Primer domingo de agosto. Peregrinos de todas las scholas van llegando a Paray-le-Monial para celebrar el centenario de Schola Cordis Iesu y los 350 años de las apariciones del Sagrado Corazón de Jesús a santa Margarita María en el convento de la Visitación del pueblo. El punto de encuentro está en el parque, a la orilla sur del río Bourbince que cruza diagonalmente Paray. Los recién llegados se saludan y comentan el viaje, para algunos de más de 1.200 km en coche. Barcelona, Pamplona, San Sebastián, Bilbao, Madrid, Toledo, Chile, Londres… Se nota la alegría de los que hace años que no se ven. Los niños corretean por el parque, ajenos al calor de la tarde, mientras los mayores reciben las acreditaciones y las indicaciones del programa. Los sacerdotes de la Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón que han podido también se han unido a la peregrinación junto con otros sacerdotes unidos al carisma de Schola Cordis Iesu.
En Paray no están solo los de Schola. Franceses de todas las edades caminan por el parque hacia el este, donde se levantan enormes carpas blancas. Sorprende ver tantas familias, jóvenes y niños. Participan en el encuentro veraniego de la Comunidad del Emmanuel. En 1873 empezaron las peregrinaciones a Paray-le-Monial gracias al ferrocarril, pero un siglo más tarde el fervor pareció desvanecerse. Para celebrar los 300 años de las apariciones, en 1975 el rector invitó al santuario a todos los obispos de Francia; no acudió ninguno. Sí apareció inesperadamente un grupo de católicos para festejar la reunión nacional de la Renovación Carismática, embrión de la Comunidad del Emmanuel. Desde entonces la Comunidad celebra sus encuentros anuales en Paray. En las publicaciones eclesiásticas de los años 80, Paray no figuraba entre los 100 santuarios más importantes de Francia; hoy hay pocos que atraigan a las 20.000 personas de toda condición que llegan cada verano para vivir más intensamente su fe cristiana junto al Sagrado Corazón.
Los peregrinos de Schola se unen a los miembros del Emmanuel para cenar, en el comedor que han organizado éstos bajo una de las carpas. Algunos echan una mano a los voluntarios que atienden el reparto de comida y la limpieza. A las 21:00 el padre Ignacio Manresa celebra la misa de bienvenida en la basílica del Sagrado Corazón, que san Juan Pablo II encomendó a la Comunidad del Emmanuel con motivo de su visita a Paray en 1986.
El lunes por la mañana numerosos peregrinos de Schola se juntan para rezar laudes en el parque de los Capellanes, un fresco y amplio jardín detrás de la basílica, donde se levanta una bóveda con altar y varios bancos al aire libre. Poco después, frente a la iglesia, se organizan grupos para visitar ágilmente los lugares emblemáticos de Paray-le -Monial, bajo la guía de compañeros muy bien formados para la ocasión.
La primera parada es en la basílica románica que ya conocemos, levantada en el siglo xii sobre un monasterio del siglo x, a imagen reducida de la abadía de Cluny. Es uno de los mejores ejemplares conservados del arte cluniacense en Borgoña, y preside el pueblo desde sus dos torres macizas en los flancos de la fachada y la torre cimborrio en el crucero. Los más entendidos destacan el deambulatorio con sus tres capillas radiales.
Todo en el centro de Paray está cerca, y es muy agradable llegar paseando por las limpias calles peatonales a la pequeña capilla de san Claudio la Colombière, de inspiración bizantina. Impresiona el ábside de mosaico que dibuja una majestuosa imagen del Sagrado Corazón sentado en un trono de llamas; a su derecha, la Virgen María muestra el Corazón de su Hijo a un grupo de visitandinas encabezadas por Margarita María. A su izquierda, detrás de san Francisco de Sales, san Claudio –cuyo sepulcro yacente puede venerarse en un lateral de la nave– se acerca al trono acompañado de seis jesuitas apóstoles del Corazón de Jesús, entre los que se identifica a los padres Croiset (corresponsal de Margarita María), Gallifet (defensor de la causa en Roma), Ramière y Bernardo de Hoyos. En la base del mural, sobre teselas doradas, se proclama el «encargo suavísimo» a la Compañía de Jesús de «hacer ver y conocer la utilidad y el valor» de la devoción al Sagrado Corazón. Los peregrinos rezan el acto de confianza de san Claudio, que está disponible para los visitantes en varios idiomas en estampas y hojas plastificadas.
