La publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el pasado 24 de febrero del nuevo currículo de la enseñanza de Religión Católica en la Educación Primaria y en la Educación Secundaria Obligatoria ha reabierto momentáneamente el debate sobre la enseñanza de la religión católica en las escuelas públicas.
Conviene notar, en primer lugar, que las críticas por las que se acusa a la asignatura de religión católica de «introducir en la enseñanza contenidos creacionistas, acientíficos y claramente doctrinarios» así como de «entrar en conflicto con la moral que defiende la Constitución» van dirigidas únicamente contra la religión católica ya que el currículo del área de Enseñanza de Religión Islámica en la Educación Primaria, publicado en el BOE el 11 de diciembre de 2014, propone también ciertos contenidos análogos a los católicos y éstos no han sido puestos en cuestión ni en los medios de comunicación ni en el mismo Parlamento.
Por otro lado llama la atención la tormenta mediática que ha supuesto la publicación de los contenidos de la asignatura de Religión, propuestos ya hace tiempo por la Conferencia Episcopal Española y que, evidentemente, mantienen la enseñanza multisecular de la doctrina y moral católica; y cómo ha sido rápidamente silenciado el asunto una vez divulgados los consabidos tópicos sobre el tema, hecho que confirma que en nuestra tolerante sociedad democrática se puede hablar públicamente de todo menos de Dios, ni aunque sea para atacarle o negarle.
José Miguel García, director del secretariado de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis de la CEE y encargado del equipo que ha elaborado el currículo de Religión católica de la LOMCE, ha denunciado la «grave situación» que vive la Iglesia católica en España, «a la que se está aporreando» y a la que se pretende «impedir» que pueda dar testimonio público y cumplir el mandato de Cristo de «ir y enseñar a todas la gentes», especialmente a los niños. Además, García ve «lamentable» que no se respete el derecho a la libre elección por parte de los padres a la educación de sus hijos en la fe católica y explica el ligero descenso del número de alumnos que eligen esta asignatura como asignatura optativa (que asciende actualmente al 63.5 % del total de alumnos escolarizados) en el «ambiente hostil» y la «presión de algunos directores» de colegios estatales que «impiden a los padres elegir la hora de religión o sencillamente no la ofertan» y nadie les reclama el cumplimiento de la ley vigente.
En la nota de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis sobre la opción por la enseñanza religiosa católica en el curso 2014-2015, recientemente publicada por la Conferencia Episcopal Española, los obispos se lamentaban también de que «la regulación de la enseñanza de la Religión y Moral Católica que la LOMCE ha impuesto para el Bachillerato no garantice la oferta obligatoria de la asignatura por parte de los centros ni, consecuentemente, que los padres y, en su caso, los alumnos puedan optar por ella. En esta etapa educativa –recuerda el documento– no se garantiza de manera suficiente y adecuada el derecho de los padres a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que ellos deseen, ni se cumple el mandato constitucional (Art. 27,3) ni el tratado internacional entre el Estado y la Santa Sede de 3 de enero de 1979, que son normas de obligado cumplimiento, si en verdad se quiere respetar este derecho fundamental. Conviene recordar que la enseñanza religiosa escolar forma parte del derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones religiosas. A ellos corresponde la educación de sus hijos y no al Estado. Las administraciones centrales y autonómicas verdaderamente democráticas favorecerán de modo subsidiario dicha educación libremente elegida, sin intentar imponer concepciones religiosas o morales.»
«La educación católica –ha dicho el papa Francisco– es uno de los desafíos más importantes de la Iglesia, dedicada hoy a realizar la nueva evangelización en un contexto histórico y cultural en constante transformación». Por ello, los obispos de la CEEC (Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis) animan a los padres cristianos a que inscriban a sus hijos en la asignatura de religión y agradecen a los docentes de dicha asignatura su servicio a la formación integral de los alumnos. Según Benedicto XVI, «la dimensión religiosa es intrínseca al hecho cultural, contribuye a la formación global de la persona y permite transformar el conocimiento en sabiduría de vida». La enseñanza de la religión, libremente elegida por los padres, ayuda a descubrir que «la dimensión religiosa no es una superestructura, sino que forma parte de la persona, ya desde la primera infancia; es apertura fundamental a los demás y al misterio que preside toda relación y todo encuentro entre los seres humanos. La dimensión religiosa hace al hombre más hombre». Esto es lo que el Concilio Vaticano II quiso decir en su célebre sentencia: «Cristo manifiesta plenamente el hombre al propio hombre» (Gaudium et spes, 22).