano catequista y fueron enviados a registrar la casa del religioso. Ahí encontraron a Andrés y, después de golpearle, lo enviaron a casa del gobernador. Andrés fue torturado con el fin de que apostatase pero en cambio se mostró firme y dispuesto a soportar cualquier sufrimiento antes que abandonar su fe en Jesucristo. El gobernador, indignado por la perseverancia del joven, lo envió a prisión. Mientras estuvo encarcelado, los habitantes del lugar, admirados por la serenidad y la alegría de Andrés en esas circunstancias, iban a verlo encomendándose a sus oraciones.
El 26 de julio de 1644, Andrés fue conducido a una audiencia pública con el gobernador en la que fue condenado a muerte. Esa misma tarde fue conducido por las calles de la localidad hacia el lugar donde debía ser ejecutado. Los habitantes, cristianos y paganos, junto con el padre Rhodes, lo siguieron en procesión para atestiguar la ejecución. El beato, cuando iba camino del martirio, repetía resueltamente: «Devolvamos amor por amor a nuestro Dios, devolvamos vida por vida». En sus últimas palabras, el beato Andrés exhortó a sus hermanos a permanecer firmes en la fe y les pidió que le encomendasen para que se mantuviese fiel hasta su último aliento. Finalmente, tras recibir la bendición del padre Rhodes, un soldado le atravesó con una lanza el costado y, antes de que le cortaran la cabeza, gritó con fuerza el nombre de Jesús.
El beato Andrés es conocido como protomártir (primer mártir de un país o de un grupo en particular) de Vietnam y su fiesta se celebra el 26 de julio.
La vida de este joven mártir nos recuerda la importancia del celo apostólico de los catequistas, especialmente ahora cuando se están olvidando las raíces cristianas de nuestra tierra. Que sea para todos los católicos, especialmente para los jóvenes, modelo de santidad, y tal como dijo el papa san Juan Pablo II, en la homilía de la beatificación del mártir, «Que todos los discípulos de Cristo encuentren en él fuerza y apoyo en la prueba, y se preocupen por intensificar su intimidad con el Señor, su conocimiento del misterio cristiano, su fidelidad a la Iglesia y su sentido de la misión».
«Es muchísimo lo que está en juego»
Reproducimos el texto íntegro del llamamiento a los padres sinodales ante el próximo sínodo de las familias presentado en Roma el día 30 de septiembre con motivo del convenio internacional organizado por La Nuova Bussola, Il Timone e Infovaticana...