El pasado 28 de agosto el papa León XIV recibió en la Sala del Consistorio del palacio apostólico del Vaticano a una delegación de unos cuarenta cargos electos y personalidadesciviles del departamento francés de Val-de-Marne reunidos en Roma en un viaje de estudios organizado por la diócesis de Créteil. El Santo Padre recordó algunos principios fundamentales de la doctrina social de la Iglesia y su aplicación práctica.«Me alegra darles la bienvenida –comenzó el Papa tras los saludos protocolarios y dirigiéndose a lospresentes en francés– en su camino de fe: regresarán a sus compromisos diarios fortalecidos por la esperanza, mejor preparados para trabajar en la construcción de un mundo más justo, más humano y más fraterno, que no puede ser otra cosa que un mundo más impregnado del Evangelio. Ante los excesos de todo tipo que experimentan nuestras sociedades occidentales, no hay nada mejor, como cristianos, que recurrir a Cristo y pedirle ayuda en el ejercicio de nuestras responsabilidades. Por este motivo, su trayectoria, más allá de un simple enriquecimiento personal, es de gran importancia y gran utilidad para los hombres y mujeres a quienes sirven. Y es aún más loable porque no es fácil en Francia, para un cargo electo, debido a un laicismo a veces malinterpretado, actuar y decidir conforme a su fe en el ejercicio de responsabilidades públicas.» La salvación que Jesús obtuvo mediante su muerte y resurrección abarca todas las dimensiones de la vida humana, como la cultura, la economía y el trabajo, la familia y el matrimonio, el respeto a la dignidad humana y a la vida, la salud, la comunicación, la educación y la política. El cristianismo no puede reducirse a una mera devoción privada, pues implica una forma de vivir en sociedad imbuida de amor a Dios y al prójimo, quien, en Cristo, ya no es un enemigo, sino un hermano.» Su región, el lugar de sus compromisos, se enfrenta a importantes problemas sociales como la violencia en ciertos barrios, la inseguridad, la precariedad, las redes de narcotráfico, el desempleo, la desaparición de la convivencia… Para afrontar estos desafíos, el dirigente cristiano se fortalece en la virtud de la caridad, que lo ha habitado desde su bautismo. Este es un don de Dios, una «fuerza capaz de crear nuevas maneras de afrontar los problemas del mundo actual y de renovar profundamente desde dentro las estructuras, las organizaciones sociales y las normas jurídicas. En esta perspectiva, la caridad se convierte en caridad social y política: nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar eficazmente el bien de todos» (Compendio de la doctrina social de la Iglesia, 207). Por eso, el dirigente cristiano está mejor preparado para afrontar los desafíos del mundo actual, en la medida, por supuesto, en que viva y dé testimonio de la fe operante en él, de su relación personal con Cristo, quien lo ilumina y le da esta fuerza. Jesús lo afirmó con fuerza: “¡Sin mí no podéis hacernada!” (Jn 15, 5); no debemos, pues, extrañarnos de que la promoción de“valores” –por muy evangélicos que sean– pero“vaciados” de Cristo que es su autor, sean impotentes para cambiar el mundo. Así pues, monseñor Blanchet [obispo de Créteil] me pidió un consejo. El primero, y el único, consejo que les daré es que se unan cada vez más a Jesús, que vivan según Él y den testimonio de Él. No hay separación en la personalidad de una figura pública: no está por un lado el político y por otro el cristiano. ¡Pero está el político que, bajo la mirada de Dios y su conciencia, vive sus compromisos y responsabilidades cristianamente!» Por lo tanto,están llamados afortalecerse en la fe, a estudiar la doctrina –especialmente la doctrina social– que Jesús enseñó al mundo ya ponerla en práctica en el ejercicio de sus funciones y en la elaboración de leyes. Sus fundamentos están esencialmente en sintonía con la naturaleza humana, la ley natural que todos pueden reconocer, incluso los no cristianos y los no creyentes. Por lo tanto, no deben tener miedo de proponerla y defenderla con convicción: es una doctrina de salvación que aspira al bien de cada ser humano, a la construcción de sociedad espacíficas, armoniosas, prósperas y reconciliadas.» Soy muy consciente de que el compromiso abiertamente cristiano de un funcionario público no es fácil, sobre todo en ciertas sociedades occidentales donde Cristo y su Iglesia son marginados, a menudo ignorados y a veces ridiculizados. Tampoco ignoro las presiones, las órdenes partidistas y las “colonizaciones ideológicas”–para usar una expresión acertada del papa Francisco– a las que están sometidos los políticos. Necesitan valentía: la valentía de decir a veces“¡No, no puedo!” cuando la verdad está en juego. De nuevo, solo la unión con Jesús –¡Jesús crucificado! – les dará la valentía de sufrir por su nombre. Él dijo a sus discípulos: “En el mundo tendréis luchas; pero ¡tened valor!: yo he vencido al mundo”(Jn 16, 33)»
Centenario de las apariciones del Ángel de la Paz
El santuario de Fátima celebró el pasado 21 de marzo el centenario de las tres apariciones del Ángel de la Paz a los pastorcillos Lucía, Francisco y Jacinta, evento que precedió a las seis apariciones de la Virgen María,...









