El contexto histórico
Como bien sabemos la devoción al Corazón de Jesús tiene una profunda raíz bíblica y patrística que alcanzó un gran desarrollo en el ámbito de la teología monástica, principalmente durante el siglo xii a partir de la nueva piedad suscitada por la reforma cisterciense, cuando en tiempo de san Bernardo de Claraval († 1153) –considerado el último de los Padres de la Iglesia— se procuró fomentar la devoción a la humanidad de Jesucristo; una piadosa devoción que, posteriormente, alcanzaría un mayor incremento en el marco de la escuela teológica franciscana a partir de los siglos xiii y xiv y que comportó la meditación asidua de las llagas de Jesús y del Corazón traspasado de Cristo como fuente de salvación, principalmente a partir de las aportaciones teológicas del eminente doctor de la Iglesia, el seráfico san Buenaventura de Bagnoregio (|† 1274), de modo que se convertiría en la semilla de la nueva devoción al Sagrado Corazón tal como hoy lo entiende la liturgia eclesial y tal como se expresa en la encíclica Haurietis aquas del papa Pío XII del año 1956 donde se expone, de manera articulada, a la luz de la Sagrada Escritura y de la tradición patrística la gran importancia eclesial de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y que, muy recientemente, en octubre de 2024, ha retomado los contenidos el papa Francisco con la encíclica Dilexit nos (Rm 8,37) sobre la actualidad de la devoción al Sagrado Corazón, que nos ayuda a no olvidar la ternura de la fe y, a su vez, nos impulsa a amar al prójimo.
A propósito de la concreción y desarrollo de esta devoción a partir de las revelaciones y de la experiencia mística de la religiosa salesa santa Margarita de Alacoque (†1690), a lo largo de este artículo vamos a señalar algunos de los aspectos más significativos de la devoción al Sagrado Corazón en el ámbito geográfico de Cataluña y Baleares, que son los límites geográficos donde los capuchinos de la Provincia de Cataluña han desarrollado su acción pastoral. Después de la expulsión de los jesuitas de España en 1767 los capuchinos catalanes asumieron el reto de propagar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús a través de la predicación de las misiones parroquiales, junto con otras significativas aportaciones al fomento de esta nueva devoción cristológica.
Orígenes de la devoción del Sagrado Corazón en Cataluña
De entrada debe señalarse que en las comarcas de Cataluña se implantó con peculiar fuerza la nueva devoción al Sagrado Corazón de Jesús ya desde la primera mitad del siglo xviii y, particularmente, a lo largo del siglo xix, prioritariamente en las ciudades y poblaciones de mayor importancia como, por ejemplo, en Manresa, ciudad de fuerte tradición jesuítica, tal como resta reflejado en los decretos de los obispos de la Tarraconense de los años 1736 y 1738, y tal como consta en las actas de los concilios provinciales de la Tarraconense. Así lo registra el apartado introductorio de uno de los devocionarios que alcanzó más popularidad en el Principado de Cataluña:
Ja desde lo any 1736 en que’s comensá ab la solemne festa que celebra cada any lo il·lustríssim senyor Arquebisbe de Tarragona, y ab las Congregacions que fundaren los il·lustríssims senyors Bisbes de Urgell y de Lleyda, apenas queda no sols ciutat, però ni vila o població alguna de monta, en la que no se celebre la festivitat del Santíssim Cor de Jesús.
El arzobispo de Tarragona, Pedro de Copons fue uno de los más destacados promotores de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en la Cataluña del Barroco. Este prelado siguiendo las disposiciones dadas por los concilios provinciales tarraconenses de los años 1738 y 1745, presentó a Roma un texto litúrgico para la misa y oficio del Sagrado Corazón que no recibió la aprobación. Finalmente, los textos litúrgicos para fiesta fueron autorizados por el papa Clemente XIII el día 11 de mayo de 1765 inicialmente para algunas diócesis, hasta que en 1856 el papa Pío IX convirtió en obligatoria la fiesta del Sagrado Corazón para toda la Iglesia. En el año 1889 el papa León XIII elevó la fiesta a solemnidad y se mantuvieron hasta el año 1929 los textos litúrgicos aprobados por Clemente XIII cuando fueron reformados por el papa Pío XI, que añadió la octava. No podemos dejar de señalar, anteriormente, que en 1670 san Juan Eudes elaboró unos textos, muy pioneros, para la misa y el oficio litúrgico del Sagrado Corazón.