Prosigue el recorrido en la capilla de las Apariciones, aneja al convento de la Visitación. Es una iglesia pequeña, levantada una decena de escalones sobre la calzada, donde tuvieron lugar las principales apariciones del Sagrado Corazón a santa Margarita María. Un mármol en la fachada recuerda que «fue aquí donde Nuestro Señor le dijo esta gran palabra:“He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres”. La capilla tiene las puertas abiertas y los transeúntes pueden ver al Santísimo, que estos días es permanentemente adorado sobre el altar por numerosos peregrinos. No se cabe en la iglesia. Detrás de la custodia, en el ábside, un luminoso fresco muestra a Margarita María conversando con el Sagrado Corazón crucificado. En el lado derecho de la nave, próximo al presbiterio, se venera el cuerpo yacente de la santa; «Yo te constituyo heredera de mi Corazón», se lee en el arco que cobija el espacioso nicho. En el mármol del catafalco están grabadas las frases «Quiero que me sirvas de instrumento para atraer corazones a mi amor. Nada temas, reinaré pese a mis enemigos. Si crees, verás la potencia de mi Corazón».
Los grupos de Schola visitan también la capilla de San Juan, a unas decenas de metros del ábside de la basílica. Está dedicada a la adoración diaria desde su inauguración el día de san Juan Evangelista de 1996, siguiendo el mensaje de Cristo a Margarita María: «Tengo sed, una sed tan ardiente de ser amado por los hombres en el Santo Sacramento, que esta sed me consume».
No hay mucho tiempo para disfrutar de los lugares mencionados, porque a las 11.30 se reúnen los quinientos peregrinos de Schola en la basílica para asistir a la santa misa presidida por el rector, el padre Étienne Kern. Después pasean de nuevo hacia el parque y hacen cola bajo el sol para acceder al sencillo comedor de campaña. Hay más carpas en los jardines: las mayores están dedicadas a los actos de culto carismático; pero también cobijan un bar, y una gran librería, siempre llena de visitantes, con espacio para que decenas de niños puedan leer tebeos católicos mientras sus padres hojean libros espirituales y charlan con sus autores.
Después de comer, los pequeños de Schola reciben catequesis en el Centro de Peregrinación, mientras los adultos asisten en el mismo lugar a la conferencia del padre Kern, que en un claro español recuerda que es el rector de «un santuario para las familias, lugar de experiencia espiritual transformadora». Tras la proyección de un reportaje sobre la historia de las apariciones, el padre Kern anima a redescubrir en Paray la gracia de la Eucaristía y la confesión, consecuencia de experimentar tres gracias especiales junto al Sagrado Corazón: «Reposo, misericordia y fuego de amor». La conferencia termina en un animado coloquio con los asistentes.
Tiempo libre tras la charla. Algunos peregrinos de Schola se van a descansar, otros regresan al parque, donde el Santísimo permanece expuesto todo el día bajo un sencillo toldo, y se unen en adoración silenciosa a los miembros de la Comunidad del Emmanuel. Numerosos sacerdotes –también algunos de la Hermandad– confiesan en el prado adyacente a penitentes de todas las edades.
