¿Es el New York Times maoísta?

El politólogo  Philippe  Grasset publica en dedefensa.org  un interesante «Hablando de revolución» (maoísta  en este caso)  uno esperaría encontrarse con un acontecimiento  en marcha,  y sin embargo se trata aquí más bien de la revolución  que  ha tenido  ya lugar realmente  y se encuentra firmemente  instalada  en el New York Times (NYT), como si esta formidable  institución  del americanismo hubiera nacido para esto. Esta situación grotesca y sorprendente  es  puesta  en  evidencia,  a plena luz del día, por la marcha de Bari Weiss, una de sus redactores en jefe de opinión,  especializada en temas políticos y culturales. La suya es la segunda salida del NYT por razones  ideológicas,  después de la de James Webb a principios de junio. Ambas salidas tienen lugar por su no conformidad  con la  ideología  ahora  reinante  en el NYT, la llamada «ideología woke», que también podemos llamar «marxismo cultural», o maoísmo postmoderno,  o anti-rracismo-racializado disimulado  en  los  pliegues arco iris de una revolución  de colores, etc.
Se   trata,   evidentemente,   de una situación  extraordinaria  dentro del «periódico  de referencia» mundial, la institución característica  del  periodismo  occidental y americanista,  presentado  como un modelo de profesionalidad, integridad y moderación en el sentido americanista  del término; presentado   incluso  (en  palabras de Weiss)  como  el que  hace  del periodismo  «el  primer  borrador de la historia en marcha».
La salida de Weiss ha provoca- do mucho más ruido que la de Ja- mes Bennett porque es la segunda motivada  por un acoso  ideológico y sectario; porque se ha hecho explícito en una carta de dimisión extremadamente detallada y hecha pública  en la web de la interesada; porque así se oficializa  la hegemonía  en  el NYT  de  la extrema izquierda,  llamada  «woke» (despierta),   de   fuerte   inspiración gramsciana  en las formas y maoísta en el actuar: porque, finalmente, se hace extremadamente difícil evitar un debate público terrible y devastador  sobre la crisis  sin  precedentes  que  afecta  a los Estados Unidos… Por ahora podemos limitarnos a la constatación  de que la salida  de Weiss del  NYT  es un paso  importante, el más  importante  hasta  ahora  y quizás  decisivo,  para  sacar  a  la luz la verdad  de la situación  del sistema de la comunicación  en los Estados Unidos.
Para completar esta rápida incursión  en el mundo  de la comunicación norteamericano hablemos de Hollywood, o mejor dicho, dejemos que hablen: se trata de que un cineasta  claramente de izquierdas  (Oliver Stone) que fustiga  el ridículo  de una institución (Hollywood) situada en la híper-izquierda de los ultra-ricos para no tener que pagar los platos rotos del capitalismo, todo esto dicho en el «diario de referencia» que, lo hemos  ya visto,  es ahora gramcista, pero sobre todo maoísta. Las declaraciones  juegan  con la referencia  a Alicia  en  el País de las Maravillas, que combina hábilmente  lo extraño con lo ridículo, el misterio con el enigma, la tragedia con la bufonada.
En una entrevista en el New York Times,  Oliver Stone ha criticado  a Hollywood  por  haberse vuelto «demasiado  frágil» y «demasiado sensible»…
«Todo se ha vuelto demasiado frágil, demasiado sensible. ¡Hollywood  hoy en día! ¡No puedes hacer una película  sin un consultor Covid! Y junto a él, no se puede filmar nada sin un asesor en sensibilidades (racial, ideológica, afectiva…).  Es ridículo».
A la petición  de que explicara mejor sus declaraciones, Stone denunció  a Hollywood  por cambiar de opinión según la última consigna  políticamente   correcta: «La  Academia   cambia   de  opinión cada diez meses, cada cinco meses, cada dos meses, sobre las tendencias  que se deberían  tratar de seguir. Es el mundo de lo políticamente correcto y no el mundo en el que quiero  estar.  Nunca  he visto un mundo tan loco. Es como la fiesta del té de Alicia en el País de las Maravillas, afirmó».