En el número anterior dedicamos las páginas de nuestra revista a reflexionar sobre el significado de los acontecimientos del mayo del 68 y constatábamos cómo su influencia, ha llegado hasta nuestros días, especialmente en el ámbito de los criterios y juicios sobre la vida moral. Por otro lado, el 6 de agosto último se cumplían los 25 años de la encíclica Veritatis Splendor de san Juan Pablo II, sin duda, uno de los documentos doctrinales más importantes de su largo y fecundo pontificado. Dos hechos de tan distinta naturaleza pero que inciden sobre una misma realidad: la vida moral en la sociedad contemporánea.
La mayor parte de los despropósitos morales por la que atraviesa nuestra sociedad, como son el divorcio, el aborto, la eutanasia, etc, tienen en gran parte sus raíces en el oscurecimiento de las inteligencias, envueltas en la nube de un confusionismo radical. Se nos presentan como liberaciones y conquistas lo que no son más que fracasos y humillaciones. Ante la incapacidad de ser fieles a un compromiso definitivo se defiende el divorcio, ante la pusilanimidad para asumir el sacrificio que puede comportar acoger una nueva vida o cuidar de un enfermo terminal, se defiende la atrocidad y el sin sentido del derecho al aborto y a la eutanasia, y así podríamos seguir con un conjunto de pretendidos y falsos «derechos» calificados tantas veces como «conquistas de la modernidad». Las consecuencias están a la vista de quien no quiera cerrar los ojos a la realidad. La plaga de la pornografía; la violencia irrumpiendo cada vez con mayor frecuencia en la vida familiar, sin que las instancias políticas, a pesar de sus repetidas y manidas declaraciones, encuentren remedio a tales degradantes y vergonzosos hechos; la grave crisis demográfica dando lugar a una Europa sin hijos, con un futuro más que problemático. Desgraciadamente hay que reconocer que, en alguna medida, también estas conductas han penetrado en ambientes católicos
Ante esta triste y trágica realidad nos tendríamos que preguntar: ¿Que ha ocurrido? La respuesta la podemos encontrar releyendo la encíclica Veritatis Splendor. Una falsa autonomía de la voluntad humana, la afirmación de la libertad desvinculada de toda verdad, el desprecio a la ley natural, la negación del último fin del hombre como conductor de toda su vida, son señalados por Juan Pablo II como causas del desvarío moral dominante. Además, es necesario tener presente que toda crisis moral tiene su fundamento en una crisis de fe, así nos lo recordaba también san Juan Pablo II en su encíclica Fides et Ratio, de la que se cumplen actualmente los 20 años de su publicación. La posmodernidad no sólo desprecia las verdades de fe, sino que también niega a la razón su capacidad para conocer la verdad. Repasando esta encíclica recuperamos la luminosa y actual enseñanza de santo Tomas sobre las relaciones entre fe y razón
No que queremos dejar de mencionar en estas líneas la recomendación del Papa Francisco a rezar el Rosario, terminándolo con las oraciones «Sub tuum praesidium» y la invocación al Arcángel San Miguel. En este momento de turbación espiritual en el mundo y en la Iglesia, les dirigimos nuestras oraciones para que nos acojan en su «praesidium» y nos defiendan de las asechanzas del diablo.
La manifestación del hombre de iniquidad
En nuestros días al leer la segunda carta de san Pablo a los Tesalonicenses (2,1-12) se nos puede fácilmente plantear la cuestión de si aquellas palabras del Apóstol están dirigidas también de un modo especial a la actual generación....