La declaración pontificia de su doctorado en la Iglesia
Santa Teresita fue reconocida por su Historia de un alma como mensajera de una doctrina espiritual, que ella llamaba su «camino nuevo», fidelísimo al Evangelio, y cuya infl uencia universal es comparable a la de los autores espirituales más reconocidos como formadores de la conciencia del pueblo católico.