En mayo de 1733 el padre Agustín de Cardaveraz escribe a su amigo el padre Hoyos, entonces residente en el colegio San Ambrosio de Valladolid, acabando sus estudios de teología, y le pide que le envíe un extracto del libro del padre Galliffet De cultu Sacrosancti Cordis Dei ac Domini nostri Jesu Christi, que estaba en la biblioteca del centro y que habiéndolo leído hacía ya unos años quería utilizar para un sermón que iba a predicar con motivo de la fiesta del Corpus.
Con el propósito de llevar a cabo lo que le habían pedido, el padre Hoyos lee el libro y escribe en su diario: «Empecé a leer el libro y sentí en mi espíritu un extraordinario movimiento fuerte, suave y nada arrebatado ni impetuoso, con el cual me fui luego al punto delante del Señor sacramentado a ofrecerme a su Corazón para cooperar cuanto pudiese, a lo menos con oraciones ,a la extensión de su culto».
Al día siguiente, 4 de mayo, el Señor le comunica la misión de su vida: dedicarse enteramente a propagar el culto al Corazón de Jesús y de este modo ser su instrumento para comunicar a muchos sus dones. Para poder extender esta devoción, Bernardo creyó que un medio imprescindible con el que tenían que contar era un librito en el que «se diese noticia de la esencia y solidez de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús; de su culto extendido por casi todas las provincias de la Cristiandad, menos en España; de las dificultades opuestas y vencidas para su extensión, y de los favores de que había colmado el divino Corazón a sus devotos».
Estamos hablando del «Tesoro escondido». Este pequeño libro en cuanto a su volumen pero grandioso en lo que se refiere a su contenido y enseñanzas, fue escrito por el padre Juan de Loyola, pero su entramado fue inspirado por Bernardo de Hoyos. Pese a las dificultades y adversidades que tuvo superar este «Tesoro» antes de ver la luz y gracias a que ningún suceso adverso podía detener en su empeño a este gran apóstol y ferviente amante del Corazón de Jesús, en pocos años se hicieron ocho ediciones en diferentes ciudades y Jesús prometió al padre Hoyos que «los que leyesen este librito con buena intención, serían aprobados de su Corazón». (Libro «Vida», libro Tercero, capítulo 9)
Era un libro breve, pero que cumplía las esperanzas puestas en él: dar a conocer de forma sencilla pero profunda y fundada, histórica y teológicamente, la excelencia de la devoción al Corazón de Jesús.
Se multiplicaron las incidencias pequeñas y grandes de diverso tipo, pero gracias a la tenacidad, paciencia y especialmente, la confianza puesta en la voluntad de Dios, de Bernardo pudieron finalmente ser vencidos todos los obstáculos y, por fin, el 21 de octubre de 1734, el padre Hoyos tiene en sus manos el primer ejemplar del Tesoro escondido y, llevando el libro bajo la sotana, se acerca a comulgar. A partir de este momento ,el padre Hoyos se dedicó enteramente a la difusión del libro, se repartió en todos los ambientes: desde la familia real, pasando por todos los obispos, hasta comunidades religiosas, parroquias, misiones populares, llegando hasta las Indias españolas, de tal modo que la presencia de la devoción al Corazón de Jesús en España, fruto del ardor y fervor de sus apóstoles y, teniendo como uno de los instrumentos principales la lectura del Tesoro escondido, cambió radicalmente en muy breve tiempo.
Esta primera edición se agotó inmediatamente.
Un año más tarde, en 1735, se editó en Barcelona y con pequeñas variaciones se sucedieron las ediciones en los años inmediatos hasta nuestros días. La última edición, del año 2007, fue preparada por el padre Postigo, vicepostulador de la causa de beatificación. Su lectura en este año en el que renovamos la consagración de España al Corazón de Jesús se vuelve imprescindible para todo sus devotos.
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Como le ocurrió a la Sagrada Familia, que tuvo que huir a Egipto perseguida por Herodes, hoy en día millones de personas se ven obligadas a escapar de sus casas por la violencia, la guerra, el terrorismo o catástrofes...