La capuchina María Ángela Astorch, precursora de esta nueva la devoción
Indiscutiblemente, la propagación de la devoción y culto al Sagrado Corazón de Jesús viene de la experiencia contemplativa y mística de santa Margarita María de Alacoque († 1690) como consecuencia de las apariciones tenidas en el monasterio de Paray-le-Monial a lo largo de los años 1673 y 1675. Así pues, santa Margarita, ayudada por san Claudio de la Colombière († 1682), logró que se estableciera una fiesta en honor al Corazón de Jesús el viernes que sigue a la octava de Corpus. No obstante, de esta devoción al Corazón de Jesús hallamos significativos precedentes en el período medieval en la vida y experiencia contemplativa de santa Lutgarda († 1246), de santa Matilde de Magdeburg (c.a. 1250) y de santa Gertrudis la Magna († 1302), conocida también como Gertrudis de Helfta; pero es poco conocido que una clarisa capuchina catalana, la beata María-Ángela Astorch († 1665) contribuyese, en su día, a poner los cimientos de esta nueva devoción cristológica algunos años antes de las revelaciones tenidas por santa Margarita María de Alacoque, puesto que en 1640 la beata Astorch fundó la primera congregación del Sagrado Corazón en España:
Antes que la V. Margarida, [la devoció al Sagrat Cor] la havia practicada una devota religiosa natural de aquest Principat, la V. M. Sor Maria Àngela Astorch fundadora de las Monjas Caputxinas en Zaragoza y Murcia, com se diu en la sua admirable vida, y ho refereix lo P. Joan de Loyola en la práctica sexta del seu llibret al sagrat Cor de Jesus.
Precisamente, de esta peculiar experiencia contemplativa vivida por la beata Astorch se hace eco el sacerdote poeta y terciario franciscano mosén Jacinto Verdaguer, que en numerosas poesías cantó las delicias del Sagrado Corazón, principalmente en la obra Lo somni de sant Joan; una inspirada colección de poesías religiosas que Verdaguer publicó en 1887 y que dedicó al papa León XIII. Precisamente, en esta recopilación hallamos el Cant al Sagrat Cor de Jesús junto con un poema que dedicó a la mística capuchina catalana María-Ángela Astorch, que el poeta la describe como la «robadora del Cor de Jesús», puesto que Jesús escogió el corazón contemplativo de la «mística del breviario» como íntima morada. En cambio, a la venerable fundadora de las capuchinas en España, Sor Ángela Margarita Serafina († 1608), maestra y formadora de la beata María-Ángela Astorch se la representa con el Niño Jesús que toma o «roba» el corazón de la fundadora de las capuchinas.
Los capuchinos de Cataluña y los sermones sobre el Sagrado Corazón
En los territorios del Principado de Catalunya a lo largo de los siglos xviii y xix aumentaron notablemente las congregaciones vinculadas a la devoción al Sagrado Corazón y, a pesar de la expulsión de los jesuitas en 1767 y de la exclaustración de 1835 esta devoción cristológica de profunda raíz bíblica y marcadamente antijansenista, se mantuvo y la fomentaron la mayoría de los obispos de las diócesis de Cataluña ayudados por la predicación de las misiones parroquiales a cargo, principalmente, de los paúles y de los capuchinos. Precisamente, como consecuencia de la expulsión de los jesuitas decretada por el rey Carlos III en 1767, los menores capuchinos de Cataluña se convirtieron en fervientes propagadores de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, incluso en los devocionarios que divulgaban como recuerdo de las misiones parroquiales estampaban en la portada el emblema de los Sagrados Corazones.
También, durante el largo proceso de la restauración de la vida conventual en Cataluña los capuchinos promovieron de un modo particular la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y a san José exhortando a la santidad universal del pueblo fiel.
Debe señalarse que en el ámbito de la Tarraconense los jesuitas, antes de su expulsión, suscitaron una extraordinaria expansión al fomento de la devoción al Sagrado Corazón a través de la erección de numerosas congregaciones en las comarcas del Principado de Cataluña y con la aportación de notables textos de espiritualidad que, en su día, fueron leídos y asimilados por los religiosos capuchinos.
Se ha conservado el texto de algunos sermones de la fiesta del Sagrado Corazón que los capuchinos predicaron después de la expulsión de los jesuitas, ya sea en sus iglesias conventuales, ya sea en las parroquias o incluso en las iglesias de las clarisas capuchinas A modo de ejemplo ofrecemos el fragmento de un sermón predicado en 1773 por el P. José de Mallorca.