Al final de la tarde llegan a Paray-le-Monial cuatro autobuses con los doscientos jóvenes de Schola que han recorrido Francia durante diez días. Saludan a sus familias y muchos se unen a la adoración de campaña. Sigue la cena en el comedor habitual y a las 21.00 se reza el rosario tras la cúpula del parque de los Capellanes, bajo la sombría alameda de plátanos, tilos y cipreses, a los pies de un calvario desde donde cinco familias dirigen por turno los misterios.
El tercer y último día en Paray empieza también con laudes al aire libre, junto a la cúpula del parque de los Capellanes. Cielo azul y claro, otro día caluroso. Inmediatamente después llega la misa solemne del centenario en la cercana basílica, donde ya no se cabe, presidida por mosén Xavier Prevosti y concelebrada por varios sacerdotes de la Hermandad. El presidente nacional, José María Alsina Roca, renueva la consagración de Schola Cordis Iesu al Sagrado Corazón junto con todos los asistentes, mientras los niños corretean por las naves.
Tras la misa, encuentro en la moderna sala de actos del Centro de Peregrinación. José María Alsina recuerda la vocación apostólica de Schola Cordis Iesu: «venimos de cuatro gatos, pero el sueño del padre Orlandis se va cumpliendo (…) nuestra vocación es ser escuela de apóstoles del Corazón de Jesús, comunicar al mundo que Dios nos ama con todo su Corazón, y que aceptar su amor no es para el hombre una humillación, sino su salvación». Mediante las apariciones del Sagrado Corazón en Paray y las dificultades de sus primeros apóstoles, el profesor Alsina repasa el carisma de Schola: la humildad, el ofrecimiento de obras, el amor de Dios como remedio a la rebelión del hombre contra su misericordia, la adoración eucarística, el apostolado, el servicio a la Iglesia, la caridad, la esperanza en el triunfo de Cristo en la historia.
Los peregrinos se mezclan de nuevo con las familias de la Comunidad del Emmanuel para almorzar, y regresan después al Centro de Peregrinación para asistir a la conmemoración del centenario de Schola con todas sus secciones. Gustó mucho la representación teatral donde los santos que inspiran el carisma de Schola –Teresita del Niño Jesús, Margarita María, Claudio, Tomás de Aquino– interactúan con miembros históricos del Apostolado de la Oración, como Enrique Ramière y el padre Orlandis. Una divertida tertulia celestial entre Francisco Canals, José María Petit y Antonio Pérez-Mosso, con voces recreadas con inteligencia artificial, admira al público que llena el auditorio. Algunos miembros de Schola testimonian los bienes recibidos en la asociación, y la sesión finaliza con la proyección de un vídeo conmemorativo y el himno del centenario, interpretado por el coro de Schola Cordis Iesu.
A media tarde la basílica acoge una Hora Santa, donde un centenar de miembros de Schola se une formalmente a la Guardia de Honor del Corazón de Jesús, para ofrecer una hora diaria de adoración espiritual en reparación y comunión con el Señor. Después de la cena, los peregrinos rezan el rosario en el parque de los Capellanes y llega la hora de la despedida. Muchos pasan esa noche por la capilla de las Apariciones para agradecer al Sagrado Corazón estos días de gozo y gracia.
El miércoles 6 de agosto finaliza la peregrinación con la visita al santuario de Ars, a unos cien kilómetros de Paray-le-Monial. Hay tiempo para visitar rápidamente la rectoría del santuario, que conserva como eran las pobres estancias donde vivió durante 41 años san Juan María Vianney. El cuerpo intacto del santo descansa sobre el altar lateral de la basílica, a la que este año se puede acceder por la disimulada puerta jubilar que hizo abrir el Cura de Ars para que los más necesitados llegaran discretamente y sin demora al sacramento de la penitencia. La misa de clausura se celebra bajo la basílica, en la espaciosa iglesia de Nuestra Señora de la Misericordia, una advocación que sintetiza providencialmente el significado de la peregrinación que ya acaba: el amor que tiene Nuestro Señor por los pecadores y el deseo ardiente de ser correspondido.