«¿Pues al ver nosotros tantos incendios de amor en aquel D[ivi]no Corazón, y al descubrir tanta ingratitud en los christianos, no nos animamos á reparar tantos ultrages, ofreciendo, desde luego, n[uest]ro corazón á aquel S[antísi]mo y D[ivi]no Señor Sacra[menta]do?, ¿Cómo no se alienta n[uest]ro espíritu en recompensa a tanto amor, para la veneración, para el respeto y para toda suerte de obsequios que se encaminen [h]azia el culto de aquel Divino Corazón?, ¿Pero sabeis cómo ha de ser?: llegando con freqüencia á adorar aquel Divi[no] Sacra[men]to, y apartando de nuestro pensamiento la vanidad; de la memoria lo que nos aparta Dios; de la voluntad los afectos vengativos; de los ojos las vistas torpes; de la boca las palabras ofensivas; de las manos las acciones descompuestas; de los pies los pasos mal inclinados; del corazón toda especie de venganza y, finalmente, del Alma, todo lo que sea ofensa a su D[ivin]a Mag[esta]d; para que, supliendo por la vanidad el amor de Dios; por la venganza el amor del próximo; por la torpeza la castidad; por las dissoluciones la compostura; y por la ofensa de Dios el cumplimiento de su Santíssima Ley, logremos todos una inmensidad de beneficios, que en aquel D[ivi]no Corazón Sacramentado, se dispensan á todas las almas que se reconocen agradecidas. Pues Vos, oh Divino y Sacr[atísi]mo Corazón de Jesús Sacramentado por n[uest]ro amor; enviad, os suplico, a n[uest]ros entendimientos un rayo de v[uest]ros D[ivi]nos ardores, para que superiormente illustrados, conozcamos perfectamente los excesos de vuestro amor. Despedid con violencia amorosa muchas saetas para que con la suavidad de sus heridas, se truequen n[uest]ras repugnancias en ardorosas correspondencias».
En el año 1738 se introdujo entre las clarisas capuchinas de Palma de Mallorca la devoción al Sagrado Corazón que, posteriormente, en el año 1789 inauguraron un altar dedicado al Sagrado Corazón que habían diseñado los jesuitas de Mallorca poco antes de su expulsión y que a partir del año 1797.
De un modo semejante las capuchinas de Mataró entre los años 1741 y 1774 también celebraron la fiesta del Corazón de Jesús; una fiesta que continuó celebrándose durante todo el siglo xix a pesar de la expulsión de los jesuitas y posterior la disolución de la Compañía de Jesús. Así pues, una vez disuelta la Compañía de Jesús, en los años previos a la exclaustración, los capuchinos se cuentan entre los principales promotores de esta devoción cristológica que se conservó durante el período de la supresión de la vida religiosa a partir de 1835, con algunas aportaciones destacadas como las exclaustrado-capuchino Rafael José Ferriol de Mallorca († 1885).
La devoción durante los años de la restauración de la vida religiosa
Durante el proceso de restauración de la vida capuchina la devoción al Sagrado Corazón fue divulgada por numerosos religiosos que articularon la restauración, siendo muy significativa la aportación de Joaquín M. de Llavaneres, hermano carnal del futuro cardenal Vives y Tutó, que puso bajo la advocación del Sagrado Corazón el patronazgo de la nueva Provincia capuchina de España. También, la nueva iglesia conventual de los capuchinos de Olot, inaugurada precisamente durante el provincialato de Joaquín M. de Llavaneres el 25 de julio de 1888, fue puesta bajo la advocación del Sagrado Corazón de Jesús.
Entre los principales propagadores de la devoción al Corazón de Cristo en Catalunya durante los años de la exclaustración destaca la figura del religioso carmelita Quirico Adrobau Boix († Olot 1883) que, en su día, fue calificado de apóstol de la devoción del Sagrado Corazón en Cataluña. En la segunda mitad del siglo xix el padre Adrobau escribió unos devocionarios con destinación a los congregantes del Sagrado Corazón.
Durante el proceso de restauración de la vida religiosa que coincidió con el movimiento cultural y espiritual de «la Renaixença» en Cataluña y, precisamente en este pujante contexto histórico, en el año 1879, el Dr. Félix Sardà y Salvany, sacerdote que pertenecía a la Tercera Orden de los capuchinos, publicó un excelente devocionario sobre el Sagrado Corazón que contó con numerosas estampaciones y que sirvió para dedicar al Sagrado Corazón el mes de junio, tal como el mes de mayo estaba dedicado a la Virgen María. En este mismo año de 1879 el Dr. Torras y Bages ofreció en lengua catalana la edición del Mes del Sagrat Cor, donde en la parte introductoria de este nuevo devocionario el arzobispo Vilamitjana de Tarragona escribió que:
Lo nostre poble o no entén lo castellà, o lo entén mal, y de totes maneres no’l mou com la llengua que ha après dels llavis de la mare. És molt cert lo que deya un a uns predicadors: Vosaltres predicau en castellà y la gent se condemna en català. Aplaudesch per tant, lo pensament de publicar lo Mes del Sagrat Cor de Jesús, y de publicar-lo en català.
Precisamente, el futuro obispo de Vic, Dr. Torras y Bages, se propuso de escribir en lengua catalana este devocionario porque los concilios de la Tarraconense habían impulsado esta devoción al Corazón de Cristo en el lejano 1738, Principado de Cataluña. Finalmente, y para concluir este artículo, señalar que el Dr. José Morgades, con el beneplácito del obispo Pantaleón Montserrat, en el año 1865 instauró e impulsó el movimiento del Apostolado de la Oración, primero en Barcelona y, después a lo largo de la geografía peninsular, sirviéndose, como referente principal, de las publicaciones del padre Enrique Ramière que, precisamente, 1865 tradujo y editó el canónigo penitencia de Barcelona, y futuro obispo José Morgades.










